Miguel Bosé divulga los secretos de su infancia
En el libro autobiográfico que acaba de publicar, el cantante habla con detalle de sus padres y también del contexto completamente singular en el que creció
BarcelonaExplica Miguel Bosé que la malaria fue una de las "desgraciadas herencias" que recibió de su padre, el histórico torero Luis Miguel Dominguín. Acabados de cumplir los diez años, lo llevó a un safari por Mozambique sin administrarle ninguna vacuna y con el único propósito de evitar que fuera "maricón", un miedo que el matador había adquirido al observar que el niño leía mucho. Esta es solo una de las múltiples perlas que Bosé explica en su autobiografía, El hijo del Capitán Trueno, centrada en su infancia, un periodo profundamente marcado por los dos padres que le tocaron en el sorteo de la vida.
Estas memorias, en las librerías desde el miércoles, quizás servirán para entender la génesis de la polémica personalidad del artista, que últimamente tan controvertido ha sido por méritos propios. "Lucía, me han dicho que el niño lee, que lee mucho, sin cesar", dice Bosé que le dijo su padre a su madre, la actriz italiana Lucía Bosé, cuando él tenía solo 9 años. Su madre, a la que nunca le faltaron ni el carácter ni la valentía, dice que le respondió beligerante que esto de leer no era síntoma de nada problemático, una frase a la que el torero reaccionó diciendo "¡Maricón, Lucía, será maricón!".
Obsesionado con esta idea, Dominguín lo llevó a Mozambique de safari en contra de la voluntad de su madre, que en esos años sesenta, como mujer de alguien tan poderoso y popular, no tenía prácticamente ningún derecho, ni personal ni como madre. Tal como recuerda Bosé en su libro, estuvieron en tres campamentos en Mozambique, donde enfermó gravemente de malaria y, encima, tuvo que aguantar que su padre intentara hacerlo iniciar en el sexo con una chica de 16 años a pesar de que él tenía solo 10. Afortunadamente, afirma, un acompañante del viaje lo impidió.
A pesar de la enfermedad, según recoge Efe de la obra, su padre lo obligaba a hacer marchas por la sabana, y cuando se desmayaba, en vez de ayudarlo, lo amenazaba con pegarle un bofetón por "nenaza". "Me rendí por siempre jamás. Entendí que nunca conseguiría estar a la altura de sus expectativas", relata Bosé sobre qué sintió en ese momento del viaje, del que volvió con "pánico" a su padre y pesando 15 kilos menos.
La llegada a casa no fue mejor. Según la agencia, Bosé narra que al volver de África su madre "le dijo [a su padre] que no quería verlo nunca más en la vida, y que si al niño le pasaba algo, le metería dos disparos". Tan mal estaba el niño que su "herencia" paterna por avanzado y en forma de enfermedad lo dejó todo el verano en silla de ruedas de tan débil como estaba. Después de ese viaje, los padres de Bosé se separaron y, como explica él mismo, su madre tuvo que estar una semana durmiendo dentro de un coche delante de casa porque Dominguín la echó y la dejó sin poder ver a los hijos.
Un contexto único, lleno de artistas
Esta historia sintetiza a la perfección el ambiente en el que creció Bosé, que en sus memorias define a su padre como un "Dios en la Tierra" y a su madre como "la mujer más guapa del mundo". En el hogar que formaron estas dos combativas personalidades, sin embargo, también hubo grandes oportunidades, puesto que grandes figuras del mundo de la cultura pasaron por su vida y permitieron a ese niño crecer con toda una serie de influencias que muchos habrían querido.
De hecho, el libro sirve también para recuperar una época que ya no existe, en la que los famosos lo eran porque sobresalían en sus ámbitos profesionales. Así, a quien no interese la vida de Bosé quizás disfrutará de la colección de anécdotas que el cantante despliega en esta biografía, en la que habla de los ilustres visitantes que pasaban por su casa. Destacan nombres como los de Salvador Dalí, Pablo Picasso, Luchino Visconti, Claudia Cardinale, Ava Gardner o Deborah Kerr. De Gardner dice que "se descalzaba y se tiraba al suelo a jugar" con ellos y de Kerr, que "no era de jugar, sino más bien del calimocho". Bromas aparte, el testimonio de Bosé es bastante transparente, puesto que confiesa, incluso, que perdió la virginidad con Amanda Lear y que tuvo un idilio con el actor Helmut Berger. "Fue muy natural y todo pasó de una manera bonita", ha asegurado Bosé, que ahora tiene 65 años.
Con todo, y teniendo en cuenta las microvidas y microcuestiones que hoy en día acaban desembocando en libros, resulta absolutamente justificada la edición de esta autobiografía, a la que se tiene que agradecer también la honestidad con la que se ha escrito, puesto que no hay ningún tipo de duda de que a Bosé se lo habrían publicado igualmente si no hubiera querido ser tan claro. Vacunas y pandemias aparte, parece que su vehemencia a veces da frutos positivos.
Por cierto, hablando de su padre, el cantante hizo un ejercicio de transparencia emocional muy interesante cuando en una entrevista promocional le preguntaron si dejarlo en tan mala posición en este libro no era una venganza de las que se sirven frías. "No es una venganza, sino un ejercicio útil para entenderme", respondió. "Lo he perdonado, aunque tampoco había que hacerlo, porque después uno crece y hace cosas peores. Al fin y al cabo, la genética se traslada y se multiplica, y entendí que lo que me había dolido tanto yo lo estaba repitiendo", confiesa Bosé, que seguirá el libro en formato de serie televisiva el próximo año. Una serie que, astutamente, empezará con su recordado debut en la sala Florida Park de Madrid, el mismo lugar donde acaba el libro con el que ahora ha empezado a hacer balance de su vida.