Una voz para películas y anuncios para todo el mundo que sale de un estudio casero de Lleida
Begonya Ferrer hace doblaje y locución para productoras extranjeras con una voz grabada desde su casa, en el barrio leridano de la Bordeta
LleidaLa primera vez que la actriz leridana Begonya Ferrer grabó su voz para proyectos audiovisuales lo hizo con una manta en la cabeza. Un técnico de su compañía de teatro le había dejado un micro y una pequeña mesa de sonido y ella, tapada con una manta de casa para mejorar la calidad de su voz, se inició en un mundo que ahora supone una de las sus principales fuentes de ingresos. “Arranqué de forma muy precaria”, confiesa.
Ferrer, de 45 años y vecina del barrio leridano de la Bordeta, ha estado toda la vida vinculada al teatro familiar con la compañía Zum-Zum. En verano de 2019, interesada por su propio consumo de audioguías, aceptó los primeros encargos de doblaje y locución como un divertimento. Al ver que tenía traza y que le gustaba, fue aceptando más proyectos. Hasta que estalló la pandemia.
El confinamiento aceleró las cosas. Con los bolos de actriz cancelados, Ferrer dio un paso más en su nuevo proyecto con la construcción de un estudio de sonido dentro de casa. "Mi padre, que es un manitas, me ayudó", recuerda. En uno de los dúplex del hogar construyeron juntos un cercado con tabiques prefabricados y ella lo acabó revistiendo con una espuma industrial para el aislamiento térmico y acústico. El cubículo, de poco más de tres metros cuadrados, daba una buena calidad sonora, aunque no le aislaba de los ruidos exteriores. Cuando quería grabar, tenía que hacerlo en días sin lluvia y “confiando que el perro del vecino no ladrara”. El parrupeo de las palomas del verano del 2020 fue también una pesadilla acústica.
Los encargos aumentaban, sobre todo clientes internacionales. Las principales peticiones han sido películas de animación que buscan una voz hispana, además de proyectos publicitarios, audioguías, documentales y vídeos corporativos. De ella procede la voz que da la bienvenida a los pasajeros de los aviones de Iberia o la voz de una de las aplicaciones de entrenamiento para móviles de la marca Nike. Es locuta en catalán y castellano, pero también en inglés, italiano y francés, para aquellos clientes que buscan un deje hispano en todos los idiomas. "Muchas son empresas españolas que quieren comercializar en el extranjero", con una voz que recuerde su procedencia.
No dobla películas para productoras de nuestro país, por el cumplimiento de la actual normativa que requiere una licencia específica, pero sí muchos filmes extranjeros de animación con contenidos en castellano. Aunque ella es leridana, su familia materna es originaria de Burgos, lo que le ha ayudado a asumir el idioma con naturalidad. Pero sobre todo tiene muchos clientes que le piden imitar el acento latinoamericano. "Cuando era pequeña consumía muchos dibujos de Disney y me encantaba imitarlos con su acento latino, y ahora me va muy bien", explica. Esta habilidad, añadida a su experiencia en el teatro familiar, le ha permitido aceptar muchos encargos de este tipo, incluso de la conocida plataforma de contenidos Netflix. “La animación te permite exagerar el acento latinoamericano, algo que no me atrevería a hacer con actores humanos”, añade Ferrer. El colofón le llegó el pasado mes de agosto, cuando fue nominada a cinco categorías de los premios internacionales One Voice Awards, organizados por Gravy for the Brain en Dallas.
¿Encargos con acento de Lleida? Muy pocos, admite. Pero de vez en cuando aparecen algunos, como el reciente de la mantequilla Cadí (empresa de la Seu d'Urgell), que le pidió una locución en la variante noroccidental. "Me hizo mucha ilusión", confiesa.
El salto profesional
Ha reducido su actividad de actriz a más de la mitad, pero no quiere abandonar los escenarios. Al menos una vez por semana trabaja en las oficinas de su compañía y de vez en cuando se va de gira. "Es la manera que me queda para relacionarme con la gente", dice Begonya Ferrer. Y es que a veces se pasa jornadas maratonianas de doce horas seguidas encerrada en casa locutando para varios proyectos simultáneos.
La intensidad del trabajo la empujó hace tres años a asumir una inversión de mayor envergadura. Compró un nuevo estudio de grabación mucho más profesional, aislado del exterior y con muchas más prestaciones, que aligeran considerablemente su trabajo. Unas aberturas con doble cristal le permiten ver la luz natural de la calle y tiene espacio suficiente para instalar sus ordenadores y ubicar hasta tres personas sentadas. "La mayoría de proyectos los hago a mi aire, pero en algunas ocasiones mis clientes quieren estar presentes mientras grabo la voz", explica.
Además, se ha comprado un estudio portátil que le permite seguir trabajando fuera de casa, sobre todo cuando se va de bolos con la compañía. Es una cabina plegable, "un poco incómodo", reconoce, pero que le sirve para cumplir con los plazos de entrega cuando no hay más margen de tiempo.
Trabajo no le falta. Muchos de sus clientes ya le llaman directamente, pero ella se mantiene activa en el mercado a través de bancos de voz y presentándose a audiciones online a través de diversas plataformas. Aunque es capaz de dar voz a personajes simultáneos de una misma película, alguna vez pidió ayuda a su hija de 14 años, que da vida a los más infantiles. "Ella aún conserva la voz de una niña pequeña y me va muy bien", argumenta.
Inteligencia artificial
Su mayor arrepentimiento en este mundo es haber vendido su voz a plataformas operadas por la inteligencia artificial. Admite que le ofrecieron mucho dinero para clonarla. Cobró cerca de diez veces más de lo habitual. Tras grabar una locución de más de cuatro horas, la empresa contratante utilizó todo el material sonoro para la generación de la voz humana con la aplicación TTS (las siglas del inglés Text-to-Speech). “A veces oigo mi voz por internet o en anuncios que nunca he grabado, y se me hace muy raro”, reconoce. No volverá a hacerlo, porque siente que ha tirado piedras sobre su propio tejado. Recuerda que nunca había llegado a pensar que esto iría tan lejos. "Siempre creía que la voz reproducida artificialmente sonaba demasiado robótica, pero la tecnología ha avanzado tanto que ahora resulta supernatural", asegura. En ese momento pensó que si no lo hacía ella lo acabaría haciendo otro, pero ahora ya no acepta más encargos de este tipo. "Hay que protegernos", defiende.