Cabaret Pop

¿Qué pasará con la multimillonaria herencia de Giorgio Armani?

El creador ha muerto a los 91 años sin descendencia y sin casarse nunca. Después de 50 años de incansable trabajo, ha dejado un patrimonio de cerca de 13.000 millones de euros

Giorgio Armani (C) pone con modelos al final de la presentación de su colección femenina Otoño/Invierno 2015/16 para su marca Emporio Armani durante la Semana de la Moda de Milán, en Milán, Italia, el 27 de febrero de 2015
12/09/2025
5 min

BarcelonaLeía en un –como siempre– cuidadísimo texto de Sílvia Rosés en el ARA que Giorgio Armani llevaba años fuera del "huracán creativo". Así era. Y visto lo que suele verse desde hace un tiempo, aún suerte. La de Rosés era una forma bonita de decir que la firma milanesa no se convertía en tendencia día sí día también para producir astracanadas pensadas únicamente para obtener atención social. Él seguía haciendo lo que siempre había hecho: adaptar la elegancia a la actualidad con grandes estándares de calidad y guiños a la modernidad, si no a la vanguardia. Ésta fue su fórmula desde que fundó su marca en 1975 con Sergio Galeotti, el primer gran amor de su vida y socio en la génesis de la firma. De hecho, de forma muy poética, la última gran adquisición del genio antes de morir fue la discoteca de Forte dei Marmi donde había conocido a Galeotti, fallecido antes de tiempo cuando tenía poco más de 40 años, en 1985, por complicaciones derivadas del sida.

La fórmula creativa de Armani nunca se agotó porque él tenía un talento innato para detectar la estética actual y mezclarla con su sello sobrio y chic. Y eso, que parece obvio, tiene mucho mérito, ya que existe un sinfín de creadores que entienden su estética como un fósil, que son impermeables a la incorporación de actualidad a su creación, que tienen un ego tan desatado que creen que su estética es la piedra filosofal y cualquier nueva aportación no es mejorarla sino por mejorarla. Armani, genio polifacético que no sólo dominaba el campo de la estética sino también el empresarial, fue de los primeros en empezar a subdividir en varias líneas su marca y en crear, además, otras divisiones fuera de la moda para maximizar la potencia que acumulaba su apellido. Así, tenía una subdivisión de su marca que iba desde la alta costura de Armani Privé hasta la línea más deportiva de EA7, que terminaba con ese número en homenaje al delantero ucraniano del AC Milan Andriy Shevchenko. Fuera de la moda, tenía una línea de mobiliario y decoración, hoteles, restaurantes y una línea de belleza. Uno emporio que sólo hizo que crecer a lo largo de los 50 años de vida que el creador de Piacenza regaló a su emblema.

En ese contexto, Armani acumuló una fortuna inmensa, que algunos medios calculan que es de entre los 12.000 y 13.000 millones de dólares. Una cifra que habría sido muy superior si el diseñador no se hubiera resistido hasta su muerte en la salida a bolsa de la marca. Pudo maximizar su patrimonio, pero habría perdido parte del control, algo que alguien tan perfeccionista como él no podía concebir. En alguna de las muchas entrevistas que concedió a lo largo de su vida, había dicho que la clave para alcanzar la excelencia sólo era trabajar mucho y delegar lo menos posible. De hecho, los que hemos podido conversar largamente con personas que le conocían de cerca asimismo lo explicaban. Todos sabían que, si iba por la calle y pasaba por delante de alguna de sus 600 tiendas que tenía repartidas en todo el mundo y veía algo en el escaparate que no le gustaba, entraba y lo cambiaba. Y así con todo.

Armani vistiendo a su sobrina Silvana justo antes de un deshielo en los años ochenta

Por esa vía, estética y empresarial, Armani se convirtió, a día de su muerte, en uno de los italianos más ricos, ubicado entre el tercer y el quinto puesto según el medio que hacía la lista. Una acumulación de riqueza que poseía él en singular, ya que el 99'9% de las acciones de su imperio le pertenecían a sí mismo y el 0'1% restante pertenecía a la Fundación Giorgio Armani, fundada por él mismo en 2016 en Milán con unos propósitos diversos. Según consta desde entonces, el ente tiene como objetivo preservar el legado creativo y cultural de Armani, gestionar la transición y el futuro del grupo Armani después de su muerte y, por último, apoyar proyectos filantrópicos en ámbitos como la educación, la investigación científica, el arte y causas sociales.

Armani, la primera vez que apareció de la mano de Leo Dell'Orco

Los herederos (y sus deberes)

Es por todo ello que el principal depositario de su herencia será su fundación, tal y como han explicado los medios italianos después de que trascienda esta semana el reparto del patrimonio realizado por el diseñador en su testamento, formado por dos documentos manuscritos depositados en un notario de Milán en marzo y abril pasados. La pregunta real es, por tanto, quien la dirigirá. Según estos medios, la Fundación será dirigida mayoritariamente por Pantaleo Dell'Orco, mano derecha del creador durante décadas y su última pareja, con la que no estaban casados. También estarán presentes su sobrino Andrea Camerana, sus sobrinas Roberta y Silvana Armani, y el director ejecutivo de Rotschild Italia, Irving Bellotti. De hecho, en una de sus últimas entrevistas, concedida al Financial Times, ya presentó a Dell'Orco como el hombre que debía pilotar la transición después de que él muriera, una cuestión que siempre curiosó los medios especializados en moda y sobre la que él murió en silencio.

Silvana Armani con su tío

Se sabe que el rey Giorgio, como se le conocía dentro del ámbito, rechazó ofertas de compra por parte de grandes conglomerados durante buena parte de sus cincuenta años de vida profesional. Por ello, ha extrañado tanto dentro del sector que el creador estipulara en el testamento que los herederos debían vender un 15% del grupo Armani entre los 12 y 18 meses posteriores a la apertura del testamento a algún gran grupo con el que Armani tuviera alguna colaboración. Por ejemplo, L'Oreal o Essilor Luxottica. Armani deja también dicho que en los años posteriores los herederos –es decir, su fundación– tendrá que vender hasta el 54,9% de las acciones. Esto permitirá que la fundación siempre mantenga un importante 40% de la propiedad del grupo, lo que le habilitará para ser decisiva a la hora de señalar el rumbo de la marca y mantener vigentes los principios fundacionales del diseñador. El testamento también estipula que ninguna decisión estratégica podrá ser tomada sin el consentimiento de Dell'Orco o, si éste no estuviera vivo, de sus sobrinos.

Roberta Armani

Más allá de la empresa existe un importantísimo patrimonio a repartir. A Dell'Orco le ha dejado, por ejemplo, buena parte del porcentaje de acciones que poseía de la firma productora de gafas Essilor Luxottica, un lote valorado en 2.500 millones de euros. Con este paquete también ha pensado en amigos y colaboradores, a los que ha dejado parte de ese grueso legado. Sus propiedades inmobiliarias repartidas por todo el mundo –St. Moritz, Antigua, Nueva York, Milán o Saint Tropez– serán para Camerana, hijo de Rosanna Armani, hermana todavía viva de Armani, con 86 años, de la que también heredará; y para sus dos sobrinas, Roberta y Silvana Armani, hijas de Sergio Armani, hermano ya difunto del diseñador. Por ahora, heredan sólo la nuda propiedad porque hasta que muera Dell'Orco podrá disfrutarlas como quiera.

La casa de veraneo de Armani en Pantelleria

Juntos tendrán que gestionar una firma que quería mantenerse autónoma, como en Francia han hecho Chanel y Hermès y en Italia hasta ahora sólo habían acabado consiguiendo Prada y Armani. También tendrán que dar nueva vida y nueva proyección al conjunto de propiedades particulares del creador que tan bien ilustraban qué significaba conceptualmente el nombre Armani: el yate Maìn, su onírica dammusi en Pantelería, el Palacio Orsini en pleno Quadrilatero milanés, el Museo Armani/Silos y el teatro Armani. La capacidad de trabajo y acierto de ese hombre ha sido increíble. Qué placer heredar su patrimonio, qué trance heredar su testimonio.

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