Trump impone su ley
Con la obsesión por aplicar aranceles a todos aquellos países que no cedan a sus peticiones, el presidente de los Estados Unidos demuestra que tiene poco o nulo interés por las normas que han funcionado hasta ahora, así como por su cumplimiento. No ha dudado ni un segundo en reescribirlas a su estilo y conveniencia, alejándose de los cánones de la diplomacia y las relaciones políticas tradicionales para conseguir sus objetivos o, al menos, que lo parezca.
Y en esta estrategia de deshacerse de todos aquellos datos y personas que contradicen su relato, no muestra ningún miedo a dinamitar el prestigio de las instituciones. Lo hizo recientemente ordenando el despido de la economista Erika McEntarfer, comisionada de la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS, en sus siglas en inglés), encargada de elaborar las estadísticas de desempleo, después de que su último informe diera malos datos en la creación de puestos de trabajo. Los datos no se ajustaban a la realidad que pretende vender.
Acusó a esta responsable, nombrada por el anterior presidente, el demócrata Joe Biden, de haber falseado el año pasado las estadísticas para intentar impulsar a la exvicepresidenta demócrata Kamala Harris en las elecciones presidenciales. "Necesitamos cifras precisas", dijo Trump, y anunció un sustituto "mucho más competente y calificado".
Otro de sus objetivos es la Reserva Federal, la Fed, el banco central del país, ejemplo de independencia del poder político. Como lo mejor para sus intereses sería un bajón de los tipos de interés, Trump lleva meses con el presidente de la Fed, Jerome Powell, en el punto de mira. Por el momento, ya ha colocado a un peón en la Reserva Federal, Stephen Miran, defensor de sus políticas y presidente del Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca, aprovechando una vacante en la junta de gobernadores.
Pero no le basta, y como el mandato de Powell como presidente no termina hasta el próximo mayo, ha buscado argumentos para deshacerse de otra pieza, Lisa Cook, la única mujer negra en la junta de gobernadores, uno de cuyos principales pecados fue ser nombrada por Biden. Cook ha defendido la actuación de Powell y su prudencia respecto al precio del dinero mientras la inflación no dé muestras de una estabilidad que puede romperse, según avisan muchos expertos, precisamente por culpa de la política arancelaria de Trump.
En una medida inédita, Trump ha dirigido una carta a la gobernadora Cook para despedirla. Invoca los poderes que le otorga el estatuto fundacional de la Fed para destituir a sus miembros cuando exista causa adecuada. Acusa a Cook de haber pedido hipotecas presentando información fraudulenta. Pero la gobernadora se ha rebelado. Y se ha abierto una batalla que vuelve a herir la independencia de la Fed. La bolsa no se muestra demasiado preocupada, porque está más pendiente del posible recorte de los tipos del 17 de septiembre, pero la deuda a largo plazo se encarece porque crecen las ventas por las dudas sobre la credibilidad del país. Y pagar más caro la deuda sí puede ser un verdadero problema para los Estados Unidos.