Levantarse y que no te duela nada a partir de los 50 no es imposible
Los dolores de espalda o articulares que mucha gente sufre de forma crónica se pueden solucionar con ejercicio y cambios en la dieta
Barcelona"Ay, las lumbares", "Ostras, la rodilla", "Cuidado con las cervicales"... Estas frases es probable que le suenen familiares. Y es que las afecciones dolorosas forman parte del día a día de un porcentaje muy elevado de la población adulta. A medida que nos vamos haciendo mayores incorporamos con humor, pero de forma demasiado natural, esa realidad. ¿Quién no ha oído nunca decir que a partir de los cincuenta si te levantas y no te duele nada es que no estás vivo? Es evidente que, con el paso de los años y del uso del cuerpo, al existir un incremento inevitable del desgaste, se hagan presentes afecciones o patologías a tratar, pero lo que no podemos asumir como algo habitual y con el que hay que convivir sin más son muchos de los dolores que nos afectan en el día a día.
Pere Comet, fisioterapeuta colegiado y propietario de Espai Salut, un centro de fisioterapia y entrenamiento en Vic, explica que estos dolores crónicos son muy habituales y que la mayoría de casos pueden abordarse con tratamientos poco invasivos, con muy buenos resultados y que mejoran, de paso, los hábitos de las personas. “Este tipo de dolores se dan sobre todo por tres factores. En primer lugar, debido al sedentarismo, la falta de movimiento y las posturas mantenidas, que traen dolores generalizados, hacen que la musculatura se debilite y que los esfuerzos recaigan sobre las articulaciones o la espalda. En segundo lugar, por sobrecargas, que son un acceso de utilización de alguna parte del cuerpo debido a esfuerzos y gestos constantes, provocados, en su mayoría, en el mundo laboral, que llevan un desgaste precoz de las estructuras osteoarticulares. Y, por último, los accidentes, como caídas y traumatismos, que sí son inevitables por su naturaleza”. Lo habitual es intentar convivir con estos dolores hasta que interfieran en las rutinas diarias, impidiendo su normal funcionamiento, causando impedimento o incomodidad. En este momento es cuando acostumbramos a buscar soluciones, o acudiendo al fisioterapeuta o al traumatólogo.
Hasta hace un tiempo los tratamientos pasaban exclusivamente por el reposo, los antiinflamatorios y la camilla: “Son eficaces hasta un punto, en casos muy agudos en los que el dolor es muy intenso el planteamiento es correcto, ayudan a salir adelante ya sacar parcialmente el dolor. El tratamiento físico con terapia manual u otras técnicas de litera de fisioterapia también calman el dolor y relajan la musculatura. Pero si el tratamiento acaba aquí, el dolor reaparecerá, seguro”, especifica Comet.
Fundamental: un cambio de hábitos
La práctica, experiencia y sobre todo las evidencias científicas ponen de manifiesto la importancia del cambio de hábitos, una vez más, para mejorar la calidad de vida de las personas y tratar los dolores que forman parte de nuestras vidas. Tal y como explica Comet, en un primer nivel de intervención será necesario un tratamiento más pasivo para quitar el dolor intenso, pero después habrá que incorporar la actividad física regular, de forma controlada y pautada por un profesional, como un hábito más de la rutina semanal .
Nati Palomo, que a finales del 2019 fue operada de una hernia discal que le provocaba unos dolores muy intensos, nos explica cómo ha evolucionado su tratamiento hasta la fecha: “Después de 5 meses de baja laboral empecé a hacer un vez a la semana sesiones de fisioterapia y dos días a la semana sesiones personalizadas de rehabilitación, principalmente para fortalecer la zona lumbar y abdominal. Durante todo este tiempo también hemos estado haciendo un trabajo de fuerza general, movilidad y estiramientos”. De esta forma, Nati y otros pacientes con dolores crónicos consiguen, con el paso del tiempo, volver a vivir sin dolor y que ya no les impida la realización de las rutinas diarias ni les afecte la calidad de vida. “El cambio ha sido radical. Estoy muy satisfecha, ya que en poco tiempo logré alargar la duración de las caminatas, poder estar de pie sin necesitar apoyarme y reducir a la mínima expresión los episodios de dolor, y sin medicación. Ahora puedo hacer vida absolutamente normal gracias a la constancia, pero sobre todo gracias a este trabajo conjunto de fisioterapia y actividad física que ya es un hábito de mi vida”, concluye Nati.
A menudo a las personas afectadas por estos dolores les cuesta hacer el cambio. Los antiinflamatorios, los relajantes musculares y las sesiones de fisioterapia son más cómodas y con unos resultados a corto plazo muy evidentes, pero sin lugar a dudas no son la solución definitiva si lo que busca el paciente es un cambio radical como el que ha conseguido la Nati.
“El tratamiento activo consiste en hacer participar al paciente de su recuperación y de la buena funcionalidad. Y cada vez más, todos los estudios que hay en este sentido nos llevan a esta dirección: pedir al paciente que se implique en su bienestar, haciendo trabajo de fuerza, de movilidad y de flexibilidad y, como complemento, trabajo de camilla y farmacológico y no al revés, que es lo que se hacía hasta hace poco tiempo”, especifica Pere.
Comer mejor también ayuda
Otro aspecto que podemos abordar y que nos ayudará a combatir los dolores crónicos y el malestar general, es la alimentación. Anna Grífols, nutricionista colegiada y especializada en nutrición deportiva y patológica nos lo explica: “La alimentación influye mucho en estos procesos. Actualmente llevamos una dieta bastante inflamatoria. Después de la posguerra, a consecuencia del hambre que se pasó, hubo un cambio de alimentación y sustituimos las legumbres y vegetales por productos de origen animal: carnes rojas y embutidos, muy comunes en nuestra dieta, y productos muy procesados. Todos ellos, en moderación y de forma ocasional, no generan ningún problema, pero consumidos de forma regular son muy inflamatorios”.
Y no es que las personas no queramos hacer bien las cosas, sino que hay falta de información: “ En general creemos que comemos bien, y de hecho tengo comprobado que la mayoría de personas que vienen a mi consulta lo intentan hacer lo mejor posible, pero cuando iniciamos un cambio de alimentación se dan cuenta de que no era así y que en la cabeza de un cierto tiempo se empiezan a sentir más ágiles y más flexibles y consiguen rebajar la inflamación y, con ella, merman algunos males”, afirma Anna.
De esta manera, será interesante evitar, de manera regular, los embutidos y los alimentos muy procesados y con altos contenidos de azúcar y, en cambio, incrementar la ingesta de legumbres, frutos secos, semillas, aceite de oliva virgen extra... “Y no hace falta ir a buscar alimentos de otros países, somos muy afortunados de tener alimentos de gran valor nutricional en nuestra casa, como la remolacha, la granada, el boniato, las acelgas y las espinacas, entre otras”, concluye Anna.
Así que tenemos buenas noticias: si el ritmo de vida y los trabajos nos llevan a sufrir dolores crónicos, tenemos la solución en nuestras manos, que una vez más pasa por un cambio de hábitos. Actualmente la oferta de profesionales de la salud y de la actividad física es amplia y de muy buena calidad en nuestro país y nos pueden acompañar y apoyar en este cambio hacia una mejor calidad de vida.