Argelia, un gigante energético con pies de barro

La invasión rusa de Ucrania hace que Europa busque alternativas para disminuir su dependencia energética ante Moscú

La planta de gas a Amenas (Argelia) de BP, en una imagen de archivo. EFE
Ricard G. Samaranch
29/04/2022
4 min

BarcelonaCuando los tanques rusos penetraron en territorio ucraniano hace un par de meses y, de repente, temió por su suministro de gas natural, la Unión Europea dirigió una mirada anhelosa hacia Argel. El gesto era lógico, puesto que Argelia es un país próximo y forma parte del privilegiado club de grandes exportadores mundiales de combustibles fósiles, origen del 60% del presupuesto del estado. Aun así, su capacidad de absorber un hipotético descenso de las importaciones rusas es bastante limitada. Y es que Argelia es un gigante energético con pies de barro.

"Ahora mismo se calcula que Argelia tiene solo un excedente de unos 2 o 3 bcm [billones de metros cúbicos], mientras que los países europeos importan más de 100 bcm anuales de Rusia. Por lo tanto, Argelia ni mucho menos puede sustituir a Rusia en el corto y medio plazo", comenta Aurèlia Mañé, profesora de la Universitat de Barcelona especializada en energía. Mientras que Rusia satisface más de un 40% del consumo de gas en la UE, Argelia solo provee entre un 8% y un 10% de su demanda. Esta cifra se eleva considerablemente en el caso de los países mediterráneos vecinos. Por ejemplo, el gas argelino se ha situado a menudo alrededor del 50% del consumido en España y en Italia la cifra se acerca al 30%. Ahora bien, los papeles entre Roma y Madrid se podrían invertir pronto debido al conflicto diplomático provocado por la adopción por parte del Gobierno de Pedro Sánchez de las tesis de Marruecos en la cuestión del Sáhara Occidental. Argel, que lucha desde hace décadas con Rabat por la hegemonía regional y apoya al Frente Polisario, reaccionó inmediatamente retirando al embajador de Madrid y se teme que como medida de represalia también degrade la posición de España como socio comercial prioritario.

El miércoles el Gobierno argelino incluso llegó a amenazar con la posibilidad de parar el envío de gas a España a través del gasoducto Medgaz, que une directamente los yacimientos argelinos con la costa almeriense. El airado comunicado del ministerio de la Energía argelino estaba motivado por la posibilidad de que España reenvíe a Marruecos una parte del gas importado de Argelia a través de otro gasoducto, el GME. En cuestión de pocas horas, el Gobierno español desmintió esta opción para calmar los recelos de Argel. "En ningún caso el gas adquirido por Marruecos tendrá procedencia argelina", hizo saber el ministerio de Transición Ecológica español.

El papel de Italia

Hace un par de semanas el primer ministro italiano, Mario Draghi, visitó Argelia y firmó varios acuerdos comerciales con la pretensión de convertir Roma en el principal centro de distribución del gas argelino en Europa, llamado a desarrollar un papel más importante como proveedor en la UE. "Argelia ha prometido enviar a Italia 9 bcm adicionales, pero a mí los números no me cuadran. La única forma de hacerlo sería cerrando el grifo en España para liberar sus 6 bcm, pero Argelia siempre se ha caracterizado para cumplir los contratos", añade Mañé. El régimen argelino, que sobrevivió a una fuerte ola de protestas prodemocráticas en 2019, no se caracteriza por su transparencia. Por este motivo, es difícil contrastar informaciones públicas y rumores.

Si bien el país magrebí es el décimo en reservas de gas natural estimadas en todo el mundo, su capacidad de producción y sobre todo de exportación están prácticamente estancadas desde 2005 por varias razones. En primer lugar, por un volumen de inversiones insuficiente derivado de un marco legal que no incentiva la llegada de capital extranjero. Por ley, la compañía nacional Sonatrach tiene que disponer de un mínimo del 51% de las acciones de cualquier nueva explotación y tanto la fiscalidad como el mecanismo de arbitraje son poco alentadores para las multinacionales del sector. Además, la demanda interna de gas exhibe una imparable tendencia al alza impulsada por un crecimiento demográfico sostenido. Entre 2008 y 2018 la demanda interna creció aproximadamente un 70%.

Una opción para aumentar la producción sensiblemente sería iniciar la explotación de las reservas de gas de esquisto a través de la técnica conocida como fracking, puesto que el país norteafricano atesora las terceras reservas mundiales de este recurso natural. Ahora bien, el analista argelino Otman Lahiani descarta esta opción: "Nada hace pensar que el gobierno se encamine en esta dirección".

Revertir el estancamiento

A finales de 2014 el régimen anunció su voluntad de recurrir al gas de esquisto, una práctica que es altamente contaminante y que consume ingentes cantidades de agua. Por esta razón, se desató una fuerte ola de protestas en la región de In Salah, situada en el sur y una de las más pobres del país. Finalmente, las autoridades se vieron obligadas a echarse atrás.

"Antes de abrir un dosier tan sensible, el Gobierno argelino prefiere invertir en la explotación de unos nuevos yacimientos de gas tradicional descubiertos recientemente en el suroeste del país", asegura Lahiani. De hecho, Argel ha anunciado que dedicará cerca de 40.000 millones de euros entre 2022 y 2026 a la exploración, producción y refinamiento de gas, y buena parte se canalizarán hacia los nuevos yacimientos del suroeste. Ahora bien, la explotación de estos nuevos yacimientos de gas natural no está exenta de riesgos, advierte Mañé. "Es una región muy cercana a Malí y la situación de la seguridad en Sahel es muy inestable. Por lo tanto, no es la fuente de aprovisionamiento más segura". De acuerdo con Lahiani, el Gobierno argelino tiene la voluntad de convertirse en actor clave en la ecuación energética europea, pero "no está nada claro que realmente sea capaz".

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