Crónica

Instituto Cerdà: entre la crisis permanente y Hollywood

La institución celebra sus 40 años en el Palau de Pedralbes reivindicando el consenso y la colaboración público-privada

El presidente del Institut Cerda, Salvador Alemany, durante el acto de ayer en Barcelona
15/05/2024
3 min

BarcelonaCorría 1984, España tenía los ojos puestos en la entrada a la Unión Europea y Barcelona se acercaba a la cita de los Juegos Olímpicos del 92. De eso hace 40 años, y la situación social y económica nada tenía que ver con la actual: no había internet, no había teléfonos móviles y nadie podía pensar que un día las reuniones se realizarían a través de las pantallas. Fue entonces cuando nació el Institut Cerdà. Hace ya 40 años que un grupo de ocho ingenieros de caminos liderados por Pere Duran Farell decidieron crear una institución para hacer honor a la figura del ingeniero y urbanista Ildefons Cerdà con el objetivo de dar soluciones a los retos sociales del momento impulsando la innovación, la transformación y la sostenibilidad.

La institución, que ha celebrado este miércoles su 40 aniversario en el Palacio de Pedralbes acompañada de más de un centenar de personalidades, cuenta con una serie de proyectos cumplidos que sus dirigentes han querido recordar: el Observatorio de riesgos para en las empresas, el Servicio de apoyo a la gestión de crisis de las empresas, el Observatorio de innovación en gran consumo, el observatorio 17.17 de colaboración público-privada y diversas iniciativas relacionadas con el desarrollo del territorio, como Compromís Rural.

Su presidente, Salvador Alemany, ha apuntado la clave del éxito de la institución: "un equipo y un patronato que tiene credibilidad y presunción de bondad". Alemany ha celebrado "la capacidad de adaptación de una institución que desde su peculiaridad y valores ha podido resistir porque ha sido capaz de adaptarse a los cambios sociales y políticos". Asimismo, recordó tres características "primordiales" del instituto: es una entidad sin ánimo de lucro, "no depende de ninguna administración pública ni ninguna institución, y eso garantiza su independencia, y vive sólo de la labor que desarrollan los suyos" profesionales". Además, asegura, "se ha dotado siempre de un gran equipo de profesionales de distintas disciplinas".

Crisis y resistencia

Pero no todo han sido alegrías en el Institut Cerdà. El director general de la institución, Carlos Cabrera, ha querido recordar que durante la Barcelona postolímpica la sociedad entró en crisis, y también el Instituto. "Esa crisis estuvo a punto de llevarse el instituto, fue una época marcada por la irrupción de internet y nos costó demasiado adaptarnos a este escenario –recuerda–. Lo importante que aprendimos fue que la honestidad entre el equipo y el patronato del instituto sería la base de los logros presentes y futuros –apunta–. El Instituto comenzó siendo Hollywood y ha acabado siendo una gestión de crisis permanente", bromea Cabrera.

Aquellos aprendizajes permitieron a la fundación salirse bien, de la crisis económica del 2008: "Nos obligó a centrarnos en el sector privado y no tanto en el sector público, y así en el 2010 surgió el servicio de gestión de crisis para las empresas, impulsado por el entonces patrón y ahora presidente Salvador Alemany”. También el consejero de Empresa en funciones, Roger Torrent, ha querido hacer valer el trabajo de la fundación: "Debe ser agentes activos en la ayuda de toma de decisiones, debe tener un papel relevante".

En 40 años han cambiado muchas cosas, y el Instituto aún ahora en las próximas cuatro décadas. Ante los retos de futuro, Alemany considera que "la institución debe saber adaptarse a los problemas de la sociedad", pero asegura que hasta ahora "ha colaborado en fomentar la conveniencia de la colaboración público-privada y se ha convertido un instrumento fundamental para la cooperación".

Parafraseando a su anterior presidente, Gabriel Ferraté, que falleció en febrero de este año, el director general del Instituto, Carles Cabrera, lo dice así: "Os pido 40 años más de inconformismo; como decía en Gabriel, "la física me ha decepcionado profundamente, no tiene en cuenta que el tiempo pasa cada vez más rápido"".

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