"Los peluqueros debemos saber decir que no"

Conversamos con Jordi Boix, propietario de una peluquería sin productos tóxicos en Barcelona

El mundo se divide en dos tipos de personas: las que cuando van a la peluquería prefieren charlar y hacer algo de "terapia colectiva" y las que no saben cómo hacérselo para que se haga el silencio. En la peluquería catalana Integral, en el Eixample de Barcelona, ​​hay todavía una tercera categoría: la de la gente que opta por escuchar con atención todos los conocimientos que despliega Jordi Boix sobre el universo del cabello mientras les pasa las tijeras. Este barcelonés es un peluquero poco habitual: abrió un centro donde solo se utilizan productos cosméticos sin tóxicos, y no pierde ocasión para combatir "el gran desconocimiento" que asegura tener sobre cómo cuidarnos el pelo.

El sol pica duro en la calle, está lleno verano; pero dentro de la peluquería se está fresquito y huele dulce. En las estanterías se acumulan botes y potitos de marcas desconocidas por el gran público que, si uno se fija, llevan etiquetas que detallan que se trata de cosmética respetuosa. ¿Cómo acaba creando una peluquería como esta alguien que hasta no hace tanto peinaba a jefes de jugadores del Barça en un centro de estética convencional? Boix responde desde uno de los sofás del fondo, junto a los clásicos cascos de astronauta donde se realizan ciertos tratamientos capilares, y la respuesta es inesperada: "Opté por un modelo con productos más respetuosos con la piel, sin tóxicos y químicos agresivos, porque lo sufría yo en mis propias manos –con quemaduras– las quemadas–. buenos para los clientes, ¡sino también para mí!", exclama. Sin embargo, en la práctica esto también beneficia a "toda" a su clientela.

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Dice que optar por productos sin tóxicos es recomendable tanto para la gente que tiene alergias como para la gente que no: "Cada vez nos encontramos personas más jóvenes –sobre todo mujeres– que desarrollan alergias por sobreexposición, es decir, porque los componentes nocivos se han ido acumulando en su cuerpo". El motivo es que, aunque la legislación europea es "bastante protectora" y limita la mezcla de ciertos tipos de componentes en un mismo producto, en nuestro interior interactúan todos ellos "sin que seamos conscientes de ello". Boix reclama más conciencia, tanto en casa como en las peluquerías: "Hay centros en los que te ponen productos que están en la línea entre el bien y el mal, que pueden ser nocivos a la larga".

Por momentos este barcelonés parece más un químico que un peluquero. Habla de parabenos, de sulfatos, de ftalatos, de parafinas… "Me gusta mucho la química y siempre he querido entender el porqué de todas estas reacciones", reconoce. Seguro que tiene que ver que de pequeño creció entre probetas. Su padre posee un laboratorio cosmético. "¡Hemos hecho muchas pruebas y hemos creado nuestros propios productos!", exclama sonriendo. ¿La principal conclusión? Que utilizar componentes agresivos permite a las grandes marcas de cosmética europea incrementar el rendimiento económico de sus productos. "Es injusto y supermachista porque esto afecta sobre todo a los peluqueros ya las mujeres, que se ven más presionadas que los hombres a utilizar infinitos cosméticos de pies a cabeza", se queja Boix.

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Qué hacemos mal

Llega el momento más esperado: es hora de escuchar algunos trucos y consejos que Boix da a su clientela para cuidar mejor su cabello, especialmente en verano, una época "crítica" para nuestra salud capilar. En primer lugar, aconseja no secarse el pelo en el aire y también recomienda no guardar el secador a pesar del calor. "Cuando salimos de casa, ¡tenemos que tener el pelo lo más seco posible!", asegura el peluquero. Esto se traduce en "utilizar tantas toallas como sea necesario" y utilizar el secador para acabar de quitar la humedad. Ahora bien, con una condición: nunca debemos ponerla al nivel máximo de calor porque entonces "resecaremos el pelo". ¡Y nada de secárselos sacudiéndolos deprisa con la toalla! "Debemos hacerlo de forma suave, casi como si nos diéramos un masaje", explica mientras se toca su propia cabeza moviendo los dedos lentamente.

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Jordi Boix lleva nueve meses de baja. Tuvo un accidente en un cruce del Eixample, cuando iba en bici, y ya lleva varias operaciones. Tiene ganas de volver a la peluquería, pero cuando lo haga tampoco aceptará todos los encargos. Nunca lo ha hecho: "Los peluqueros debemos saber decir que no. Hay personas que tienen exigencias imposibles y debemos explicarles. A veces vale más la pena no aceptar un servicio que quedarse a medio camino de las expectativas de un cliente".