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15 años de turismo en Barcelona: así ha atraído talento y enamorado al mundo

Entre 2010 y 2025, Barcelona ha pasado de batir récords de visitantes a priorizar un turismo de mayor valor añadido, con menos presión y más retorno para la ciudad. Realizamos un recorrido por los grandes números, las regulaciones pioneras y los momentos que han marcado la evolución turística de los últimos años.

Turismo en Barcelona
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Redacció
22/11/2025
3 min

En octubre de 2010, hace quince años, Barcelona aprobó el primer plan estratégico de turismo de la ciudad. Era un documento pionero que ponía sobre la mesa la necesidad de distribuir mejor los flujos de visitantes, evitar la saturación de algunas zonas y garantizar que la actividad turística revirtiera en calidad de vida para la ciudadanía. En ese momento, Barcelona ya ocupaba un lugar destacado en el mapa global de destinos urbanos: el número de visitantes crecía año tras año, el puerto recibía casi dos millones de cruceristas anuales y la oferta cultural se ampliaba con festivales de referencia y exposiciones de gran formato. Pero pronto quedó claro que el reto no era crecer más, sino crecer mejor.

En 2024, este compromiso se tradujo en la aprobación de la Medida de Gobierno para la Gestión Turística 2024-2027, dotada con casi 258 millones de euros. El plan sitúa el bienestar de los residentes en el centro de la estrategia y consolida un modelo basado en el equilibrio, la calidad y el retorno. Barcelona ha centrado esfuerzos en hacer del turismo una actividad útil, sostenible y compatible con la vida cotidiana. Pero, ¿exactamente, hacia dónde ha avanzado el modelo de la ciudad estos últimos quince años?

El nuevo modelo turístico

Durante estos quince años Barcelona ha impulsado un conjunto de medidas para regular la actividad turística y hacerla más compatible con la vida cotidiana. Una de las más destacadas es el Plan Especial Urbanístico de Alojamientos Turísticos (PEUAT), vigente desde 2017, que establece dónde se pueden abrir nuevos hoteles, albergues o viviendas turísticas y dónde no. Con este instrumento, se ha querido evitar la concentración de alojamientos en barrios especialmente tensionados y se ha frenado la expansión de nuevas plazas en zonas saturadas. A esta línea de control se suma la lucha contra los pisos turísticos ilegales y las iniciativas para limitar la guía de grupos u ordenar la circulación de autobuses turísticos y vehículos de movilidad personal en espacios sensibles.

Otra herramienta clave es el Plan de Gestión de los Espacios de Gran Afluencia Turística (EGA), desplegado a partir de 2023. El plan identifica 16 zonas especialmente visitadas -como la Sagrada Familia, el Park Güell o la rambla de Catalunya- y aplica medidas específicas para gestionar los flujos, reducir el presión y minimizar los impactos el espacio público.

A estas herramientas se han añadido otras medidas significativas que han convertido a Barcelona en una ciudad pionera en la regulación del turismo. Una de las más ambiciosas fue el anuncio de cesar la actividad de los 10.292 pisos turísticos registrados, con el objetivo de recuperar vivienda para uso vecinal y garantizar un modelo urbano más sostenible.

También se han tomado medidas específicas en ámbitos como cruceros y turismo de grupo. En el Port de Barcelona, ​​se ha previsto reducir de siete a cinco las terminales para minimizar el impacto ambiental y contener la saturación. En Ciutat Vella, se ha limitado el número máximo de personas por grupo guiado a 20 y se ha prohibido el uso de altavoces por parte de los guías. Por último, el sistema de financiación también se ha reforzado con un recargo municipal sobre la tasa turística, que oscila entre los 5 y los 7,50 euros por persona y noche. A través de este mecanismo, entre 2014 y 2024, Barcelona ha recaudado 315 millones de euros que se han destinado a mejorar servicios como la limpieza, la seguridad, el transporte o la vivienda. Quince años después, el turismo sigue siendo un activo clave para Barcelona, ​​pero ahora lo es con mayor medida, más regreso y más sentido de ciudad.

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