Norte de África

La guerra sucia de Marruecos contra los periodistas: acusados de delitos sexuales por criticar al régimen

La libertad de prensa en el Magreb, ya deficiente, no para de empeorar

Ricard G. Samaranch
y Ricard G. Samaranch

Rabat"Ahora el mundo entero ya sabe que mi hijo es víctima de una injusticia, y no ha cometido estos crímenes de los que se lo acusa", proclama orgulloso Idriss Radi, padre del periodista marroquí Omar Radi. El año pasado la justicia de Marruecos condenó a su hijo a seis años de prisión por haber cometido un delito sexual, cosa que las ONG de derechos humanos consideran una fabricación del régimen. Ahora se siente reivindicado, después de la resolución aprobada la semana pasada por el Parlamento Europeo, que exige la liberación de los reporteros presos en el país norteafricano, y que menciona expresamente el caso de su hijo, de 36 años.

La moción es una rara satisfacción para la familia Radi, en medio de una auténtica pesadilla que ya hace más de un año que dura, desde el día en el que Omar entró en la prisión. Ahí se le ha aplicado un tratamiento cruel que definen como "venganza" por haber revelado, con sus artículos, la corrupción de personas muy cercanas al rey Mohamed VI. "En contra de la propia legislación marroquí, está en un régimen de aislamiento. No lo dejan salir a pasear en el patio y hablar con los otros presos. Tampoco se puede comunicar con el mundo exterior. Solo dejan que llame a la familia dos veces al mes y, a menudo, el teléfono está sospechosamente averiado", comenta Radi.

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Ahora mismo, en Marruecos hay una decena de periodistas entre rejas, buena parte de ellos saharauis, según Reporteros Sin Fronteras (RSF). Ahora bien, los tres más prominentes son marroquíes: Taufik Boucharine, Suleiman Raissouni y Omar Radi. Todos ellos han sido condenados a largas penas de entre cinco y quince años de prisión por cargos relativos a delitos sexuales. "Hemos estudiado a fondo sus casos, y hemos concluido que las acusaciones fueron fabricadas para castigarlos por su trabajo como periodistas de investigación", explica Edith Rodríguez, responsable de RSF por Marruecos.

De acuerdo con esta investigadora, el régimen utiliza estas acusaciones para evitar dañar su imagen internacional. "Es una nueva estrategia que nos complica la vida a las ONG como nosotros o las de derechos humanos. Antes, con el padre del actual rey, sí se encarcelaba a los periodistas con cargos directamente relacionados con la libertad de expresión", sostiene Rodríguez. Pero esta no es la única estrategia para ahogar a los periodistas críticos. Los servicios de seguridad o empresarios muy cercanos al palacio han ido comprando o creando un buen grupo de medios de comunicación con el único objetivo de lanzar campañas de difamación contra las voces críticas, incluidos otros periodistas.

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"En Marruecos queda algún medio realmente independiente online, pero en papel han desaparecido todos", lamenta Maati Monjib, un reportero de investigación que fue encarcelado unos cuantos meses en 2021 y que, al ser liberado, vio cómo todos los medios con los que colaboraba cortaban relaciones con él.

Problema regional

En materia de acoso a la prensa, Marruecos no es una excepción en el Magreb. De acuerdo con el último ranking anual sobre la libertad de prensa en el mundo elaborado por Reporteros Sin Fronteras, ninguno de los cuatro países de la región obtiene un resultado satisfactorio. Túnez, que sufrió un golpe de estado el verano del 2021, ha caído más de 20 puestos y se sitúa en la posición 94, dentro del grupo donde la situación es definida como "problemática". Los otros tres países, Argelia (134), Marruecos (135) y Libia (143), están incluidos dentro de la categoría en la que la situación es "difícil".

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En Argelia las autoridades hace cerca de un mes arrestaron al periodista Ihsan al-Kadi, y clausuraron los dos medios que dirigía: la emisora Radio M y el diario online Maghreb Emergent. Al-Kadi había publicado los días anteriores artículos criticando al presidente Tebboune, y había revelado detalles sensibles sobre su relación con el ejército. Después de la desaparición el año pasado del rotativo Liberté, tan solo sobreviven como medios independientes alguna página web de información y el histórico diario Watan, a pesar de que este atraviesa una delicadísima situación económica, y sus periodistas hace meses que no cobran. "La nueva Constitución establece que no se puede encarcelar a los periodistas. Por lo tanto, Al-Kadi tiene que ser puesto en libertad", exige Khaled Drareni, un periodista que fue encarcelado en 2021 y que ahora representa a RSF en Argelia.

En Túnez actualmente no hay reporteros entre rejas. Sin embargo, el Sindicato Nacional de Periodistas Tunecinos, que ha denunciado el creciente acoso policial y judicial contra sus afiliados, teme que pronto los haya, considerando la deriva autoritaria del régimen de Kaïs Saïd. El presidente, que ha mostrado en repetidas ocasiones su desprecio por los medios de comunicación, aprobó a finales del 2022 un decreto que prevé penas de prisión de hasta cinco años por difundir "noticias falsas", una categoría vagamente definida. En Libia, por su parte, el caos que reina en el país hace muy difícil proteger de las milicias a los periodistas, que ya hace años que se refugian en la autocensura .