Operación Manuel Valls: así se financió su campaña
Empresarios aceptaron pagarle una retribución de 20.000 euros netos al mes desde el otoño pasado
BarcelonaCorría el mes de marzo, faltaban poco más de dos meses para las elecciones municipales, y unas cincuenta personas del establishment barcelonés se congregaron para celebrar una cena de apoyo a Manuel Valls, candidato a la alcaldía. Allí había algunos de los empresarios y directivos que más han acompañado a Valls durante su intento de ser alcalde de Barcelona. También había otros menos habituales, así como su pareja actual, Susana Gallardo, la heredera de los laboratorios Almirall. A algunas de las personas que asistieron a la cena les quedó una imagen grabada: a medida que Manuel Valls les iba saludando, algunos de los asistentes abrían la cartera y le daban el dinero en mano al candidato para financiarle la campaña.
Un mes después, en plena celebración del Trofeo Conde de Godó de tenis, el conocido cazatalentos Luis Conde, que nunca ha escondido su estima por Manuel Valls, le preguntó al candidato a alcalde en qué podía ayudarlo. La respuesta de Valls fue muy directa: “Votos y dinero”.
La necesidad de recursos económicos ha sido una constante para el ex primer ministro de Francia desde que se planteó dar el salto a la política municipal, y, de hecho, la manera como se ha financiado ha sido una de las incógnitas que han pesado sobre él todo este tiempo, teniendo en cuenta que Valls no disponía de una estructura de partido propia, más allá del apoyo que recibió de Ciudadanos. El ARA ha hablado con unas 20 personas, algunas de las cuales han pedido permanecer en el anonimato, para reconstruir su cruzada para obtener fondos para la campaña y, también, para asegurarse unos ingresos para él mismo.
Lo cierto es que el dinero ha llegado, y no sólo desde Barcelona, aunque se trataba de financiar una carrera electoral para la alcaldía de la capital catalana. Muchos recursos también procedían de Madrid. Aun así, a medida que la campaña fue avanzando, el equipo de Valls sufrió para conseguir todos los fondos que necesitaba.
Los orígenes
Todo se empezó a cocer en torno a una mesa. Después de que Manuel Valls tuviera un papel activo en la campaña electoral del 21-D, las elecciones catalanas convocadas por Mariano Rajoy, el político fue cada vez más visible en Barcelona. Con el paso del tiempo, grandes empresarios catalanes como Mariano Puig (expresidente del grupo de perfumes que lleva su apellido) acogieron cenas en sus casas para que la burguesía local pudiera conocer mejor a un político nacido en Barcelona, pero que había hecho su carrera en Francia y, por lo tanto, no era conocido por las élites locales. También se hizo una cena en un hotel Hotusa, grupo hotelero propiedad de Amancio López, y, un tiempo después, otra en casa de Isak Andic. Aunque el fundador de Mango niega haber acogido esta cena, las fuentes consultadas por el ARA lo confirman. Una de las personas que asistieron a estos encuentros recuerda que “en las primeras citas había interés por conocer a Valls”. “Muchos se deslumbraron por el hecho de que hubiera sido primer ministro de Francia”, añade otro.
En estas cenas había una preocupación compartida por la situación política. “Se decía que para el independentismo sería un gran éxito conseguir Barcelona”, dice una voz.
En una de estas comidas, sin embargo, ya empezó a aflorar la cuestión de la financiación. El empresario catalán acostumbra a ser muy reticente a que se sepa a quién apoya políticamente. “En la cena se planteó si había maneras de hacerle llegar el dinero a Valls sin que quedara rastro de quién se lo había dado”, comenta un asistente. “Se habló de cómo hacer las aportaciones sin que aparecieran sus nombres y se quedó en que se estudiaría cómo se debían hacer las donaciones”.
Quizás en aquel momento no eran del todo conscientes del secretismo con el que el Tribunal de Cuentas, única institución que conoce los nombres de los donantes de los partidos, trata esta información. Nunca la hace pública. La legislación actual estipula que las empresas no pueden hacer donaciones a partidos, pero no es ningún delito que lo hagan las personas individuales, siempre que la donación no supere los 50.000 euros anuales. “Hay muchas aportaciones que están muy lejos de esta cifra”, explicó Valls en una entrevista reciente con el ARA. Un miembro de su equipo afirma que “mucha gente dio cantidades muy pequeñas”.
En uno de estos encuentros, el político concretó cuánto dinero creía que necesitaría para la precampaña y la campaña electoral: había que alquilar un espacio, contratar personas, etcétera. Acto seguido, sin embargo, pidió una cosa más: una retribución neta de 20.000 euros al mes. Esta petición, ratificada por cuatro fuentes diferentes y que no niega ninguna de las otras personas consultadas, sorprendió a los que la escucharon. “Sí que descolocó que pidiera este dinero para él: es poco elegante”, ratifica un directivo. Pasada la sorpresa, sin embargo, la aceptaron y su petición fue concedida. Otro directivo quita importancia a la demanda de Valls: “Fuera de España esto es más habitual, y él es un profesional”.
Las fuentes consultadas no aclaran cuándo se pactó exactamente esta retribución, a pesar de que la mayoría dan por hecho que entraba en vigor en el momento en que Valls dejó la Asamblea francesa, de la que era diputado hasta el pasado 2 de octubre, y llegaba hasta la celebración de las elecciones municipales, a finales de mayo. En suma, ocho meses.
De hecho, Valls justificó la petición de una retribución porque tenía que dejar su cargo de diputado. “Él ya tenía su salario de diputado y tenía que dimitir de la Asamblea francesa”, corrobora una de las personas que han financiado su campaña.
De todos modos, los 20.000 euros netos al mes superan de largo lo que se cobra como miembro de la Asamblea francesa, en donde el sueldo máximo es de 7.239 euros brutos mensuales. Como ex primer ministro (cargo que abandonó a finales de 2016) no le correspondía ninguna retribución económica. En Francia, los primeros ministros sólo siguen cobrando durante los tres primeros meses desde que dejan el cargo; tampoco se les da un despacho. En cambio, sí tienen derecho a protección policial, coche oficial y chófer durante el resto de su vida. La retribución de 20.000 euros netos también supera de largo los 14.910 euros brutos que cobran los presidentes y los primeros ministros de Francia mientras ostentan el cargo.
¿De dónde sale el dinero?
La pregunta es: ¿quien aportó dinero para financiar la candidatura de Manuel Valls y para retribuir al político durante estos meses?
En este apartado se tiene que distinguir entre tres tipos de personas: los que dieron dinero, los que lo buscaron y los que hacían las dos cosas al mismo tiempo, aportaron y buscaron a más financiadores de la causa.
Uno de los que reúnen estas dos condiciones es Félix Revuelta, presidente de Naturhouse, que no esconde haber ayudado financieramente a Manuel Valls y haberle abierto muchas puertas. “Le presenté a casi todo el IBEX 35, también a Felipe González, a José María Aznar...”, rememora. De hecho, la mayoría de las personas consultadas coinciden en indicar que muchos fondos de la campaña vinieron de la capital española. “Madrid es infinitamente mejor para recaudar dinero, entre otras cosas porque el de Barcelona se lo saca del bolsillo y el de Madrid lo saca de la cuenta de resultados”, sostiene una voz. Además, entre el empresariado madrileño Valls percibió un “entusiasmo” y un “reconocimiento” que en Barcelona era mucho más matizado, cuentan en su equipo.
Quien también estuvo muy presente fue Josep Ramon Bosch, hasta esta semana presidente de Sociedad Civil Catalana, a quien muchas fuentes señalan como el gran buscador de fondos entre el empresariado de Madrid. Bosch tiene buenas relaciones con el Círculo de Empresarios madrileño y algunos de sus expresidentes también se han implicado en la búsqueda de fondos. Javier Vega de Seoane (presidente de la aseguradora DKV) y Claudio Boada (asesor principal en España del fondo de inversión Blackstone, gran comprador de activos inmobiliarios en el Estado) son algunos de los que más han trabajado por la causa. Según algunas fuentes, también han aportado dinero de su bolsillo. Preguntados por esta cuestión, los dos declinaron hacer comentarios.
En Barcelona, los principales encargados de buscar fondos fueron Carlos Rivadulla, presidente de Empresarios de Cataluña y miembro de la candidatura de Manuel Valls, y Jaime Malet, presidente de la Cámara de Comercio de los EE. UU. en España y conocido por ser un directivo muy movilizado contra el independentismo. Además, Malet también es consejero delegado de Telam, una asesoría de la que también es socio Javier Vega de Seoane.
Jaime Malet, que no ha querido atender al ARA, también es la persona que solicitó a Esade que diera un trabajo de profesor a Manuel Valls, un encargo que Eduardo Berché, decano de la Facultad de Derecho, aceptó con mucho gusto. La decisión fue aceptada por la dirección de Esade, pero supuso “una bomba” dentro del patronato de la escuela de negocios. Las fuentes consultadas, sin embargo, dan por hecho que Valls ganó poco dinero con las clases que impartió durante un trimestre.
Otro directivo catalán muy implicado fue Luis Hernández de Cabanyes, presidente de la inmobiliaria Renta Corporación. Consultado por este diario, admite haber ayudado a Valls, pero niega haberle dado dinero.
Todas las personas que han participado en este artículo también dan por hecho que, lógicamente, Susana Gallardo ha participado en la campaña de su futuro marido, tanto financieramente, como abriéndole puertas entre la alta sociedad barcelonesa.
Una de las características de muchos de los implicados en la campaña de Valls es que forman parte de la Fundación Joan Boscà, entidad nacida en 2014 para combatir los postulados soberanistas. Tanto Josep Ramon Bosch como Claudio Boada, Félix Revuelta, Jaime Malet i Javier Vega de Seoane integran el patronato de esta fundación. Revuelta, sin embargo, afirma que la fundación “no ha tenido ningún papel en esto”.
La lista de pagadores es más larga que la que aparece en este artículo, pero el secretismo con el que se ha llevado esta operación ha impedido que el ARA pudiera contrastar todos los nombres que las fuentes han mencionado.
Los fondos se acaban
Una de las grandes quejas del entorno de Manuel Valls es que, a pesar de las promesas, al final no hubo tanto dinero como parecía que tenía que llegar. “La gente dice que pondrá más pasta de la que finalmente acaba poniendo”, protesta un político próximo a Valls. “No hemos nadado en la abundancia, como se ha dicho: no nos han regalado nada”, lamenta Carlos Rivadulla. Este miembro del equipo de Valls todavía pedía dinero a pocos días para las elecciones municipales. Hubo un empresario inmobiliario catalán que, por ejemplo, recibió la visita de Rivadulla. Este le pidió dinero, pero él se negó porque “no quería problemas”.
El hecho es que Manuel Valls fue el gran perjudicado por la acelerada pérdida de atractivo que sufrió Ciudadanos, equipo con el que se presentaba a las elecciones municipales. La formación naranja disfrutaba de un prestigio entre determinado empresariado catalán que en el último año se ha ido esfumando, como ya explicó el ARA. La exitosa moción de censura de Pedro Sánchez hizo que el empresariado partidario de la tercera vía volviera a ver al PSOE con buenos ojos, mientras dejaban caer a Ciudadanos y, en consecuencia, a Valls.
“Todavía tengo un grado de inteligencia y pienso que cuando quieres ser el alcalde de Barcelona no te pueden ayudar las empresas que trabajan en Barcelona”. Eso afirmaba Manuel Valls el 4 de octubre durante una conferencia a puerta cerrada en el Cercle del Liceu. Como bien dijo Valls, las empresas no pueden ayudar directamente a ningún candidato, ya que, según la legislación española, las empresas tienen prohibido financiar a partidos políticos. En cambio, las donaciones individuales están completamente permitidas con una limitación: no pueden exceder los 50.000 euros anuales. Todas las donaciones se deben comunicar al Tribunal de Cuentas, con una especial celeridad (no más tarde de los tres meses) cuando superan los 25.000 euros.
De todos modos, el Tribunal de Cuentas es muy celoso con esta información. Tal como explica Carlos Rivadulla, uno de los miembros del equipo de Valls, “el Tribunal de Cuentas es como Hacienda, que no revela la información”.
Lo cierto es que una campaña municipal, por mucho que sea de una ciudad como Barcelona, es mucho más barata que unas elecciones catalanas o españolas. Según Rivadulla, Valls se ha gastado 178.000 euros en el periodo estricto de la campaña, que es el máximo que tenían permitido los partidos que optaban a la alcaldía de Barcelona y que, según su opinión, será “la cantidad que casi todos los partidos se habrán gastado”. Pero cuando se le pregunta a Rivadulla cuánto dinero se ha destinado a la larga precampaña de Valls, responde concisamente: “No te lo puedo contestar”.