América

Un aeropuerto cerca del Machu Picchu para reactivar la economía de Perú

Los detractores del proyecto temen que perjudique irreversiblemente el patrimonio histórico y cultural de la región

Chinchero (Perú)El aeropuerto que recibirá a los turistas internacionales directamente en la región del Machu Picchu, en el departamento de Cusco (Perú), se sitúa en un poblado con casas de barro. Se llama Chinchero. Está a más de 3.700 metros sobre el nivel del mar y tiene unos 10.500 habitantes, para la mayoría de los cuales el español es la segunda lengua (la primera es el quechua). Su economía se basa en la agricultura y el turismo, porque es uno de los poblados más icónicos del Valle Sagrado de los Incas gracias a su parque arqueológico.

Desde la explanada donde estaba el palacio del emperador inca Túpac Yupanqui se observan, en el horizonte, camiones yendo de un lado al otro. El 19 de noviembre empezaron a construir la terminal del que será el Aeropuerto Internacional Chinchero-Cusco, que espera transportar a unos 6 millones de viajeros cada año sin pasar por la capital, Lima. El proyecto se planteó hace cuarenta años, pero la crisis económica del covid-19 ha sido el detonante para ponerlo en marcha. La paralización del turismo de 2020 dejó la economía de la región “devastada”, en palabras del gobernador, Jean Paul Benavente. La caída del PIB peruano fue del 11,1% (a escala regional, cayó una media del 12,1%), a pesar de que la proyección era que volvería a subir en 2021.

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El aeropuerto ha estado rodeado de polémica desde el principio. El último embate fue en enero, cuando la organización Unión Ciudadana por la Defensa y la Valoración del Patrimonio Cultural y del Ambiento presentó dos demandas para paralizar las obras. La primera, pendiente de resolución, alega que el aeropuerto vulnera los derechos fundamentales al agua y al medio ambiente saludable porque se asfaltarán cerca de 500 hectáreas sobre un acuífero. Además, la obra se encuentra entre dos importantes lagunas, Huaypo y Piuray. La segunda demanda alega que el aeropuerto tendrá un impacto “irreversible” sobre el patrimonio y la cultura de las familias de la zona. “Es como construir un aeropuerto en los jardines de Versalles”, explica al ARA el presidente de la asociación, Marco Zeisser. El 15 de diciembre, el juzgado competente desestimó esta última demanda por considerarla infundada. Entre otros motivos, argumentaba que no acreditaron que ya se hubiera producido una afectación real o inminente sobre el patrimonio paisajístico y cultural.

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El año 2019, la Unesco pidió al gobierno de Perú un estudio de impacto patrimonial por las afectaciones que el proyecto tendría sobre el Machu Picchu, la red de caminos incas y preincas Qhapaq Ñan y la ciudad de Cusco, los tres Patrimonio Cultural de la Humanidad. El estudio todavía no se ha entregado, pero esto no ha impedido que el gobierno, desde julio encabezado por el populista Pedro Castillo, haya puesto la directa. El ministerio de Comunicaciones y Transportes ha asegurado que no es vinculante, porque el informe no concluirá si se tiene que construir o no el aeropuerto. En todo caso, es una herramienta informativa para decidir si se adoptan medidas de mitigación.

“Solicitamos que sea un aeropuerto verde”, decía el gobernador de Cusco en una conferencia el mayo pasado sobre los beneficios que tendría para la región. “Hay cerca de cuatro millones de pasajeros de ida y de vuelta en el aeropuerto actual”, comentaba Benavente en relación con el Aeropuerto Internacional Teniente Alejandro Velasco Astete, a Cusco, el que funciona ahora. “Si esta capacidad en el futuro aeropuerto se duplica, obviamente habrá más presión sobre el Machu Picchu”, añadía, en un intento de equilibrar el ansia de reactivar la economía con la prudencia para preservar una de las siete maravillas del mundo. En julio de 2020, siguiendo la recomendación de la Unesco, el gobierno peruano limitó el número de visitantes diarios al santuario a 2.244. Pero este otoño habilitó nuevos accesos para aumentarlo a 3.500, también como medida para reactivar la economía de la zona.

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La expectativa es que el aeropuerto duplique el PIB de Cusco y que sea una vía de exportación de productos autóctonos, como los agroecológicos y la artesanía. “Ya sé que habrá muchas tiendas y mucho progreso, y al aeropuerto no nos oponemos. Solo esperamos que no desaparezca nuestro trabajo”, comenta una de las tejedoras artesanas del centro Munay Away de Chinchero, mientras persigue a los visitantes preguntándoles si quieren comprar un calendario inca de pared o unos guantes de hilo de alpaca, tejidos de tradición inca.

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Ha sido un año duro sin turistas. Habitantes de Cusco que se dedicaban a los servicios turísticos se tuvieron que reinventar y dedicarse a otras cosas, como el comercio y la agricultura. Perú es el país con la tasa de mortalidad acumulada por covid-19 por millón de habitantes más alta del mundo, 6.066, según la base de datos Our World in Data. Una desafortunada medalla que se explica porque el coronavirus los cogió con 29 camas por millón de habitantes en las unidades de cuidados intensivos y con 7 de cada 10 personas ganándose la vida de manera informal, entre otros motivos. A pesar de este legado, ahora ya tienen más del 71% de la población vacunada con al menos una dosis. Con la irrupción de la ómicron, además, el gobierno ha cerrado las fronteras terrestres y el 25 y el 31 de diciembre ha prohibido cualquier tipo de reuniones, entre otras medidas.

Malas noticias para un destino turístico: si en 2021 han podido salvar los muebles ha sido gracias a los visitantes nacionales. Empresarios de la zona explican que la pandemia ha sido un golpe de realidad, porque les ha hecho ver la gran dependencia que Cusco tenía del turismo. Pero la solución que han propuesto las autoridades, con el aeropuerto de Chinchero, ha sido todavía más turismo.