Cuerpo y mente

¿Podemos fiarnos de la intuición?

Hablamos con el investigador y experto en neurociencia Mikel Alonso sobre cómo comprender y entrenar esta capacidad

20/10/2025

BarcelonaTodos los días tomamos más de 35.000 decisiones y más del 99% se producen de forma inconsciente. Es decir, utilizamos la intuición prácticamente sin darnos cuenta. Y más allá de lo que podamos pensar, la intuición nada tiene que ver con la magia o los presentimientos, sino que es una capacidad real, precisa y cultivable. De todo esto habla el investigador y experto en neurociencia aplicada al comportamiento Mikel Alonso, autor del libro El valor de la intuición (Ariel, 2025).

"La intuición es un proceso mental inconsciente, subjetivo y rápido que es capaz de extraer con precisión conclusiones probabilísticas", explica Alonso. Es decir, de forma automática e inconsciente, el cerebro trabaja continuamente para ver si debe tomar alguna decisión, cómo hacer o no hacer algo. Sin embargo, hay muchas cosas que pueden confundirse con la intuición, pero que no lo son. Como el instinto sexual o de supervivencia, que es algo innato que se ha desarrollado durante miles de años de evolución.

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"El cerebro está programado en primer plano para la supervivencia y, al final, nos dejamos guiar por una decisión rápida, que no infundada, pero eso no es intuición", remarca Alonso. Es como cuando, según explica el experto, una persona por ser atractiva ya creemos que también es simpática o que baila bien. Tampoco es intuición la ilusión de control, como los deportistas cuando antes de salir al campo hacen el signo de la cruz. "No pueden controlar el hecho de que hagan un buen partido, pero sí pueden hacer ese ritual como una forma de controlar la situación", pone como ejemplo.

La intuición, más que ser innata, se aprende con experiencia. "La mejor decisión la toma la intuición, porque ésta tiene todo tu conocimiento, lo que has aprendido de forma formal y reglada, pero también todo lo que vas aprendiendo en el día a día y las conclusiones que vas sacando de forma inconsciente", continúa el autor. Sobre todo asegura que lo que más impacta es la experiencia significativa, que debe ser variada y que se cultiva a partir del ensayo y error.

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Ahora bien, la intuición no te asegura que siempre aciertes. Para entenderlo, Alonso explica en su libro cuál es todo el proceso de funcionamiento de la intuición. Para empezar, nuestro cerebro está todo el rato recogiendo información de forma inconsciente por si en algún momento debe tomar una decisión. Por eso después pasan cosas como que un día conocemos a una persona que hace un gesto con la cara que no nos acaba de agradar. Es el cerebro que nos despliega una serie de información sobre cosas o situaciones que nos han pasado antes a partir de otras experiencias. Más tarde es cuando el cerebro llega a un umbral en el que ya ha tomado una determinación y te avisa con una emoción débil que puedes sentir en el cuerpo, lo que coloquialmente llamamos "un presentimiento".

Sin embargo, a menudo ocurre que tenemos el anhelo de que se produzca determinada situación, y esto hace que lo vemos todo desde un punto de vista muy subjetivo, o que guiemos por estereotipos en función de los prejuicios que ya teníamos. O que nos dejemos llevar por los juicios emocionales, como cuando estamos experimentando una emoción tan fuerte que el cuerpo sólo nos da tres estrategias: la fuga, el bloqueo o la lucha. Si se tiene alguna de estas emociones será muy difícil escuchar el presentimiento que podamos recibir.

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Entrenar el cerebro

Es cierto que, para tener intuición, es necesario entrenar el cerebro. Sin embargo, hay personas que son más intuitivas que otras. En el libro, Alonso hace una revisión sobre el mito de la intuición femenina y asegura que, tras analizarlo desde una vertiente neurocientífica, social y evolutiva, se llega a la conclusión de que las mujeres sí tienen una mayor predisposición a ser intuitivas que los hombres. "Mientras que el hombre se centra en algo de forma muy intensa, las mujeres tienen más zonas del cerebro dedicadas al comportamiento, a la memoria local oa la visión periférica", apunta.

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En cualquier caso, si se quiere entrenar la intuición, primero hay que entrenar la observación del entorno, no sólo con la vista, sino también los sonidos o el tacto. Alonso también recomienda practicar el optimismo: "Así, utilizamos mecanismos automáticos del cerebro que no son tan urgentes, como sería el miedo" matiza. También es importante tener la actitud de aprender mucho, sobre todo cosas nuevas, así como acumular experiencias significativas. "No hacer siempre lo mismo y de la misma forma, sino que sea variado y enriquecedor", continúa. Otro punto es pasar a la acción, aunque salga mal o nos equivocamos, porque esto nos da información para extraer patrones para el cerebro. Investigar cómo son tus presentimientos también es importante, porque cada cerebro es diferente y cada módulo puede avisar de forma diferente, cómo provocarte un mareo o hacerte sentir nervioso.

Al final, Alonso asegura que hace falta hacer caso de la intuición, sobre todo cuando somos expertos en un ámbito concreto, como en nuestro trabajo, si llevamos mucho tiempo de experiencia. Sólo hay una situación en la que el autor aconseja no hacer caso a los presentimientos: el amor. "El cuerpo está inmerso en una locura de neurotransmisores y emociones intensas que hacen que no podamos sentir bien lo que nos dice la intuición", concluye.