Merz comienza con mal pie como canciller

La fiabilidad y previsibilidad alemana hace ya tiempo que no son más que un tópico, pero lo cierto es que nadie esperaba lo ocurrido esta mañana en el Bundestag, donde el candidato a canciller Friedrich Merz ha obtenido sólo 310 votos de los 328 que suma la Gran Coalición entre la CDU y el SPD y no ha obtenido la mayoría necesaria para ser elegida. El desconcierto se adueñó de la política alemana, ya que nadie aclaró quiénes eran los diputados díscolos que se negaron a seguir la consigna de su partido ni qué motivos tenían para el boicot. El caso es que la votación se ha repetido por la tarde y entonces sí que Merz ha recibido 325 votos, nueve más de los 316 necesarios.

Este accidentado inicio de mandato, sin embargo, representa una muestra de la fragilidad de la coalición, que ni siquiera ha podido asegurar una votación de investidura tranquila. El hecho de que en estos momentos no se sepa ni siquiera los motivos de la rebelión añade incertidumbre a una mayoría parlamentaria que sobre el papel debía garantizar estabilidad no sólo en Alemania, sino también en la Unión Europea en un momento crucial.

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A estas alturas es una incógnita saber qué ocurrirá cuando el gobierno tenga que aprobar los compromisos incluidos en el acuerdo de gobierno, como el endurecimiento de la política migratoria o el aumento del gasto en defensa y en otros ámbitos para relanzar la economía alemana. No se sabe si la disidencia ha sido puntual o se va a mantener. Si viene del ala izquierda del SPD (hipótesis más probable) o del ala derecha de la CDU (¿quizá partidaria de acercarse a la extrema derecha de la AfD?). Toda esa confusión llega en un momento muy delicado, en el que la Unión Europea necesita liderazgos fuertes y cohesión política, una fórmula que la Gran Coalición alemana parecía garantizar.

Esperamos que todo ello no pase de un susto y la coalición empiece a funcionar desde el primer día con más suerte que el anterior que encabezaba el socialdemócrata Olaf Scholz, que se encontró paralizada por sus contradicciones internas. El acuerdo entre cristianodemócratas y socialdemócratas es producto de una transacción. El SPD acepta los postulados de la derecha en inmigración, y la derecha acepta las recetas keynesianas para la economía, abandonando así la histórica obsesión de los conservadores alemanes por el equilibrio fiscal, que es lo que ha provocado, según algunos expertos, ese tipo de recesión autoinducida que sufre ahora mismo Alemania.

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Pero lo más importante es que Merz se convierta, junto con el francés Emmanuel Macron, en el líder que haga avanzar a la Unión Europea hacia mayores cotas de autonomía estratégica, que plante cara a las fanfarronadas de Donald Trump y mantenga el apoyo a Ucrania ante las ansias expansionistas de Vladím. Por su peso específico, Merz debe asumir una mayor responsabilidad que la de su antecesor, que nunca pareció estar a la altura de lo que se le pedía. Ahora bien, para ello, primero tendrá que asear su casa y asegurar que cuenta con una mayoría parlamentaria más sólida de lo visto este martes.