Laboral

El reverso negativo de las bajas de maternidad más largas

Retrasar el regreso de las madres al trabajo puede perjudicar a la larga su carrera laboral, según un estudio del IEB

Hay que reivindicar la maternidad como una responsabilidad colectiva, en el marco de un proyecto emancipador
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BarcelonaLos datos lo muestran bien claro y la realidad a nuestro alrededor lo certifica. En las últimas décadas, la participación de las mujeres en el mercado laboral ha convergido con la de los hombres en muchas economías desarrolladas. Si en 1950 por cada 100 hombres que trabajaban sólo trabajaban 50 mujeres, en 2020 esta proporción era ya de 88 mujeres trabajadoras por cada 100 hombres. Pero, a pesar de los avances, sigue existiendo una distancia entre la tasa de actividad femenina y la masculina. Quien ilustra estas estadísticas es Jenifer Ruiz-Valenzuela, profesora de economía de la UB e investigadora del Instituto de Economía de Barcelona (IEB). También es la editora del último IEB Report que ha elaborado la institución, en la que recoge artículos de tres investigadoras sobre cómo las políticas públicas han contribuido a reducir o ensanchar estas desigualdades de género en el mundo del trabajo.

El economista remarca que cuando comparamos hombres y mujeres sin hijos las diferencias no son tan grandes, pero la convergencia entre sexos se detiene con la llegada de un primer niño. Es lo que en inglés se llama child penalty, la penalización del hijo. "Según la encuesta de población activa, un tercio de las mujeres con hijos menores de cinco años y que trabajan a tiempo parcial querrían trabajar más horas. Y la mitad de las mujeres con este tipo de contratos con hijos de entre cinco y quince años también. Hay una parte importante de esta brecha que podría cerrarse", argumenta Ruiz-Valenzuela. ¿Qué impacto tienen, pues, medidas como los permisos de maternidad y paternidad, ¿la disponibilidad de las guarderías para la primera infancia o las políticas de flexibilidad laboral para conseguirlo?

El primero de los tres artículos lo firma la profesora de economía de la Universidad Pompeu Fabra Libertad González y examina cómo las bajas de maternidad pasaron de centrarse en la protección de la salud de la madre y del niño en los meses siguientes al parto a evolucionar hacia la idea de que un permiso que garantiza el retorno al puesto de trabajo puede favorecer la participación laboral de las madres. Actualmente, en España ambos progenitores pueden acogerse a una baja de 16 semanas, de las que las seis primeras deben disfrutarse obligatoriamente de forma ininterrumpida después del nacimiento.

González, sin embargo, argumenta que alargar demasiado el permiso remunerado también podría ser perjudicial. "Unas bajas de maternidad prolongadas podrían tener el efecto contrario, al retrasar el retorno de las madres al mercado laboral, con efectos negativos sobre su trayectoria laboral, debido a pérdidas de capital humano y experiencia", analiza la experta del IEB. Asimismo, González considera que los permisos más extensos también pueden provocar que las empresas anticipen que sus trabajadoras pasarán mucho tiempo fuera del puesto de trabajo (en caso de tener hijos), lo que puede perjudicar la contratación o promoción de mujeres en edad de ser madres.

La comparación con los nórdicos

Su reflexión puede chocar, cuando hay países, como Suecia, donde este permiso puede alargarse hasta 480 días, es decir, un año y casi cuatro meses que se pueden compartir entre los dos progenitores "Quien acaba cogiéndose". la mayoría de la baja es la madre. No se comparte de forma igualitaria: los hombres se cogen los tres meses exclusivos para cada miembro de la pareja y la mujer se agarra más de uno. año", explica Ruiz-Valenzuela. En cambio, considera que la baja igualitaria del modelo español introduce un elemento "muy importante": la obligatoriedad de las seis primeras semanas. "Cada vez más, los padres utilizan la fragmentación de la baja" , indica. Un estudio de González y la investigadora del IAE-CSIC Lídia Farré también sugería que los permisos de paternidad pueden incidir en las actitudes sobre los roles de género de los hijos, siempre que estas bajas aumenten la implicación de los hombres en los trabajos del hogar.

Farré es la autora del segundo artículo de esta recopilación elaborada por el IEB, que se centra en el efecto de la gratuidad de la educación infantil de 0 a 3 años en el mercado de trabajo femenino. En este ámbito, la conclusión es que el impacto de un acceso universal a este servicio tiende a ser positivo sobre las madres y los niños de familias con menos recursos, pero son más moderados entre las familias más acomodadas. Farré defiende que incrementar la disponibilidad y la asequibilidad de la educación durante la primera infancia puede tener importantes efectos redistributivos, ya que facilita la incorporación en el mercado de trabajo de las familias con rentas más bajas.

El último artículo es de la profesora de la universidad madrileña CUNEF Claudia Hupkau, que analiza cómo impactan las políticas de flexibilización laboral en las carreras profesionales de las mujeres. La académica observa que el trabajo a tiempo parcial, medida adoptada mayoritariamente por las mujeres, puede ser contraproducente. Un estudio muestra que tras su introducción en España en 1999 se redujo en un 49% la probabilidad de que las mujeres en edad fértil fueran contratadas y la de ser promocionadas cayó un 37%. Por el contrario, las opciones de ser despedidas subieron un 40%.

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