Élisabeth Cadoche i Anne de Montarlot: "Siempre te comparas con otros y siempre te parecen mejores que tú"

Barcelona"¿Porqué las mujeres siguen sin creer en ellas mismas?". Esta es la pregunta que se hacen e intentan responder Élisabeth Cadoche y Anne de Montarlot en el libro El síndrome de la impostora, recientemente publicado por Península. A través de sus páginas intentan explicar los motivos psicológicos -con profundas raíces históricas y sociales- que llevan a esta falta de autoestima que sufren muchas mujeres a pesar de que solo hace unos años que se ha empezado a hablar de ello. El impulso que han dado los testigos de algunos mujeres muy conocidas como Michelle Obama, la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, o la actriz Emma Watson, que han reconocido que sufren el síndrome del impostora, han ayudado a visibilizar el problema y a que muchas mujeres puedan identificar lo que les pasa. Hablamos de ello con las autoras del libro.

¿De dónde creéis que viene esta falta de confianza que afecta a tantas mujeres y tan diversas?

— La desconfianza tiene tres orígenes: histórico, social y familiar. Las mujeres son producto de un patriarcado que durante siglos ha sostenido y alimentado la idea de fragilidad y de falta de confianza en las mujeres como parte de su ADN. Las mujeres también se ven afectadas por los mandatos sociales que les exigen rendimiento, perfección, belleza, juventud, etc. Finalmente, la falta de confianza puede tener sus raíces en la infancia, con un vínculo emocional frágil. Con el síndrome de la impostora poco importa tu origen, tu cultura: tú también formas parte de la historia, de una sociedad y de una familia que te condicionan.

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¿Cómo se manifiesta este síndrome?

— Cuando te falta confianza en ti misma siempre te comparas con otros y siempre te parecen mejores que tú. Con este síndrome nos podemos sentir fuera de lugar, y por eso nos da miedo exponernos y somos propensas a sufrir ansiedad. Y ante esta percepción que dice que no estamos legitimadas para hacer o estar donde estamos, desarrollamos estrategias compensatorias: una es trabajar frenéticamente, sin contar las horas, y esto nos puede llevar a sufrir lo que se conoce como burn-out (un estado de agotamiento mental y físico producido por el exceso de trabajo). La otra estrategia es sabotearnos a nosotras mismas diciendo que lo hacemos muy mal y no lo conseguiremos nunca.

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Cuanto más éxito tiene una mujer, ¿mayor es el síndrome de la impostora?

— Las mujeres que tienen éxito cuando sufren el síndrome de la impostora creen que cuanta más visibilidad tienen, más probabilidad hay que las descubran y las desenmascaren. Por lo tanto las dudas sobre su capacidad irán intensificándose a medida que tengan más éxito y más poder. Y después, en los sectores tradicionalmente masculinos sufrirá soledad porque no tendrá con quién compartir o comparar su experiencia. Por eso es tan importante la representación, que haya modelos, más mujeres en lugares de poder.

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¿Porqué se está empezando a hablar de este síndrome ahora si hace tanto tiempo que pasa?

— Conocimos el síndrome de la impostora en 1978 gracias al trabajo de Pauline Rose Clance y Suzanne Imes, pero parecía algo reservado para el campo de la psicología. Las mujeres no hablaban, estaban avergonzadas de explicarlo. Pero desde 2017 y el estallido del movimiento Me Too las mujeres han empezado a hablar y sobre todo han empezado a ser más escuchadas, y así su salud mental se ha convertido en una prioridad.

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¿Cómo se supera?

— Lamentablemente es difícil sacarse de encima este síndrome, pero si intentamos revisar las vivencias limitantes que tuvimos durante la infancia, deconstruir algunas creencias falsas que nos inculcaron sobre nosotros mismas, podremos aprender a domesticarlo. Hay que saber aceptar el éxito y desprendernos de la mirada del otro. Es fundamental conocerse bien, contar con personas que sean un apoyo y tener modelos a seguir.