China

"Cambiemos de tema": Así responde el ChatGPT chino a una pregunta sobre Tiananmen

Cuatro tecnológicas chinas lanzan su propio software de inteligencia artificial, que nace lastrado por el férreo control gubernamental

LondresLa carrera geopolítica entre los Estados Unidos y la China por el liderazgo global ha completado este jueves otro capítulo, en este caso en el campo de la inteligencia artificial. Cuatro meses y medio después de que China publicara el primer conjunto de normas a las que deberían someterse tanto los chatbots como los sistemas de creación de imágenes que quisieran operar en el país, al menos cuatro grandes tecnológicas han puesto al alcance del público este jueves sus respectivos programas.

Eso sí, respetando las normas que impone Pekín, y que implican que "los contenidos generados por la inteligencia artificial deben incorporar los valores socialistas básicos y no deben contener ningún contenido que subvierta el poder del estado, ni que abogue por el derribo del sistema socialista, o que incite a la división del país o que socave la unidad nacional".

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Tanto es así que Ernie Bot (abreviatura de "Representación mejorada mediante la integración del conocimiento" –enhanced representation through knowledge integration en inglés–), el chatbot de la compañía Baidu Inc, uno de los cuatro ya activos, no ofrece ninguna información si se le pregunta, por ejemplo, sobre la matanza de Tiananmen, la sangrienta represión de los manifestantes pro democracia de 1989. La prueba la ha hecho la Agencia France Presse en China –el chatbot de Baidu no es accesible desde fuera del país, ni siquiera utilizando un potente VPN como el ExpressVPN). La respuesta: "Cambiemos de tema y volvamos a empezar".

Claro está, ante cuestiones mundanas, Ernie Bot no ofrece problemas. "¿Cuál es la capital de China?" "Pekín". Y preguntado también por Taiwán, la respuesta es algo más compleja: "Taiwán es parte del territorio sagrado de la República Popular China. La soberanía y la integridad territorial de China no se pueden violar ni dividir". Pero al final de la respuesta vuelve a decir: "Hablemos de otra cosa".

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La censura de Internet en China, la misma que veta a los chatbots occidentales como ChatGPT de OpenAI, Bing de Microsoft o Bard de Google, o que restringe Twitter/X, funciona también contra los software de inteligencia artificial. El diario estatal China Daily había advertido recientemente en uno de sus editoriales de que ChatGPT podría "echar una mano al gobierno de Estados Unidos en su difusión de la desinformación y su manipulación de narrativas globales para sus propios intereses geopolíticos". Pekín, pues, demuestra que la gran muralla virtual que ha levantado en torno a su país no tiene, de momento, ninguna grieta. ¿Hasta cuándo?

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Los otros tres chatbots que se han puesto al alcance de los chinos hoy son los de la tecnológica SanseTime, Baichuan Intelligent Technology y Zhipu AI. Y Alibaba, el otro gigante de Internet de China, asegura que ha completado el proceso de petición de aprobación de su chatbot, bautizado como Tongyi Qianwen. Informaciones de los medios chinos indican también que hasta un total de 11 empresas han recibido ya la aprobación para sus productos de inteligencia artificial, incluido también el propietario de TikTok, ByteDance.

Superpotencia y censura

Con el lanzamiento público de los cuatro chatbots, y los que están en la rampa de salida, China confirma su condición de superpotencia del sector. El pasado año, los investigadores chinos llegaron a publicar tres veces más artículos de IA que los estadounidenses, según datos la Universidad Estatal de Ohio.

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Pero, de acuerdo con algunos especialistas occidentales, mantener el equilibrio entre la censura y el control que China quiere establecer sobre la IA, y la capacidad de innovación, es un reto casi imposible de superar. Es el parecer de Fan Yan, investigadora tecnológica de la Universidad de Deakin, en Australia, quien asegura que "el Partido Comunista Chino prefiere mantener unas reglas de censura estrictas y la dirección gubernamental de la investigación, incluso a expensas de la innovación".

Desde este punto de visto, los límites que impone el estado pueden ser una barrera para el desarrollo de los chatbots. Algunos, como ChatGPT, están programados para procesar grandes cantidades de datos y actúan como versiones ultraavanzadas de la herramienta de auto-completación de Google. Crean así textos que pueden pasar por escritos humanos o imágenes que podrían parecer reales.

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Con todo, el software es notoriamente impredecible. Y también es capaz de lanzar falsedades, inventar hechos o, con las indicaciones adecuadas, ignorar la programación inicial para volverse agresiva. En este sentido, una IA china que resultara defectuosa, y que contravenga las estrictas normas gubernamentales, podría provocar graves quebraderos de cabeza a su desarrollador. Por ello, al menos en teoría, los chatbots chinos tendrán que procesar menos información que los occidentales para evitar cuestiones conflictivas. Asimismo, la estricta regulación china plantea la urgente cuestión de cómo regular en Occidente la IA, una idea que incluso el fundador de OpenAI y creador de ChatGTP, Sam Altman, ha planteado.

En este sentido, Reino Unido acogerá los días 1 y 2 de noviembre una cumbre global de expertos y empresas del sector para abordar cómo construir un consenso internacional sobre el futuro de la IA. La cumbre tendrá lugar en Bletchley Park, donde Alan Turing, uno de los pioneros de la informática moderna, trabajó durante la Segunda Guerra Mundial.