Un acuerdo que refuerza el apoyo de la UE en Ucrania

A menudo no es fácil calibrar la importancia de los acuerdos cerrados en las maratonianas cumbres de la UE y es necesario un poco de perspectiva. La pasada madrugada, la negativa de Bélgica a aceptar el uso de los fondos rusos congelados en territorio europeo para ayudar a Ucrania obligó al resto de socios a encontrar una alternativa para asegurar el apoyo financiero en Kiiv para sostener la guerra contra Rusia, y ésta llegó por la vía de los llamados eurobonos. Esta vía asegura la misma cantidad de dinero que quería destinarse a Ucrania, unos 90.000 millones, a través de la emisión de deuda conjunta de la UE, un tabú que ya se rompió durante la pandemia. En realidad, se trata de una vía mucho más segura jurídicamente, ya que la incautación de los activos rusos invocando el artículo número 20 de cooperación reforzada de los Tratados es una fórmula que presenta muchas dudas legales, tanto que el gobierno belga, país donde se calcula que hay el 85% de estos fondos, se ha negado en redondo por miedo a violación del derecho internacional.

El hecho de que éste fuera el plan de Alemania, siempre reacio a los eurobonos, y de la Comisión, ha podido provocar cierta sensación de fracaso, pero si se analiza fríamente el resultado de la cumbre es muy satisfactorio teniendo en cuenta las dificultades de poner de acuerdo a todos los socios en una cuestión tan delicada. Al final del día, y gracias al plan B impulsado por Francia e Italia, Ucrania tendrá el dinero que necesita, y no tendrá que devolverlo hasta que Rusia pague compensaciones de guerra. Mientras, los activos rusos continuarán congelados en Europa mientras la UE busca fórmulas para acceder a ellas. Vladimir Putin, especialmente chuleta estos días, no tiene ningún motivo para estar contento.

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Ahora bien, esto no quiere decir que la UE no tenga que tomar este tipo de decisiones con el enemigo dentro. Hungría, Eslovaquia y ahora también Chequia no participarán en la emisión de eurobonos dada su conocida postura pro Putin. La UE debe encontrar la forma de poder utilizar los activos rusos que tiene en su territorio en beneficio propio para evitar sobrecargar aún más al contribuyente europeo, pero sobre todo para lanzar un mensaje claro a Moscú en el sentido de que, tarde o temprano, deberá afrontar una factura muy elevada por invadir un potencial socio de la UE. En un mundo dominado por liderazgos testosteronicos como el de Putin y el de Donald Trump, Europa debe utilizar sus armas, siendo la principal su fortaleza financiera.

Los eurobonos vienen a ser lo que Estados Unidos, China o Rusia ya tiene, es decir, una deuda única mutualizada que permite movilizar muchos recursos con rapidez acudiendo a los mercados internacionales. Ahora hay que utilizar esta palanca para ayudar a Ucrania, pero quizás en el futuro también sea necesario para reforzar la defensa europea. La gran lección de la cumbre es que la UE afronta un dilema existencial que se puede resumir en esta fórmula: o mayor integración política y económica o desaparición por la vía de convertirse en irrelevante.