Magreb

Unas elecciones en Argelia para consolidar el régimen

Gran parte de la oposición ha declinado presentar candidatura a las presidenciales

TúnezEn Argel ya no queda nada de aquél arrebato contestatario que derribó en el 2019 la enésima candidatura del presidente Buteflika, entonces en un estado ya catatónico. Las protestas semanales del movimiento prodemocráticohirakfueron sofocadas, la prensa independiente se encuentra amordazada y la oposición política atenazada. En este clima poco propicio, este sábado se celebran las elecciones presidenciales de Argelia, en las que nadie duda de que el presidente, Abdelmadjid Tebboune, saldrá reelegido.

“Tebboune tiene una buena relación con el ejército, que es quien siempre ha controlado la política en el país. Pero ahora el margen de libertad ha disminuido incluso en comparación con la época de Buteflika. El control sobre la sociedad es total”, comenta un analista político argelino que prefiere guardar el anonimato. Además, Tebboune, de 78 años, cuenta con el apoyo del FAN, el antiguo partido único, de todos los medios de comunicación y del aparato del estado. Los otros grandes aliados de Tebboune han sido el precio del gas natural y del petróleo, que le han permitido comprar la paz social con medidas como aumentos salariales y la creación de un nuevo subsidio de paro para los jóvenes, aunque sólo sea de 100 euros al mes.

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Así pues, la única duda es cuál será la participación, con una clara tendencia a la baja en la última década, reflejo del escepticismo y la apatía que reinan entre la población. En las elecciones legislativas del 2021 sólo el 23% de los electores acudieron a la cita con las urnas. El hecho de que se hayan adelantado los comicios, previstos para diciembre, y que la campaña se haya celebrado en plenas vacaciones de verano no ayuda precisamente a movilizar a la ciudadanía. Aunque quizás esto es lo que el régimen quiere evitar. Las elecciones tendrán lugar antes del regreso de las clases universitarias, algo que no es casual, ya que las universidades fueron el principal bastión del movimiento de protestahirak.

Ante la negativa del régimen a satisfacer sus demandas de nombrar una junta electoral independiente y de liberar a las decenas de presos de conciencia que languidecen en las cárceles, buena parte de la oposición declinó presentar candidatura a las presidenciales. Sin embargo, dos partidos históricos, el progresista Frente de Fuerzas Socialistas (FFS) y el islamista Movimiento de la Sociedad por la Paz (MSP), a diferencia de anteriores elecciones presidenciales esta vez han optado por concurrir a la cita con las urnas. Sus líderes, Youcef Aouchiche (FFS) y Adellali Hassani Cherif (MSP), serán los dos únicos candidatos que competirán con Tebboune.

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Trabas en la oposición

Otros candidatos, como Zoubida Assoul, una ex juez que lidera el partido Unió pel Canvi i Progrés, y Louisa Hanoune, la histórica líder del comunista Partido de los Trabajadores, intentaron concurrir pero no pudieron cumplir los exigentes requisitos fijados por la Junta Electoral. Según la ley electoral, los aspirantes deben tener las firmas de 50.000 ciudadanos o bien el apoyo de 600 cargos electos. “Las reglas estaban hechas para hacer imposible pedir las 50.000 firmas necesarias. No había tiempo material. Además, hubo problemas con el sistema electrónico habilitado para su recogida”, se queja Assoul.

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Quizás se hubieran podido reunir las 50.000 firmas si la oposición hubiera alineado tras un solo candidato. “Durante meses, buena parte de los partidos opositores estuvimos discutiendo la posibilidad de presentar una candidatura conjunta. Pero, por desgracia, no fue posible alcanzar un acuerdo”, explica Assoul. Por último, ella decidió presentar candidatura, pero no pudo cumplir los requisitos de la Junta Electoral. “Era consciente de que las elecciones no serían justas y transparentes, pero el boicot sólo favorece la consolidación del régimen. Es mejor intentar generar una dinámica de cambio en la campaña”, reflexiona sobre el dilema que debe abordar la oposición en cada contienda.

“La presencia del FFS y el MSP sólo servirá para maquillar lo que será una farsa electoral”, sostiene Laurence Thieux, profesora de la Universidad Complutense de Madrid especializada en Argelia. “No existe un sistema de partidos sólido porque sus propuestas de cambio no tienen credibilidad. El régimen argelino siempre ha sido muy hábil a la hora de neutralizar los partidos”, añade Thieux. Desde la llegada del multipartidismo a Argelia, a finales de los 80, la mayoría de formaciones han alternado fases de boicot electoral con otras de colaboración con el régimen a cambio de prebendas, como alguna cartera ministerial.

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Una de las justificaciones de Tebboune para presentarse a la reelección es culminar su proyecto político, que prevé, entre otros objetivos declarados, dinamizar la economía argelina y poner fin a la dependencia de los hidrocarburos. Sin embargo, sus esfuerzos en este sentido han sido más bien escasos, porque ha priorizado la paz social. Sin embargo, esto dejará al régimen en una situación precaria cuando se produzca la próxima caída de precios de los combustibles y se destape el malestar popular.