Cabaret Pop

El verdadero motivo del manotazo de Felipe VI a la reina Letizia en los premios Planeta

El gesto del monarca a su mujer, que ha levantado muchos comentarios a lo largo de toda la semana, ¿habría sido valorado de la misma manera si hubiera sido de ella hacia él?

01. Paloma Sánchez-Garnica con el premio. 02. La Sala Oval del MNAC durante la cena de ayer. 03. Los reyes españoles; el presidente de la Generalitat, Salvador Illa, y el presidente del Grupo Planeta, José Creuheras. PAZ DE LA CARRER
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BarcelonaComo ocurre siempre, las comparaciones en la repercusión mediática y social de un mismo hecho son muy diferentes si el hecho lo protagoniza un hombre o si lo protagoniza una mujer. Exactamente, esto es lo que ha pasado esta semana con el polémico manotazo del rey Felipe VI a la reina Letizia durante los premios Planeta, que se entregaron el martes por la noche en la sala oval del MNAC, en Barcelona. El monarca, abandonando la regia formalidad a la que nos tiene acostumbrados, fruto de la educación tan específica que ha recibido para este propósito desde que era pequeño, le dio un manotazo en la mano de su esposa, que había hecho la acción de ir a cortar un trozo de tarta que había encima de la mesa. Ver lo que iba a hacer Letizia provocó que el rey le diera un golpe en la mano de desaprobación rápidamente para evitar que llegara a tocar el pastel. Para su mala suerte, lo que habría quedado en el siempre discreto círculo de cargos institucionales que ponen en la mesa de los monarcas, en la era de la imagen fue grabado, difundido online y, finalmente, convertido en un fenómeno viral en las redes y en los medios que se ha alargado todos estos días.

Sin lugar a dudas, la lectura evidente del caso es que el rey olvidó que estaba en un acto público, actuó de manera improvisada y se equivocó, ya que su acción –por más inofensiva e informal que fuera– dolía ojos y era evidente que podría convertirse en prensa negativa en algunos círculos contra él o contra la institución. Sin embargo, las voces críticas al respecto han sido poquísimas. La mayoría de medios han calificado el gesto como "sorprendente" o, incluso, "simpático". Ninguno ha hablado como "inadecuado", "errático" o "inoportuno", por poner tres ejemplos que habrían sido muy descriptivos de los hechos en cuestión.

¿Y si llega a ser al revés?

Imagínense qué habrían dicho estas mismas personas y medios si quien hubiera protagonizado ese mismo hecho hubiera sido Letizia. Seguro que habrían escrito que "no sabe estar", que "enseguida pierde los papeles", que "tantos años después y todavía no ha aprendido", que "un acto así perjudica a la imagen de la institución", que " es muy mandón" o, los más rancios, que "eso es una pérdida de respeto hacia el rey de España"... Pero como no ha sido ella quien se ha equivocado, sino él, el hecho es interpretado como un hecho meramente anecdótico.

Pero dejando de lado la polémica en sí, resulta curioso como aunque hay ejemplos de no seguir el protocolo o las convenciones para cada uno de los dos miembros del matrimonio real, quien tiene la fama de saltárselo es más ella que él . Y eso que él ha protagonizado casos muy potentes como cuando todavía era príncipe y le dijo a una mujer navarra que le esperaba en la calle después de un acto que ya había tenido "su minuto de gloria" después de que ella le preguntara cómo es que en España no se hacía un referendo sobre la monarquía. Quizás Leticia paga aún el pecado capital de no haber permitido que él la interrumpiera el día que nos la presentaron y dijo ante toda España: "Déjame terminar". Un gesto impulsivo que este noviembre cumplirá 21 años y que, a pesar de la disciplina mostrada a la hora de desarrollar el cargo, parece que algunos aún no le han perdonado, a la reina consorte.

El motivo de la manotazo, desde dentro

Pero más allá de ese manotazo que a algunos nos ha hecho daño a la vista ya otros les ha parecido gracioso, ¿qué había detrás de este gesto? ¿Qué era lo que Letizia estaba haciendo que al rey le pareció tan poco adecuado como para intentar evitarlo con un golpe en la mano? Pues según ha publicado en las redes el escritor y periodista Sergio C. Fanjul, que estaba en la gala, lo que habría pasado es que Letizia, quizá para romper el hielo, habría intentado bromear con el resto de personalidades con las que compartía la mesa simulando que quería cortar la tarta –que era de mentira– y el rey no habría estado de acuerdo con la broma. ¿Debe considerar fuera de lugar bromear pero no dar un manotazo? ¡Qué extraño! "El pastel era de cartón, pusieron uno en cada mesa para celebrar el cumpleaños [de los premios, que cumplían 75 años], pero después sirvieron un mini pastel en un platillo para cada invitado", explicaba Fanjul, que añadía que el golpe en la mano no se debía a que el rey no quisiera que su mujer "no coma pastel, sino porque no era comestible", tal y como alguien habría especulado.

Del golpe que recibe Letícia por el otro lado, por parte del presidente de Planeta, José Creuheras –que, por cierto, llevaba un traje de americana cruzada en el color verde oliva, de la temporada, ¡precioso!–, quizás se puede interpretar que la reina es tan convincente en las acciones que lleva a cabo que les hizo creer a todos que realmente se iba a comer el pastel fake y la avisaron para evitar que metiera la pata delante de todos. En cualquier caso, aunque el toque de Crehueras es más discreto, prudente y elegante, también se ha interpretado en clave de gesto simpático más que en clave de gesto poco protocolario.

Sin ir muy lejos, no quiero imaginarme qué se diría si algo así hubiera ocurrido en el Reino Unido. Cuando la reina Isabel todavía vivía y recibió la visita oficial de Donald Trump, el presidente naranja le tocó muy levemente la espalda en uno de los momentos públicos que compartieron en Buckingham. El tsunami de tinta en el que aquello desembocó fue épico. Aquí parece que no ocurre nada, lo que siempre dudaremos es si ha sido porque le ha pasado a ella y no a él o porque somos todos mucho campechanos. Está claro que el gesto del rey en el Planeta no tiene gran importancia, pero sí que ha tenido el retrato que se ha hecho todo el mundo que ha hablado.

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