Un alud de denuncias de abusos sexuales sacude la Iglesia copta

A pesar del movimiento impulsado por una superviviente, que consiguió la expulsión de su agresor, en Egipto se sigue reubicando a los abusadores

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El CairoEl año 1997 el sacerdote cristiano copto Reweis Aziz Khalil llegó a Orlando procedente de Egipto para servir en una iglesia local de manera temporal. Una vez establecido en la ciudad, el religioso forjó una estrecha relación con la familia de Sally Zakhari, una posición de privilegio que aprovechó para convencer a la madre de la niña, que apenas tenía 11 o 12 años, para que la menor empezara a confesarse. En una de estas ocasiones, mientras los dos estaban solos en la habitación, el sacerdote abusó sexualmente de ella y, al acabar, le recordó que aquello que pasaba durante una confesión se tiene que guardar en estricta discreción.

El verano pasado Zakhari, hoy una farmacéutica de 33 años residente en Florida, decidió romper públicamente ese silencio. En varias publicaciones difundidas en las redes sociales, la joven relató con detalle su historia. Y, sin querer, precipitó un efecto dominó que sacude a la Iglesia copta, con sede en el Cairo, desde entonces. Decenas de relatos de abusos y violaciones, la mayoría anónimos, que involucran a miembros de la institución se han ido sucediendo en internet, y han dejado a cuerpo descubierto tanto el alcance de estos casos como la profunda impunidad con la que se han producido durante décadas, según supervivientes como Zakhari.

Hasta ahora, la joven de los Estados Unidos, donde se estima que viven alrededor de un millón de coptos, ya ha expuesto públicamente a cinco sacerdotes sobre los que pesan varias acusaciones de abuso sexual, incluido Reweis, que no ha podido ser arrestado porque ningún superviviente lo ha denunciado a la policía, y la denuncia de Zakhari –a la que ha tenido acceso el ARA– no sirve, puesto que el caso ha prescrito. Al menos dos de los abusadores han sido reubicados en otros destinos por las autoridades de la Iglesia después de haberse expuesto los abusos, y en un tercero lo estarían intentando convencer para volver a Egipto, donde creen que estaría fuera de radar, según asegura Zakhari. Ella cree que está en Egipto, donde los coptos trazan sus orígenes ahora hace más de 2.000 años, donde se producen la mayoría de abusos, pero nota que en este país ultraconservador pasan mucho más desapercibidos.

A pesar de que limitadas, el movimiento impulsado por Zakhari se ha apuntado pequeñas victorias. El julio pasado, Teodoro II (papa de la Iglesia copta) emitió un decreto por el que expulsó del sacerdocio a Reweis, en el que se cree que fue el primer caso de un miembro de la institución excomulgado por haber abusado sexualmente de niños. Y en septiembre, la archidiócesis copta de Norteamérica, que cubre casi todos los Estados Unidos, anunció nuevas políticas y procedimientos para “prevenir cualquier tipo de abuso e investigar rápidamente las denuncias”.

Pero una sola bastó, en palabras de Zakhari, para evidenciar que los gestos no han sido más que un “engaño”. Poco después de aprobarse los nuevos procedimientos, una superviviente denunció al sacerdote Antonios Baky, sobre quien ya pesa al menos otra denuncia. El comité de la archidiócesis procedió a dejarlo en baja administrativa, y a publicar la medida en internet. Al cabo de cinco días, la notificación fue borrada, y la comisión dimitió. Una nueva comisión también lo declaró culpable, a pesar de estar formada por miembros de su propia diócesis. Pero el papa Teodoro II los sustituyó, en medio de la investigación, para crear un tercer comité en Egipto, del que Zakhari dice que no se sabe nada y que lo declaró inocente. Baky, señala la joven, es el primo del Papa.

Alertados sin hacer nada

Las supervivientes apuntan que esta misma impunidad brindada por los rangos más altos de la Iglesia es sistemática. Una fuente oficial de la institución en los Estados Unidos asegura al ARA que Teodoro II y su predecesor, Shenouda III, habían sido alertados de al menos un caso de abusos sexuales reiterados, el de Reweis, y no tomaron medidas.

Las mismas autoridades eclesiásticas no parecen esconderse. A principios de marzo se reunió, por primera vez desde 2019, el santo sínodo de la Iglesia copta, su máxima autoridad, y no trataron los abusos sexuales a pesar de las peticiones. Teodoro II, por su parte, solo se ha referido a ello una vez, y fue en una entrevista el julio pasado emitida por la cadena egipcia Extra News. Entonces, el Papa copto restó importancia al asunto, lo redujo a “uno o dos casos” y justificó la falta de contundencia de la institución alegando que esperan “que la persona que hace esto se arrepienta y recupere la cordura”.

“Ya basta de eso de esperar a que la Iglesia haga lo que es correcto”, dice Zakhari, que también denuncia haber sido asediada, desacreditada y difamada desde que empezó a denunciar casos de abusos sexuales. “Al principio la gente dudaba”, reconoce, pero ahora “el público ha perdido la fe porque ve que ningún abusador ha sido apartado, que no se ha tomado ninguna medida y se han dejado a cuerpo descubierto las acciones del Papa”.

Aprovechando que el movimiento se ha consolidado, Zakhari avanza que fundará en los próximos meses una organización legal en los Estados Unidos, Coptic Survivor, que se centrará en elaborar una política y procedimiento propio para dirigir casos de abusos en la Iglesia que posteriormente esperan que esta haga suyo. A la vez, Zakhari está tejiendo vínculos, por primera vez, con figuras en Egipto implicadas en la lucha contra la cultura de la violación en el país, que también está en alza en los últimos meses.

“Es una absoluta vergüenza que estén ignorando todo esto, que no sean transparentes y que reubiquen a los abusadores. La Iglesia copta no tiene ningún plan sobre cómo tratar esto, excepto permanecer en silencio, ignorarnos y reubicar a los abusadores. Si quieren seguir cavando su propia tumba, está bien –lamenta–, pero yo no discutiré más con ellos”.

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