Cabaret Pop

Donatella Versace, una heredera demasiado icónica (incluso para sí misma)

La hermana del recordado Gianni Versace ha anunciado que pliega como directora creativa de Versace, la firma que hizo prosperar mientras ella naufragaba

Donatella Versace en una imagen de archivo
22/03/2025
5 min
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BarcelonaSer un icono pop es seguramente lo más contradictorio del mundo: todo lo que hace el icono es noticia, pero ninguna noticia suya consigue cambiar prácticamente nada la imagen que la gente se ha creado. Ésta es la historia de la vida de Donatella Versace, que ha sido noticia recientemente porque después de 27 años ha dejado de ser la directora creativa de la firma que lleva su apellido. Al igual que en otros iconos como Dolly Parton, cuya obra musical queda apaciguada por la sombra de sus desorbitadas cabelleras campo, o como Cher, cuyos méritos se ven eclipsados ​​por sus cirugías, la obra de Donatella se ha visto eclipsada siempre por su melena platinada ultralisa y por su indisimulada adicción al bronceado.

Pero ¿cuál es la obra de Donatella?, se preguntan ahora muchas personas que miran con detalle el CV de este icono. Sinceramente, hay muchas posibles respuestas, pero yo lo tengo clarísimo: sobrevivir. Sobrevivir durante casi 30 años en la industria de la moda, que se lo negó todo cuando su celebrado hermano Gianni Versace cayó abatido a tiros en la puerta de su casa en Miami en 1997. Su máximo mérito ha sido poder imponerse a la industria que la miraba con ojos de juez en el artista.

'Pecado original'

Nunca sabremos por qué Donatella, que era la única heredera posible de la firma de la medusa, contó con tan pocos soportes. ¿Por qué era mujer? Porque no iba vestida con un traje sastre de Armani como los jueces del sector esperaban de una businesswoman de los 90? ¿Por qué no disimulaba ni quién era ella ni cuáles eran sus orígenes? A pesar de que entonces siempre había vivido a la sombra de su hermano y nadie conocía sus capacidades, partía con algún pecado original no identificado que no le perdonaban. Yo creo que si hubiera sido un hombre quien hubiera heredado el cargo de su compañero creativo –es lo que eran Gianni y Donatella desde el inicio: él se refería a él como "musa" pero también como "crítica"– eso no habría ocurrido. Pero ella no contó con esa suerte...

Sin embargo, durante estas tres décadas en las que prácticamente nadie creía en ella, la pequeña de la familia Versace –que ya tiene 69 años– no solo ha sabido conservar el opulento sello creativo de su añorado hermano sino que también le ha sabido hacer deseable en épocas en las que la moda imperante era la sobriedad y el minimo. Surfeó crisis económicas globales, compraventas de la compañía, disputas familiares y también sus propios demonios, que la arrastraron a una adicción a cuya cocaína apenas sale. "Era la nueva cara de Versace. ¿Quién compra moda a una diseñadora débil e inestable que está loca porque toma drogas porque no puede soportarlo? Nadie!", explicó en el 2018 en una revista canadiense. "Todo el mundo me miraba con dagas a los ojos", dice sentir cuando murió su hermano y heredó un cargo para el que tuvo que "crear una segunda Donatella: fría, distante, agresiva y aterradora para poder sobrevivir". "Mi pelo se volvió más y más rubio, mi maquillaje más grueso. Creé una máscara que me protegía, no quería que nadie viera por lo que estaba pasando", confesó la creativa.

Ahora, limpia de su adicción después de que Elton John se lo llevara en un jet privado en una clínica de desintoxicación de Estados Unidos, Donatella ha empezado a ser reconocida por sus logros al frente de la empresa que antes lideró Gianni Versace. Ha sido en el momento de su despedida creativa cuando todo elstar-system global, de dentro y de fuera de la moda, ha aplaudido su capacidad para saber renovar constantemente los códigos que quedaron de la era de Gianni a lo largo de 27 años así como su virtud para penetrar la marca en las nuevas generaciones, algunas tan jóvenes que no saben ni quién fue el difunto diseñador. También se le ha aplaudido la habilidad para convertir la marca en algo deseable para los medios con diseños de moda y puestas en escena que han logrado gran repercusión mediática. Por ejemplo, suya es la creación del Jungle Dress, que Jennifer López lució cuando se hacía llamar JLo, y que causó tanta expectación que propició la creación del Google Imágenes. También ha sido muy mencionado el desfile –en el vigésimo aniversario de la muerte de su hermano– que organizó con las tops de los 90 vestidas con trajes completamente dorados hechos de Oroton, un hito que logró un impacto mediático internacional.

Talento para el marketing

Su talento para vestir celebridades permanentemente por lo que sus diseños se conviertan en virales también ha sido una de sus grandes habilidades. Tanto es así que ha logrado ser una de las más aplaudidas habitualmente de la Met Gala, donde ha firmado looks para la historia como la armadura de Zendaya o la de Lil-Nas, de los Oscars e, incluso, de la Super Bowl, donde vistió a Jennifer Lopez en la actuación que compartió con Shakira. De hecho, ambas, pero también Dua Lipa, Taylor Swift, Madonna o Lady Gaga han confiado en los diseños de Donatella para sus world tours. Diana de Gales o Beyoncé en Crazy in love han vestido diseños de Donatella. También lo avalan cientos de portadas en las revistas más vendidas, la inverosímil colaboración Fendace o su buen ojo para descubrir a talentos jóvenes como el de Anthony Vacarello –actualmente director creativo de Saint-Laurent– que ella fichó para Versus, línea joven de Versace.

Graves sombras

Evidentemente, no todo han sido luces en su extensa carrera en la moda, que empezó hace 50 años por más que sólo se comenten sus 30 en solitario. De hecho, ella misma admitió que cuando abandonó las drogas fue realmente consciente de que había llevado a su querida firma casi a la quiebra. Por eso, si bien ella tiene el gran mérito de haber sobrevivido a la herencia, también hay que mencionar la robustez del corpus creativo de su hermano, que logró sobrevivir a los momentos más oscuros de ella. Ella ha sobrevivido a la marca, pero la marca también a ella.

Permanecer 30 años en la primera división de la moda tiene un mérito inconmensurable. Sólo hace falta que se fijen como chicos jóvenes llenos de energía y talento pliegan al cabo de una década porque ya no pueden más y de ellos nunca más se sabe nada. También es una tarea que suele acabar mal la de poner a un diseñador nuevo al frente de una firma a la que le ha desaparecido el fundador. Las grandes compañías pagan millones a grandes creativos para que mantengan en vida firmas que se han quedado sin el fundador y para que las actualicen para la nueva clientela. Pero esto, de todas las veces que se intenta, funciona menos de la mitad. Porque diseñadores hay muchos, pero talentos pocos.

De ahí que haya que aplaudir a Donatella, porque, sin las herramientas creativas innatas de su hermano ni con las herramientas de salud mental que debería haber tenido entonces, ha logrado sacar adelante una marca por la que en el 2018 se pagaron 1.800 millones de euros. De hecho, su labor ha sido tan potente como nueva cara de la firma que, 27 años después, cuando alguien piensa en Versace les viene a la cabeza la hermana del genio antes que el genio. Quienes la miraban con ojos en forma de daga en 1997 en estos momentos se han debido arrancar los ojos. Quizá por no ver que, pese a que deje de ser la creativa, será la embajadora global a propuesta de la compañía. Por grave que sepa a muchos, Donatella nunca desaparecerá de Versace, porque la mujer del imaginario Versace es ella.

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