Un café en la ciudad doblemente castigada por Hitler
BarcelonaAh, esas ciudades que parecen una postal. Lugares como Lübeck, en el norte de Alemania, con sus puentes, catedrales puntiagudas y casas de madera con mil y un detalles. Después descubres que buena parte de los edificios los reconstruyeron, puesto que las bombas aliadas los destruyeron durante la Segunda Guerra Mundial. Pero tuvieron el acierto de rehacer el centro tal y como era, más o menos. Así que si no te lo dicen, puedes creerte que el centro de Lübeck lleva siglos aproximadamente igual. No es cierto.
El norte de Alemania está lleno de poblaciones así. Lugares en los que nació una forma moderna de entender el comercio y los negocios, con la famosa liga hanseática. Donde fue cambiando el mundo con gente emprendedora. Gente como los Mann, una estirpe de Lübeck que, gracias al dinero hecho con el comercio y los cereales, fueron propietarios de una de las casas más bonitas de la ciudad. La casa que enamoraba al joven Thomas Mann y de la que conocía todos los rincones, un edificio que fue residencia familiar y sede empresarial. Este año hace 150 del nacimiento de Mann y Lübeck lo celebra. Hace gracia que esta casa sea conocida como la casa Buddenbrook en honor del magnífico libro de Mann del año 1901, Los Buddenbrook. El joven escritor convirtió la casa en la que había crecido en un personaje más de la vida de esta familia imaginada que, lógicamente, se inspiraba mucho en la suya. La ficción acabó superando la realidad y la gente empezó a llamar el edificio "casa Buddenbrook" y no "casa de los Mann". Una vez ganado el Nobel de literatura en 1929, Thomas Mann la convirtió en una biblioteca abierta al público, hasta que los nazis la cerraron. Porque Lübeck era un feudo contrario al nazismo. De hecho, el senado de la ciudad llegó a prohibir la entrada a Hitler en una votación, lo que acabaría costando la vida de los valientes que tuvieron esa osadía.
Hitler nunca perdonó a Lübeck. Le suprimió la condición de ciudad independiente que también tenían Hamburgo y Bremen, reprimió a sus ciudadanos y borró el rastro de Mann, que ya estaba en el exilio haciendo campaña contra los nazis. Ésta fue la doble condena de la ciudad, ya que en 1942 los británicos la aniquilaron bombardeándola porque había tropas nazis y fábricas de armamento. Fue cuando se quemó la casa de los Mann, que tardó mucho en ser reconstruida. Ahora es de propiedad municipal y es un museo, pero lo están remodelando.
La casa y todo el centro de la ciudad de Lübeck, aparentemente bonitos, esconden historias oscuras. Como la vida de Mann, que sufrió mucho. Un hombre que de joven rodeaba por el centro de la ciudad visitando cafés que todavía existen, como el Niederegger, donde se encuentra el Museo del Massapà. En Los Buddenbrook se cita al mazapán, ya que en Lübeck dicen que lo inventaron ellos. O el café Maret, donde Mann recordaba a su padre haciendo negocios justo al lado del senado municipal, un precioso edificio de 1320. Por suerte, Lübeck renació. Y este 2025 recuerda a los 150 años del nacimiento de Thomas Mann, el hombre que la hizo inmortal.
Recomendación para viajar a Lübeck
Libro: Los Buddenbrook
Autor: Thomas Mann
Año: 1901