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Ir de viaje con las amigas o salir a navegar: llegan las fiestas de divorcio

Los expertos destacan las ventajas que puede tener esta fiesta siempre que se respete el proceso de duelo que comporta una separación

Fiestas de divorcio
Joana Justícia
14/05/2024
5 min

Barcelona“No nos enseñan a divorciarnos”, dice Carmen (38 años), que el pasado verano organizó su “despedida de casada”. Hacía más de un año de la separación con su expareja y quería celebrar que volvía a ser ella, es decir, "que no era la mujer de nadie". Aunque la familia criticó que "un divorcio no se celebra", ella tiró por el derecho y reunió durante un fin de semana en Lyon, donde vive desde hace años, diferentes amigas francesas, de Madrid y de Barcelona. ¿El resultado? "Felicidad total", comparte ella.

Celebrar el fin del matrimonio puede parecer fuera de lo habitual, pero la historia de Carmen no es un caso aislado. Hace más de una década que se hacen las "fiestas de divorcio" o "despedidas de casado y casada" y el hashtag #DivorceParty acumula cientos de publicaciones en las redes sociales. También, recientemente hemos visto el anillo de divorcio de la actriz y modelo Emily O'Hara Ratajkowski.

El acto de celebrar la separación se inició en 2008 en Los Ángeles, a cargo de Christine Gallagher, organizadora de este tipo de fiesta y autora deThe Divorce Party Handbook (2017), un manual sobre cómo organizar la celebración. Las opciones son infinitas, más o menos alocadas y con un gasto de entre 5.000 y 25.000 dólares, como apunta Gallagher en el artículo del The Guardian, "Experience: I'm a divorce party planner".

Esta fiesta llegó al Estado poco antes de la pandemia. Sin embargo, en ese momento la demanda entre las empresas de contratación era mínima en comparación con las actuales, coincidiendo con la plena recuperación de las actividades de ocio y ocio. Así lo han vivido desde Me Divierto, una empresa que ofrece actividades de entretenimiento en Galicia y Asturias. César Velasco, uno de los organizadores, explica que el pasado año recibieron quince encargos, una cifra elevada respecto a las tres celebraciones que habían hecho antes de la pandemia. Ahora arranca la nueva temporada y tienen ya cuatro solicitudes, todas de mujeres, como las anteriores. Desde Me Divierto ofrecen actividades de ocio para realizar en grupo durante el día y una cena con espectáculo por la noche, que se hace junto con las despedidas de soltero y soltera. El gasto varía en función del combinado de actividades, pero ronda los 50 euros por persona.

En el caso de Cataluña, las empresas de contratación de embarcaciones y actividades de costa juegan un papel clave: “Hacen una celebración idéntica a la de una despedida de soltero, vienen con los amigos y celebran que han firmado el divorcio, pero se pone el mismo cava y se hacen las mismas bromas”, dice Lluís Lucio, uno de los patrones de Blue Sail, empresa que ofrece rutas en barco de Blanes en Tossa de Mar. Según Lucio, el perfil de personas que lo celebra con ellos son, generalmente, hombres homosexuales, de nivel adquisitivo alto y residentes en la Costa Brava y alrededores, y suelen realizar celebraciones numerosas con un gasto medio de 35 euros por cabeza. Pero las despedidas de casado todavía representan una pequeña parte del negocio: de las 450 salidas que realizaron el año pasado, sólo 18 eran de este tipo. Quien también recibe estos encargos es Guillem Marchal, propietario de Verd Mar Actividades, de S'Agaró, que ofrece actividades de aventura, como vías ferratas y escape rooms. “Vienen a quitarse el corsé mental. Hay quien se compra una Harley, ¿no? Pues aquí vienen a liberarse y romper los esquemas preconcebidos”, reflexiona.

Darle la vuelta

Si bien las empresas contactadas coinciden en que con la superación de la pandemia han aumentado las demandas, no existe una relación proporcional respecto al número de divorcios en Cataluña, ya que han disminuido respecto a 2019. Según los últimos datos del Institut d' Estadística de Cataluña (Idescat), ese año hubo 16.129, en contraposición a los 14.152 de 2022. En este sentido, Victoria García Masip, coordinadora del Grupo de Trabajo de Psicología Coaching del Colegio de Psicología de Cataluña, relaciona el fenómeno con un cambio de paradigma: "Antes se consideraba el divorcio como un trauma o un fracaso y ahora se le da un cariz de liberación y como una oportunidad para crecer personalmente". Además, García opina que realizar este tipo de celebración “no es para frivolizar el divorcio, ya que de por sí es un proceso doloroso”, sino que se trata de “darle la vuelta”.

Éste fue, de hecho, el planteamiento de Carmen. Ella lo celebró durante un fin de semana en casa porque es su “zona de confort, su refugio” y después con las amigas dieron un paseo en barco por el río. Cuando recuerda esa salida, explica que los de la empresa de contratación les preguntaron qué celebraban y una del grupo dijo: "El divorcio de mi amiga, que es una campeona". A Carmen se le hizo un nudo en la garganta y respondió que estaban celebrando “que salían adelante”. Esa conversación dio sentido a la celebración, sobre todo en un momento vital, en el que, como dice ella, las diferencias familiares y laborales iban marcando diferencias vitales entre las amigas.

¿Una fiesta para ellas?

"Se dice que antes se aguantaba más, pues bendito sea el feminismo, que ahora podemos decidir que esto no es para nosotros y cambiar de opinión", reflexiona Carmen. Desde una mirada antropológica, Bruna Alvarez Mora, profesora e investigadora de AFIN, un grupo de investigación del departamento de antropología de la UAB, suscribe la idea del divorcio como “empoderamiento de la mujer” y añade que el cortejo rompe con las fiestas tradicionales que “celebran la familia basada en la pareja estable”, como la boda de oro, para dar paso a un “proceso de individualización de la sociedad”, que vemos reflejado en otros actos, como la despedida de soltera , el baby shower o el yerno reveal, celebraciones en las que la mujer está en el centro.

No sólo las fiestas están dedicadas a ellas sino que, como apunta la psicóloga, por el talante general de las mujeres, ellas optan por realizar encuentros “más organizados”, en comparación con los hombres, que tienden a celebrarlo de otra forma : “Si hablamos de celebrar un divorcio, un hombre quizás se va una noche de copas con sus compañeros y para él ya es una manera de poner punto y final a la situación, sin tener que decirle despedida de divorciado”. Independientemente de la forma en que se celebra el fin del matrimonio, Victoria García Masip alerta de que el noviazgo no significa dejar de lado el proceso de duelo: “Uno tiene que pasar necesariamente, salvo que la persona lo deje a un lado, cosa que no es deseable, para hacer una buena gestión de las emociones”.

Ahora bien, que existan estas fiestas y sean una tendencia en las redes no quiere decir que todo el mundo tenga que sumarse: “Es una cuestión personal y no todo el mundo optará. Una persona seria no lo hará sino alguien optimista con un enfoque positivo”, opina García Masip. Éste es el caso de Carmen, que hizo la celebración cuando ya había “salido del pozo”, por lo que con la fiesta pasaba de una “fase de sufrimiento a una de agradecimiento hacia las amigas”. Partidaria de estas celebraciones, la psicóloga remarca, además, la conciencia del encuentro: “Suele hacerse dentro de una privacidad en la que no hay niños, porque podría confundirlos, sino que son adultos y saben perfectamente lo que están celebrando”.

Con una mirada al futuro, las expertas consultadas creen que en la medida en que avancemos hacia una sociedad más abierta y además, como indica Bruna Alvarez, las empresas vean la oportunidad de “mercantilizar la vida privada”, cada vez serán más las personas que querrán celebrar el fin del matrimonio: “Ha llegado un punto en el que el divorcio se considera una transición de la vida, así como el nacimiento y la muerte y, si acompañamos estos momentos con algún tipo de ritual, ¿por qué no deberíamos poder ¿hacer lo mismo con el divorcio?”, concluye Casals.

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