Agricultura

El viñedo catalán se recupera

El sector prevé un crecimiento del 20% después de dos ejercicios desastrosos por la sequía

13/09/2025

TarragonaEn el campo hay una máxima que dice que después de un mal año suele venir una buena cosecha. Esta tendencia, más o menos, se ha mantenido a lo largo del tiempo y hace que, si se mira el histórico, se encuentre un cierto equilibrio y los números acaben cuadrando. Pero la sequía que ha afectado a Catalunya en los últimos tres años rompió toda norma y ha comportado unas cifras desastrosas. Los viticultores catalanes, que en un año normal pueden cosechar cerca de 400 millones de kilos de uva, se quedaron en 357 millones en 2022 y desde entonces no pararon de caer: 278 millones en 2023 y 248 millones en 2024. Esto significa que el año pasado, 38% menos de lo normal. Este año, por suerte, la situación se ha enderezado.

Sin dejar de mirar el cielo, aunque sea de reojo, los agricultores están estos días acabando de vendimiar ya falta de haber terminado toda la cosecha y hacer recuento, no pueden esconder la satisfacción. "La cosecha ha vivido un cambio de tendencia respecto a estos tres últimos años", explica Xavier Pié, presidente de la DO Catalunya, que celebra que "los viñedos se han recuperado mucho", gracias sobre todo a las lluvias del otoño pasado y de la primavera. El viñedo ha agradecido estas reservas hídricas y la uva lo ha notado: "Era un júbilo pasear estos días por los viñedos del Priorat", decía satisfecha Pilar Just, presidenta de la DO Montsant.

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Picos de calor

El verano empezó con mucho calor y algunas bodegas avanzaron un poco la vendimia, sobre todo las de las variedades blancas, por miedo a que el calor quedara acidez en la uva. Durante el mes de agosto también hubo dos semanas en las que los termómetros subieron más de lo que quisieran los viticultores, pero, finalmente, la temperatura no ha sido tan extrema. Por si fuera poco, el final del verano es muy suave: "Vivimos un septiembre en el que hace tiempo de septiembre", explica Pau Albó, presidente de la comisión técnica del Consejo Regulador de la DO Empordà. Los septiembres demasiado calurosos amenazan con secar las uvas y obligan a vendimiar a toda prisa. En estos casos, el campesino siempre va tarde porque le faltan manos para adelantar la cosecha tal y como debería. Pero no fue el caso. De norte a sur del país, a falta de datos definitivos y según la impresión de las denominaciones de origen consultadas, esta temporada se habrá recogido cerca de un 20% más que los dos pases, marcados por la sequía. Aún así, todavía estamos entre un 10% y un 15% por debajo de la cantidad que se considera normal. Los cálculos auguran una producción similar a la del 2022 (357 millones de kilos).

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Supervivencia de la planta

Más allá de la producción, hay otra noticia que celebrar, destaca Pié, que es "la respuesta de la planta". Según explica, "los viñedos se han recuperado mucho de la sequía" y esta noticia es aún mejor que la de la producción "porque la cosecha es sólo un año" mientras que los viñedos deberán seguir produciendo en el futuro. Los tres años de sequía, sobre todo los dos últimos, han matado algunas cepas (esta mortalidad todavía ha sido más severa con los avellanos), pero la mayoría de viñedos han resistido y el hecho de que esta producción sea buena demuestra que gozan de salud. Los ejemplares más viejos, así como los recién plantados, son los que se han quedado por el camino. Una de las comarcas vinícolas donde más severa fue la falta de agua es el Priorat. "Aquí todavía estamos en periodo de sequía, ni mucho menos ha llovido todo lo que debería llover", lamenta Salustià Álvarez, presidente de la DOQ Priorat. "Querríamos controlar la lluvia, pero eso depende de san Pedro", bromea.

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Sin embargo, las lluvias de noviembre y marzo fueron suficientes para garantizar el "buen desarrollo de la planta". "Se han perdido cepas, en lugares muy secos que tenían viñedos jóvenes o recién plantados. Estas son las que tienen más debilidades y las que deben cuidarse más", explica el experto. Sin embargo, "no hay ningún caso de un viñedo que se haya secado todo": "Hay cepas muertas, pero los viñedos se han salvado", celebra. La resistencia de esta planta, originaria del Cáucaso y Oriente Próximo, ha sido fundamental para resistir las consecuencias de la crisis climática. "El viñedo está adaptado a la sequía y, además, los episodios de falta de agua también hacen que no se vea afectada por algunas enfermedades, como el mildiu", explica. Además, "las bodegas a nivel de equipamiento técnico y de conocimiento enológico mejoran cada año, con gente más formada y con mayor capacidad de conocimiento y experiencia". Y ésta es, de hecho, la mejor manera de prepararse para las sequías que vendrán.

Desde el año 1980, en Cataluña está el Instituto Catalán de la Viña y el Vino (Incavi), que depende de la Generalidad de Cataluña. "Nos dedicamos a la investigación aplicada y buscamos herramientas para adaptarnos al cambio climático porque no hay otra alternativa", explica al ARA el jefe del servicio de viticultura, enología y ampelografía del Incavi, Xoán Elorduy. Esta investigación implica encontrar variedades más resistentes, mejorar el uso del agua y del riego y, en definitiva, lograr mayor conocimiento. Elorduy recibe información de las distintas denominaciones de origen catalanas y también coincide en que, "en general, todas han crecido". El Priorat quizá sea la que aún sufre más, mientras que la del Penedès, donde ha caído mucha más agua, podría ser la que mejor se haya recuperado. En esta DO se realiza un seguimiento muy exhaustivo desde hace veinticinco años "y la recuperación de las principales variedades es muy interesante", dice. La uva apenas ha entrado en la bodega, se ha empezado a prensar y ahora se obtendrá el mosto, que después de analizarse confirmará o no estas buenas expectativas, tanto en cuanto a cantidad como calidad, que también parece que será lo suficientemente alta. "El xarelo y el macabeo están espectaculares", asegura la presidenta de la DO Tarragona, María Rosa Blanch, mientras que Álvarez celebra que "las uvas están perfectas para hacer vinos de calidad".

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Casi en toda Cataluña, las únicas variedades que quedan por cosechar son la parellada y la cariñena. La primera, con mucha presencia en el Penedès, la Conca de Barberà y el Camp de Tarragona, es la que se utiliza, junto con el macabeo y el xarel·lo, para elaborar el cava y también vinos blancos. La previsión es que también será un buen año. La cariñena, en cambio, es una variedad de cepa negra muy extendida por los viñedos catalanes. Se puede encontrar en el Priorat, en la Terra Alta, en Aragón, en el Rosellón y en el Empordà. "Empezaremos a cosecharla la última semana de septiembre, porque es de las más tardías. maduró tontamente, de repente, y fue perdiendo agua, pero estas últimas lluvias le han ido bien", explica Pau Albó, de la DO Empordà.

El futuro del vino

Cuesta prever si el consumidor tendrá que pagar más o menos por el vino que ahora se empieza a elaborar. "El precio del vino depende de muchos factores, más allá del precio de la uva", explica Elorduy. Blanch (DO Tarragona) está convencida de que "bajadas de precio, no puede haber porque el trabajo de la viña cuesta mucho". Así, reivindica que "hay que luchar por ese precio razonable que permita mantener toda la cadena y que permita vivir a todo el mundo". Para que esto ocurra, también hay que recuperar el consumo de vino, que después de una subida durante la covid sufre un descenso constante.

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Salustià Àlvarez (DOQ Priorat) destaca que actualmente coinciden tres factores muy importantes que determinan el sector del vino: "Los problemas de productividad (por culpa, entre otras cosas, de la sequía); los problemas de mercado (con un exceso de volumen de vino), y una coyuntura internacional que incrementa el coste de la vida y hace que se beba menos vino (porque no es también el bebé menos vino). aranceles".