Derrota o humillación, el chantaje de Trump en Zelenski

O perder la dignidad o perder al aliado más poderoso. El dilema que ha planteado Volodímir Zelenski a sus conciudadanos es grave. Trump lo ha remachado con unas declaraciones a la prensa en las que da una semana al líder ucraniano para que acepte las condiciones de su plan de paz –o así lo llaman– con la amenaza de que si no es así les retirará el apoyo logístico de espionaje y también la llegada de más armamento. Ucrania, pues, sube, parece que ahora si, el final de su agonía, y en el horizonte se vislumbra un final no deseado. Estados Unidos y Rusia han estado negociando en secreto su plan, sin tener en cuenta ni a Ucrania ni a Europa, que han sido menospreciadas de forma humillante.

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¿Qué dice el plan de paz? Pues que Rusia se queda con todo el territorio conquistado en el Donbás, además de la parte de esta región estratégica e históricamente anhelada por Putin que todavía está en manos ucranianas y que pasaría a ser zona desmilitarizada pero perteneciente a la Federación Rusa. Esto significa todo Donetsk y Luhansk, además de las partes de Kherson y Zaporíjia en manos ahora del ejército ruso, una extensa zona que le permite el acceso tranquilo tanto al mar Negro como a Crimea, que evidentemente también sería rusa. Merece la pena recordar que la cesión territorial era una línea roja para Ucrania, que no ha reconocido ni la anexión de Crimea. Y que Rusia pretendía quedarse prácticamente toda la zona costera de Ucrania, si no todo el país. Además, establece que Ucrania reduciría su ejército –de los 800.000 soldados actuales a los 600.000, aunque la petición rusa inicial era una reducción mucho más radical–, se perdonarían todos los crímenes de guerra y se permitiría a Rusia el regreso a todas las instancias internacionales. Como si nada hubiera pasado.

Aunque en Moscú se considera que se hacen demasiadas concesiones, lo cierto es que Trump prácticamente ha comprado todo lo que quería el presidente ruso, Vladimir Putin. Y, a cambio, como hombre de negocios que es, se asegura en algunas cláusulas que Estados Unidos será el agente principal en los trabajos de reconstrucción. Es decir, que serán los que harán negocio y posiblemente los que se queden con las tierras raras ucranianas y otras materias primas necesarias. No es de extrañar que haya salido Putin a decir que el plan le parece bien en general y que, en cambio, Zelenski haya hecho un discurso dramático a la nación avisando de que el momento es grave y que intentará negociar in extremis para mejorar las condiciones con la ayuda, dice, de los países europeos.

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Viendo lo que ha pasado en Gaza, sin embargo, no parece que haya mucho que hacer. Trump entiende el mundo en términos de dominación imperial y hace ya tiempo que todos sus gestos –recordamos la humillación de la primera reunión de Zelenski en la Casa Blanca– van camino de exigir la rendición de Ucrania para contentar a su "amigo" ruso. Veremos qué ocurre esta semana. Qué movimientos podrá realizar la Unión Europea y el propio Zelenski para esquivar ese plan de paz que supone una pérdida de territorio y de soberanía. Ucrania no puede permitirse perder a Estados Unidos como aliado, lo que acabaría con su derrota antes que tarde, y la corrupción interna y el cansancio de los años de guerra también pesan, pero aceptar este plan es una humillación que será difícil de tragar. Entre la derrota y la indignidad, la decisión es difícil.