Cabaret Pop

El hijo bisexual de Superman

La diversidad en el terreno afectivo llega a los cómics del mítico superhéroe acompañada de una gran promoción mientras en Alemania reinventan a la emperatriz Sissi

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Jon Kent, hijo de Clark Kent y Lois Lane, con su novio , Jay Nakamura

BarcelonaComo pasa siempre cuando los padres son personajes extremos, los hijos salen clavados a ellos o todo lo contrario. Esta es la historia de la vida real y también la más habitual de la ficción, que en estos temas suele dejarse llevar por las inercias de la calle, que le sirven para explicar historias universales con las que el público se pueda identificar. Con el caso de Superman, la opción escogida por la compañía de cómics DC es que este icono de la masculinidad más tradicional y heteronormativa tenga un hijo bisexual. Es decir, arrancar al mítico Superman del marco mental en el que todo el mundo lo sitúa a él y a todo lo que lo rodea.

Jon Kent, el hijo que Clark Kent –a.k.a. Superman– tuvo con Lois Lane, es el personaje que la empresa DC ha utilizado para empezar a incluir diversidad en la ficción del personaje de Superman, que como buena parte de los superhéroes que todos hemos conocido es blanco, heterosexual y tiene un físico que cumple todos los cánones que se esperan de un hombre de éxito. De todo esto, en el cómic que DC publicará el 9 de noviembre el hijo lo encarna todo menos la heterosexualidad, que se ha cambiado por la bisexualidad. Kent, que también es reportero y que también ejerce de Superman, resulta que encontrará novio en el cómic inminente, donde mantendrá una relación romántica con –eso sí que no es ningún tópico...– otro periodista llamado Jay Nakamura. Para ir abriendo boca, la editorial compartió una imagen en internet en la que Kent y Nakamura aparecen dándose un beso.

"Siempre he dicho que todo el mundo necesita héroes y todo el mundo necesita verse a sí mismo en sus héroes", ha afirmado Tom Taylor, autor del cómic. "El símbolo de Superman siempre se ha levantado en defensa de la esperanza, la verdad y la justicia. Hoy este símbolo representa algo más. Hoy más personas se pueden ver reflejadas en el superhéroe más poderoso de los cómics", ha añadido sobre esta inclusiva novedad, que la empresa ha gritado a los cuatro vientos.

Glorificar la normalidad

Pero, lejos de triunfalismos, hay que ser un poco realistas. Tampoco es una gran proeza. Como pasa siempre con las aportaciones que añaden un poco de esperanza al colectivo LGTBIQ+, hay que aplaudirlas. Como estamos tan atrás en relación con nuestros congéneres que aman de manera coincidente con los dictámenes de la Iglesia católica, cualquier pequeño impulso es bienvenido porque hay mucho camino por recorrer. De hecho, últimamente la tarea pendiente ha quedado más clara que nunca con las tristes noticias que hemos tenido que leer.

Pero, una vez aplaudido el gesto de DC, quizás alguna apuesta más valiente los habría alejado del siempre presente olor de pink washing –lavado de cara rosa– que hacen todas estas decisiones pseudoinclusivas –digo pseudo porque nunca se sabe del todo si quizás solo son marketing– en el terreno de la diversidad afectiva. Porque, sinceramente, que un chico que actualmente tiene unos veinte años se dé un beso con otro chico quizás no nos tendría que parecer ninguna proeza ni un acto de valentía de los creadores de la historia. Actualmente es bastante habitual. Y todavía más en contextos acomodados como es el entorno en el que se ha criado el también guapísimo –y superhéroe– hijo de Clark y Lois.

Con todo, quizás este gesto de valentía del que nos han querido convencer habría sido más grande si quien hubiera experimentado sexualmente más allá del sexo contrario hubiera sido el padre o la madre. Eso sí habría sido una historia potente y sintomática de cómo un héroe se enfrenta a cosas que no solo implican fuerza sucia y superpoderes, sino que merecen fortaleza mental y una gran determinación emocional. Como cantaba Sinatra, "call me irresponsible", pero habría sido realmente un mensaje revolucionario que Superman padre saliera del armario –para ser bisexual o para ser gay, es el mismo tabú...– o que mantuviera una relación con un hombre, aunque fuera puntual. También habría estado muy bien que Lois Lane y Superman se separaran y que ella tuviera un poliamor o encontrara novia, harta de un sexo insatisfactorio que ya ha durado demasiado. La apuesta que han hecho a través del hijo es de un riesgo/impacto menor y, como es tan promocionada, resulta un poco entristecedora porque parece que compren el aplauso LGTBIQ+ con un plato de lentejas. Será bienvenida siempre, pero comparado con lo que falta para hacer, ejem...

Donde sí parece que no se han dejado nada en el tintero es en la nueva serie que dedicarán a Isabel de Baviera, que pasó a la historia pop con el nombre de Sisi, emperatriz. A la princesa bávara que acabó siendo emperatriz de Austria y reina consorte de Hungría le ha llegado el turno de renovarse. Al menos en la ficción. En la serie Sisi, presentada esta semana en Cannesseries, la monarca tendrá un perfil diferente del que tantas veces se le ha atribuido a raíz del mito de los años 50 protagonizado por Romy Schneider, lleno de clichés y envuelto en una dulzura que le sirvió para convertirse solo en un producto familiar.

"Nos hemos tomado algunas libertades para convertir la historia en ficción. Nos aferramos a los grandes puntos. Hay muchas escenas que muestran cosas que no pasaron pero que nos sirven para dar más fuerza a los personajes", ha explicado el director, Sven Böhse, que quiere revolucionar el panorama con un reimaginado personaje que quizás sacudirá la mente de algunos que ya lo conocían. Tan fuertes van con la nueva Sisi, que la joven actriz suiza que le dará vida, Dominique Devenport, de 25 años, empieza la serie masturbándose en su cama. Toda una declaración de intenciones de la mujer liberada y feminista que la serie quiere potenciar en relación con esta figura histórica.

El debate de si la ficción ayuda o no a cambiar la sociedad de hoy es más importante que nunca porque la ficción se ha convertido en una parte importante de nuestro ocio. La gente en el metro ya no escucha la radio, sino que mira series en el móvil. Las ficciones han cubierto nuestro escaso tiempo libre y de lo que vemos salen marcos mentales en los que se fundamentarán tendencias sociales del futuro. Por eso las propuestas más contundentes en la liberación de determinados colectivos tendrán un impacto más útil que las tímidas, que se perderán como lágrimas en la lluvia una vez se haya acabado la pertinente campaña promocional.

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