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“Mi marido? ¡Si no sabe ni dónde guardo las bolas del árbol!”: la carga de Navidad recae sobre las mujeres

La llegada de las fiestas supone todo un trabajo extra para ellas, tareas a menudo muy invisibilizadas

BarcelonaMontse lleva semanas vuelta por las tiendas del barrio buscando ideas para los regalos. También acudió al mercado para encargar con tiempo la carne para el caldo y anotó recetas para los entrantes. En casa, ha desempolvado el árbol y ha decorado la sala de estar con todos los adornos de rigor. Para ella, estos días están rellenos de listas y más listas de cosas que hacer antes de que llegue Navidad. Sabe que podría pedir ayuda, pero no acaba de confiar en ello. "¡Mi marido? ¡Si no sabe ni dónde guardo las bolas del árbol!", dice riendo. Por si fuera poco, también está un poco preocupada por cómo irá la comida, ya que en el último encuentro familiar hubo algo de tensiones. Todo ello, una suma de gestiones que se le añaden a su ajetreado día a día, entre la casa, el trabajo y los niños.

Cumplir con las tradiciones navideñas exige un esfuerzo extra y una carga mental, a menudo muy invisibilizada, que en la mayoría de los casos recae en la mujer. Si a este hecho le sumamos que, según una encuesta realizada por la empresa Procter & Gamble, tres de cada cuatro mujeres del Estado sufren durante todo el año carga mental –lo que significa que son ellas las que siguen encargándose de la logística, planificación, coordinación y toma de decisiones del hogar–, Nadal se convierte en un período especialmente intenso en el que todo esto se multiplica. Un sobreesfuerzo que, en algunos casos, acaba traduciéndose en agotamiento, ansiedad e incluso en algunos casos puede llevar a depresión.

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"Los roles que jugamos en la vida son la encarnación de las instituciones sociales. Actuamos y sentimos de acuerdo con lo que estos roles esperan de nosotros, y en Navidad, una tradición todavía bastante sólida, este peso se acentúa", explica Francisco Núñez, sociólogo y profesor de los estudios de artes y humanidades de la UOC. Una afirmación que comparte también Maria Olivella, coordinadora de la unidad de igualdad de la UOC, que sostiene cómo muchas mujeres temen vacaciones como Navidad o verano: "Para unas son vacaciones, pero para otras es mucha trabajo logístico, de gestión de relaciones personales, y ven cómo otros miembros de la familia, normalmente los que tienen un rol masculino, tienen realmente vacaciones", matiza.

Estrés añadido

Quien vive la angustia de muchas mujeres con la llegada del mes de diciembre es Seshet Nicolàs, psicóloga y coach personal: "Me pasa cada año que, con las clientas que estoy acompañando, cuando se acerquen las fiestas tenemos que dejar de lado lo que estemos trabajando en ese momento para «trabajar la Navidad»", asegura. Esto significa ayudarlas a gestionar todo el estrés que supone para mujeres y madres toda la organización de las fiestas navideñas, que se suma a la carga mental que ya viven en el día a día. La demanda de realizar una terapia más enfocada en estos días de Adviento ha hecho que Nicolàs haya impartido talleres donde aprender a gestionar este impasse estacional. "Sobre todo les preocupa que todo el mundo esté contento y que todo salga bien, que los regalos sean los adecuados, que la comida quede buena y que no haya conflictos familiares", enumera. Todo este exceso de perfeccionismo y de complacencia hacia los demás causa un estrés que a menudo es difícil de controlar. A esta sobrecarga se añaden también las emociones que cada mujer puede tener hacia las fiestas. "Algunas realmente no disfrutan de la Navidad, porque quizá pequeñas no lo vivieron de manera positiva. Hay unas para quienes estas fechas están en desacuerdo con sus valores, y experimentan incomodidad ante el consumismo que implica. A de otros, simplemente, no les gusta porque no quieren afrontar todo el estrés que comporta organizarlo", explica Nicolàs.

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Tampoco hay que olvidar que son muchas las personas que deben vivir la Navidad en medio de un proceso de duelo por miembros de la familia que ya no están. "Entonces se suma toda esa parte de tristeza y nostalgia a la carga mental", continúa Nicolàs, que expone su propia situación: "A mí siempre me había gustado mucho esa parte del año, pero cuando he sido madre y he tenido que crear toda la estructura, me ha costado mucho conectar con esa ilusión y alegría asociada. Y al final me he sentido culpable y frustrada por no. estarlo viviendo como siempre había sido", confiesa. Para Nicolàs, estas fechas son un momento en el que se ponen a prueba muchos de los temas que trabaja a consulta durante el resto del año, como no saber poner límites, no saber decir que no o ser demasiado autoexigentes. "Este pretender llegar a todo, no escuchar lo que yo necesito, no saber delegar a otras personas y querer que todo sea perfecto, sólo hace que empeorar la salud mental durante estos días", advierte.

Aceptar las emociones

Ante la sobrecarga mental que suponen las fiestas de Navidad, la experta recomienda detenerse y escuchar qué es importante para uno mismo durante ese período. "Tienes que aprender a preguntarte qué es lo que tú quieres y necesitas, cómo quieres hacerlo ya qué ritmo, hacer las cosas porque están alineadas con lo que tú eres y respetarlo", enumera. Saber delegar también es un paso imprescindible para poder vivir las fiestas con mayor tranquilidad. "Aunque sepas que las demás personas a las que lo delegues quizás no lo harán como lo harías tú, tienes que aprender a aceptarlo y dejar que no todo salga como tú querrías", recomienda.

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Por otra parte, Nicolàs aconseja aprender a aceptar las emociones que se sientan, cualesquiera que sean. "Este punto de pretender que todo está bien y, sobre todo si tienes hijos, simular que todo va bien y es maravilloso, cuando por dentro no te sientes así, sólo hace que sumar estrés y ansiedad", asegura. Por eso, siempre insiste en la importancia de saber aceptar las propias emociones, cuidarse y admitir que no ocurre nada si las cosas no salen del todo bien durante estas fechas.

Romper los roles

Más allá de las emociones, los expertos alertan también de la importancia de romper con los roles de género asociados a estas fiestas. "No es fácil dejar de ser como la sociedad nos marca que debemos ser. Los roles son la objetivación de la vida social y, aunque cada vez menos, todavía necesitamos el reconocimiento social que éstos proporcionan", alerta Francesc Núñez. Por eso, se considera necesario crear políticas que favorezcan el equilibrio entre la vida profesional y la familiar, como por ejemplo horarios flexibles, servicios de cuidado cercanos y accesibles, medidas que reconozcan y distribuyan las tareas de cuidado en el ámbito doméstico, así cómo dar visibilidad a la carga mental.

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"Hemos visibilizado parte del trabajo reproductivo, pero nos falta visibilizar y reconocer toda esa carga mental por entender que es trabajo y que genera mucho ruido en la cabeza de las mujeres", reclama Maria Olivella, que considera que hay que mirarlo "desde una perspectiva más interseccional y entender que hay grupos de mujeres que, por razones de clase , no tienen la capacidad de delegar esa carga mental", reflexiona.

Redistribuir las responsabilidades familiares en Navidad puede resultar complicado, pero Núñez propone algunas acciones concretas. El primer paso es adoptar una mirada crítica, identificando y cuestionando las tradicionales dinámicas familiares que perpetúan la desigualdad en la distribución de las tareas. Además, es fundamental promover la empatía, visibilizar el esfuerzo que implica organizar las fiestas navideñas y compartir estas responsabilidades. También es necesario implicar a todos los miembros de la familia y repartir las tareas para reducir el estrés de quien suele cargar con la mayor parte del trabajo. Como apunta Maria Olivella, "es importante visibilizar estas tareas, considerarlas como tales y repartirlas, aunque a veces sea difícil desprenderse de ellas, porque están íntimamente asociadas con el rol de género femenino".