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¿Dejar propina o no dejarla? Manual para quedar bien en todo el mundo

Este complemento salarial tiene un fundamento cultural, y puede ser percibido como una aportación obligatoria o como una falta de respeto

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Propina en Francia.

¿Dejar propina o no dejarla? ¿En qué sitios? ¿Y qué cantidad? A la hora de viajar, es un dolor de cabeza saber si debemos dar unas monedas al camarero que nos ha servido oa la taxista que nos ha acompañado en el hotel. Si no nos hemos informado bien, es fácil meter la pata fuera de casa porque las propinas tienen un cimiento cultural. En algunos países asiáticos, se perciben como una falta de respeto o un cohecho incómodo. Mientras que en otros lugares, como en Estados Unidos, son prácticamente obligatorios y constituyen un gasto más a tener en cuenta cuando planificamos el viaje. Tanto si las consideras un agradecimiento al trabajo bien hecho como si estás convencido de que son la columna vertebral de un sistema salarial deficiente que acentúa la condición servicial de los trabajadores, esta guía de propinas es para ti.

Estados Unidos

En Estados Unidos dejar propina no es obligatorio, pero es la norma, ya que históricamente ha supuesto parte del salario de los camareros. Sin embargo, desde la pandemia la regulación sobre los salarios de los camareros y trabajadores de la restauración ha cambiado en varios estados. En 2022 el Distrito de Columbia aprobó un aumento del salario mínimo por hora de los trabajadores de restauración que lleva de cabeza a los ciudadanos de Washington cada vez que deben calcular la propina a dejar. Normalmente, el recibo siempre sugiere un tenedor que oscila entre el 15% y el 25% de lo pagado. Aunque también hay locales (tanto dentro de DC como en otros estados) donde en el precio de la comida ya tiene en cuenta la propina y, por tanto, la propina que nos sugieren al final del recibo supone un extra más. Antonia Crespí Ferrer, Washington

Una propina con dólares americanos.

Reino Unido

Reino Unido no tiene la misma cultura en relación con las propinas que Estados Unidos, pero cada vez se parece más. La costumbre de dejar unas monedas al final del servicio era relativamente raro en las islas: una atención no obligatoria destinada a mostrar el agradecimiento por un trabajo bien hecho. Pero en especial en los restaurantes, sobre todo en los de lujo, pero no sólo, se ha convertido en un cargo habitual en el momento de satisfacer la factura final, con la coerción añadida de encontrarse la opción en el datáfono, en el momento que pagar con tarjeta. En este caso, lo habitual es entre el 10% y el 12,5%. Pero existen establecimientos en los que puede llegar al 15% o al 20%. Los pubs estaban exentos de esta práctica, pero el abandono del efectivo y la proliferación del pago electrónico ha favorecido el mismo tipo de coacción que en los restaurantes, aunque no está tan extendida. Hasta hace poco, en los taxis (los black cabs) las propinas eran discrecionales, pero la tiranía de los datáfonos también ha acabado por imponerse. Una importación del modelo de Uber. Quim Aranda, Londres

Propina en Reino Unido.

Francia

En Francia dejar propinas en bares o restaurantes no es obligatorio y, de hecho, muchos franceses no lo hacen. El servicio está incluido en el precio. Sin embargo, se puede dejar propina si el camarero ha sido especialmente amable y nos gusta cómo nos ha tratado. Lo habitual es entre el 5% y el 10%. Según una encuesta del instituto británico YouGov, sólo el 34% de los franceses deja propinas habitualmente después de comer o cenar en un restaurante. No se considera descortés no hacerlo.

En otros contextos, como en los taxis o en los hoteles, es menos habitual dejar propina, pero también se puede hacer. Se puede redondear el coste del viaje en taxi o dejar un euro al personal del hotel que sube la maleta. Sin embargo, en algunos teatros pequeños, los acomodadores no tienen sueldo y sólo cobran de las propinas. En este caso, es casi obligatorio darlo. Normalmente, un cartel advierte al espectador antes de entrar en la sala de que el sueldo de los acomodadores sale exclusivamente de las propinas. Se suele dejar al menos un euro. Laia Forès, París

China y Japón

En China no existe la costumbre de dejar propina. En los restaurantes, sean chiringuitos de calle o elegantes establecimientos donde te llevan la cuenta en una cajita, nadie espera que el cliente deje más dinero que el que estrictamente indica la cuenta. Tampoco esperan propinas los taxistas ni el personal que trabaja en los hoteles. La tradición de un país comunista es que los trabajadores cobran su salario y no son sirvientes. No se entiende el concepto de propina y los chinos consideran que la cuenta incluye todo. Además, prácticamente ya no se utiliza el efectivo y los pagos se realizan a través del móvil. Así que dejar monedas es prácticamente imposible. En muchos restaurantes y bares se escanea un código QR para acceder a la carta, pedir directamente y pagar. También es cierto que el servicio carece de los estándares que rigen en Occidente. Por ejemplo, es habitual que el taxista no se mueva del volante mientras espera que sea el cliente quien introduzca o descargue las maletas. No es el caso de Japón, donde el servicio puede calificarse de exquisito, pero tampoco se esperan propinas. Existe el orgullo del trabajo bien hecho y recibir dinero extra crea incomodidad. Si, de forma excepcional, se quiere dar una propina, por ejemplo, a un guía, el dinero no se da nunca en mano: siempre debe ir dentro de un sobre. Dolores Rodríguez Puerto, Pekín

Cafetería en China.
Carta de un restaurante de Japón.

Cultura del regateo

En los países de África y Oriente Próximo está muy extendida la cultura del regateo. Por eso, es muy probable que cuando paseemos por los mercados o comercios encontramos que no hay un precio fijado en los artículos. Cuando queremos comprar algo o incluso acceder a determinados servicios, debemos negociar su precio con el vendedor. Entonces entramos en una especie de baile en la que cada una de las partes va cediendo hasta encontrar un precio que les convenga a las dos.

En este contexto, hablar de propinas no tiene mucho sentido. Como el comprador ya tiene derecho a proponer un precio que le parezca justo, la razón de ser de la propina (premiar un producto o servicio bien hecho) desaparece. Si crees que el bien o servicio que quieres comprar lo vale, propone un precio más alto de entrada o acepta lo que te proponga el vendedor. De forma general, es aconsejable que la primera oferta que realices sea entre un 25% y un 30% inferior al precio que propone el vendedor. El primer precio del comerciante tiene ya en cuenta que el comprador exigirá un descuento, mientras que exigir una reducción de la mitad del precio podría resultar insultante.

Poco acostumbrados a las propinas

El tema de las propinas siempre ha generado controversia en nuestro país, donde no existe una normativa que obligue a dejar una cantidad determinada en función del servicio recibido. La costumbre es dejar un importe extra en caso de haber recibido un buen trato, aunque en muchas ocasiones se considera algo opcional y no todas las personas lo hacen. En España las propinas son legales y están previstas en la legislación. La ley las considera menor transacción y de carácter puramente complementario entre consumidores y trabajadores. A diferencia de Estados Unidos, no representan el grueso de los sueldos de camareros, taxistas u otras profesiones de cara al público.

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