Clapés
Lo pego en el coche o haciendo algún trabajo manual, o las noches que me cuesta dormir. Más que una voz, es un tono que acompaña en estos años de un país tan necesitado de cobijos y refugios, de espacios donde, porque hay pocos, va a parar la inteligencia. El éxito es cuando el anfitrión –un editor, un director de teatro, el realizador de un programa– tiene autoridad para levantar el nivel de los que se acogen a él. En el programa de Toni Clapés, los entrevistados, los colaboradores o los imitadores se vuelven más brillantes. Es instructivo escuchar en otros programas las mismas voces que participan en elVersión RAC1para ver cómo el nivel de un colaborador sube en un sitio y baja en los demás. No me interesan el cine actual ni los chismes del corazón, pero enVersión RAC1es distinto. Y viceversa, me interesan la literatura y la política, pero encuentro insoportables muchos programas dedicados a ello y que simulan que hablan de literatura o de política pero en realidad hablan de cine actual y de mirones del corazón.
Se paga todo el dinero del mundo a los presentadores y se dan todas las facilidades a los medios de comunicación tradicionales para que nos degraden y sometan. ¿Cuántas veces nos sentimos insultados por estos medios, especialmente por los públicos?Versión RAC1parte de un nivel de sentido común y de inteligencia por encima de la media. Cuesta encontrar en los medios tradicionales ese grado de libertad –en otras palabras, de políticamente incorrecto– y sobreentendidos traídos con tanta elegancia y profundidad. Ayuda mucho un humor del desengaño que en los mejores momentos llega a un surrealismo propio de los catalanes. La fórmula judía de Woody Allen funciona bien entre nosotros: comedia es tragedia más tiempo.
Como suele ocurrir, la clave de vuelta del éxito es el grado cero de vanidad en la persona responsable. Esta seriedad está puesta en el otro extremo de la frivolidad omnipresente en los medios y la política, donde el halago es la manera más eficaz, junto al dinero –que de hecho es lo mismo–, de domar las presencias públicas, hasta que se vuelven acríticas y cogen ese aire hinchado y grotesco tan característico. Todo el espacio que la vanidad deja, se llena de inteligencia y compañía.
Mucha gente nos sentimos agradecidos. Difícilmente un programa como éste saldría en otro país, ni se contaría sin la constancia en la autoexigencia. También por este rigor, el tratamiento de la lengua es un caso excepcional de respeto y razonable manga ancha. Por muchos años por el premio recibido. Pienso que merecería muchos más, y específicamente catalanes.