Realidades y mitos sobre las famosas 'ecologistas' que repiten traje
El Festival de Cine de Venecia ha puesto de nuevo esta cuestión sobre la mesa gracias a la visita de Cate Blanchett con un Armani Privé repetido y Julia Roberts y Amanda Seyfried, que se prestaron un 'look' de Versace
BarcelonaSi tienes ganas de parecer a una persona famosa del siglo XXI y crearte una imagen de marca de persona ecoresponsable que ha dejado atrás la frivolidad y se preocupa por algo más que por su aspecto sólo tienes que hacer algo: repetir vestido. Tomar esta decisión te abrirá las puertas del Olimpo mediático. Si un medio detecta –lo que pasará porque tu equipo les habrá dicho antes...– que llevas un traje que ya habías llevado anteriormente, los redactores y redactoras de moda se emocionarán muchísimo y quizá estés en lo alto de la lista de bien vestidos de no sé qué festival o quizás te llevarás el titular de la crónica de la alfombra.
Evidentemente, una persona famosa que envía un mensaje de sostenibilidad en medio de este mundo decadente gobernado por personas negacionistas del cambio climático –de palabra o de facto...– merece todos los aplausos. Primero, porque conciencia a las personas que la siguen. Y segundo, porque es una forma de plantar cara de forma tácita tanto a las voces que defienden que no es necesario tomar medidas para erradicar el cambio climático como a la industria de la moda en sí misma, la más contaminante del mundo –solo por detrás de la de los hidrocarburos–, que siempre está a favor de que repetimos lo menos posible y seguimos comprando nuevas prendas de vestir.
Venecia, un escaparate de lujo
Sin embargo, no todo es tan sencillo. Esta semana hemos disfrutado de una de las mejores alfombras rojas del año, la del Festival Internacional de Cine de Venecia, que se celebra en la maravillosa ciudad véneta desde 1932. El desfile de estrellas por Lido es incesante y, además, dura diez días. Esto permite disfrutar de la moda en mayúsculas día a día, ya que las estrellas visitantes se permiten allí lujos estilísticos que fuera del contexto europeo no pueden permitirse. En esta burbuja de opulencia y moda, los intérpretes que estrenan traje son una gran mayoría y, lamentablemente, las que repiten son una minoría.
Este año una de las que ha repetido es Cate Blanchett, que en una primera aparición se puso un vestido de corte sirena negro con un inmenso pero elegante escote de Armani Privé que ya había llevado a los SAG Awards del 2022. Como ya hemos dicho antes, es cierto que el gesto le honra y que más exigentes. Con el nivel de insostenibilidad de la sociedad actual y con el avance que hemos permitido al cambio climático, aplaudir a alguien porque se pone un traje dos veces es conformarse con un nivel de migajas que debería darnos pena de nosotros mismos.
Mucha gente no es consciente de la huella ecológica que tienen estos vestidos, que para alcanzar la excelencia se hacen con materiales venidos de todo el mundo y utilizan todo lo necesario para ser lo más bonitos posible, ya que la belleza es lo único que cuenta. Evidentemente, reducir la huella ecológica no está en el centro cuando los diseñan ni mucho menos cuando los fabrican. Si para recuperar el impacto ecológico de una tote bag de algodón hacen falta entre 7.500 y 20.000 usos, ¿cuántos harán falta para recuperar el impacto de una de estas piezas? Son vestidos rellenos de pedrería que viajan con jet privado en todo el mundo para llegar al mismo tiempo a casa de la celebridad en cuestión después de que un equipo de veinte personas esté trabajando allí meses. Hagan ustedes mismos las cuentas. Quizás la celebridad en cuestión debería llevarla todos los días de su vida y aún no haría las paces...
Más (y mejor) fama
Pero por si todo esto fuera poco, hay que tener en cuenta que ponerles la etiqueta de personas ecologistas a determinadas figuras del show business es arriesgado por otros motivos. Y no lo digo por Blanchett, que posiblemente es una de las que más verosímil resulta en ese papel y que ha sido una pionera en la repetición de modelitos. Muchas estrellas del cine, la música o las redes sociales se ponen vestidos que no son nuevos porque prefieren elegir entre los archivos de las grandes firmas de lujo antes que elegir uno de la última colección que haya presentado la marca en cuestión. Esto, que es ecológico porque implica reutilización, es una estafa intelectual a los espectadores. De entrada para que ponerse un traje de archivo vintage de alguna firma de moda es un honor al que no todas las celebridades tienen acceso, lo que supone un upgrade de fama inmediato. En segundo lugar, si ese vestido es célebre porque le llevó no sé qué otra estrella en un momento pop icónico, quien se le pone por segunda vez consigue una dosis altísima de exposición mediática, que es el oxígeno de cualquier estrella en la era de las redes, donde existir en la mente de las personas es muy difícil en medio de tanta información. Es decir, por ser honestos, podemos decir que quien repite con trajes de archivo de grandes marcas, pocas veces lo hace por conciencia ecológica...
También en Venecia hemos visto que el hecho de comportarse ecoresponsablemente a la hora de vestir ha ido un paso más allá. Si repetir del mismo armario está bien y ya es una opción popularmente aceptada por el público actualmente, ahora hemos observado cómo repetir looks recientes de otra persona ha entrado en escena. Julia Roberts llegó a la ciudad de los canales con un total look de Versace que incluía una americana, unos vaqueros y una camisa con finas franjas verticales de varios colores entre los que el amarillo era el protagonista. A través de Instagram, donde el estilista de Roberts había compartido imágenes de la actriz así vestida, Amanda Seyfried preguntó en un comentario si podía ponerse lo mismo. Tres días más tarde, la magia sucedió, y la actriz de Mamma Mia! apareció con éste look exacto en la presentación de la película El testamento de Anne Lee.
Evidentemente, esto también ha generado una lluvia de atención mediática a las dos estrellas ya sus filmes que ha dejado a todos bien satisfecho. También en Versace, que con éste look enseñaba en el mundo la primera propuesta de Dario Vitale, el primer director creativo de la firma desde que murió Gianni Versace y Donatella Versace cogió las riendas. Habría que saber qué piensa Donatella de este nuevo Versace... La idea de hacer todo este juego mediático ha sido buenísima. Lástima que el look en cuestión puede que no sea lo que más ventas les generará.
Sobre la cuestión de la responsabilidad ecológica en moda, las celebridades de la industria del entretenimiento van a remolque de las reinas y princesas europeas, que como saben que su pecado original es vivir de manera muy diferente del pueblo con el dinero del pueblo, siempre deben hacer gestos para parecer del pueblo y no acabar –hablo figurada. Por eso se prestan ropa entre madres e hijas y se ponen –en sus actos públicos...– la ropa muchas veces.
Quizás hacer esto que hacen las royals con ropa que no sea de gala también sería un paso que algunas celebridades podrían dar. Pero claro, a muchas de estas, parecer del pueblo les rebaja el glamour y eso no les conviene para que después las fichen para protagonizar millonarias campañas publicitarias. Con la publicidad hemos topado. ¡Estamos perdidos! Dicho todo esto, parece que tener esperanzas en que el show business abarque en serio la responsabilidad ecológica es en estos momentos una quimera. Lo único que nos queda es esperar a que hagan bastante más de postureo, que cale y que acabe siendo el pobre ciudadano quien salve los muebles del planeta. Como siempre.