China

Paranoia por el covid -19 y el peso de internet: cinco claves para entender las protestas en China

Varios analistas destacan la movilización estudiantil universitaria en todas las grandes ciudades

BarcelonaDesde el viernes, una ola de protestas se ha extendido por varias ciudades de China, provocada por la muerte de diez personas en un incendio en un edificio de la localidad de Urumqi, en Xinjiang. Buena parte de la región había sido bloqueada en el marco de la draconiana política de covid cero durante más de tres meses y la gente ha hecho responsable de las muertes al gobierno de Pekín. Ha habido protestas en las grandes ciudades, como Pekín, Shanghái y Chengdu, así como en decenas de campus universitarios, con algunos enfrentamientos con la policía. Los manifestantes han reclamado el fin de los confinamientos, y algunos grupos han denunciado la censura y han reclamado derechos democráticos y el fin del gobierno de Xi Jinping, que acaba de empezar un histórico tercer mandato con poderes reforzados. En Shanghái se han producido al menos dos detenciones y la policía ha blindado y extremado este lunes los controles en las zonas de varias ciudades donde se habían hecho las protestas para evitar otras nuevas. El ARA ha hablado con expertos de referencia para valorar la dimensión de estas protestas y su significado.

¿Por qué una política tan restrictiva ante el covid -19?

Tres años después de que se detectara en Wuhan el nuevo coronavirus que desencadenó la pandemia de covid -19, las autoridades chinas siguen sometiendo a la población a las medidas draconianas de confinamiento de los primeros meses, que el resto del mundo ha abandonado, en la llamada política de covid cero. Para Daniel Gomà, profesor de la Universidad de Cantabria, "China es una olla a presión". "Sorprendía que no hubiera más protestas, porque la política de covid cero ha sido sangrienta: hemos leído casos de ciudades donde no dejaban ni pasar a los bomberos cuando había un incendio, o el caso de un niño discapacitado que murió de hambre porque obligaron a su padre, que era viudo, a ingresar en un hospital", dice.

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La política nacionalista del gobierno chino le llevó a apostar por su propia vacuna, que se ha revelado menos eficaz que las otras, para proteger a la gente de los efectos más graves del virus. Las vacunas chinas son menos efectivas, cosa que Pekín no ha querido admitir, y además se priorizó administrarlas a la población en edad laboral, precisamente para preservar la economía, de forma que la gente mayor está más desprotegida. Para Manel Ollé, profesor de estudios chinos de la UPF, "lo más difícil para el régimen es cómo gestionar ahora la variante ómicron, que como en todo el mundo está disparando los contagios: como no han apostado por una vacunación masiva y la gente que ha sido vacunada ha recibido una dosis menos efectiva, tienen que seguir con los confinamientos, y esto tiene un impacto económico y psicológico brutal".

¿Las protestas son inéditas?

No y sí. En China es habitual ver protestas en el ámbito local, por temas laborales, medioambientales o de condiciones de vida, y también habíamos visto protestas por las estrictas medidas de covid cero. "El gobierno de Pekín dejó de ofrecer estadísticas de protestas hace años, cuando se superaron las 100.000 anuales, es decir, más de 400 diarias", recuerda Rafael Bueno, director de política, sociedad y educación de Casa Asia. Hasta ahora el lema del modelo chino era desarrollo económico a expensas de las libertades. "La gente se está dando cuenta del elevado precio que tienen que pagar por el desarrollo económico: ha habido una transformación económica y social y ha surgido una clase media, pero en tres años de restricciones draconianas han perdido los pequeños espacios de libertad que habían conseguido", añade Bueno. Para Gomà, "de comunista el partido en el gobierno chino solo tiene el nombre: es un modelo neoliberal radical –como vemos claramente, por ejemplo, con la sanidad, el coste de vida no deja de crecer y se sigue arrastrando la corrupción".

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Todo ello llega en un momento políticamente sensible, cuando Xi Jinping acaba de asegurarse el tercer mandato, con poderes reforzados, que escenificó en el último congreso del Partido Comunista. "Ahora el poder está visiblemente centralizado en la figura de Xi, y el hecho de que los manifestantes lo critiquen directamente da una dimensión diferente a las protestas, que muestran un descontento más allá de las restricciones y piden libertad de expresión y el derecho a criticar", apunta Ollé.

¿Quién está saliendo a la calle?

Lo más significativo es la entrada en escena de los estudiantes universitarios y el hecho de que las protestas se hayan hecho de manera coordinada en las grandes ciudades del país. "Están saliendo las clases medias urbanas y eso es lógico, dado que ya hace años que China ha dejado de ser un país rural. "También es una respuesta a las crecientes brechas de desigualdad y, como también pasa en el movimiento de protesta en Irán, encontramos en el frente de la protesta universitaria a muchas mujeres", explica Bueno. Para Ollé, es significativa la participación del movimiento estudiantil universitario, porque los campus son "espacios muy controlados por el régimen". Gomà destaca el impacto de las restricciones sobre una juventud que se había acostumbrado a viajar dentro y fuera del país y que sabe qué pasa en el mundo gracias a las redes sociales.

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Es significativo también que el régimen no haya conseguido silenciar del todo las protestas en las redes sociales. Los analistas lo explican de dos maneras. Para Manel Ollé, "eso puede no ser casual, y reflejaría la oposición a Xi de algunos sectores del partido, como pasó en el caso de Tiananmen, en el que un sector más reformista estuvo a favor de la protesta, al menos al inicio". Bueno, en cambio, dice que "los chinos son los que hacen los softwares para saltarse la censura que utilizan los manifestantes en Irán: no se pueden censurar las redes en el país del mundo que tiene más millones de personas conectadas".

¿Cómo ha respondido hasta ahora el régimen?

La respuesta del régimen chino hasta ahora ha sido de perfil bajo, con detenciones y bloqueos policiales pero sin una represión sangrienta, precisamente para evitar un efecto multiplicador. "Han adoptado una estrategia de detenciones, un poco para dejar escapar la presión y esperar a que todo ello se disipe", añade Ollé. Para Gomà, "la política de los últimos treinta años en China ha sido de apertura económica sin apertura política, y ahora es lógico que los sectores resultantes de este desarrollo económico reclamen libertades". Los analistas, no obstante, coinciden al mostrarse prudentes ante la evolución futura que puedan tener estas protestas y su capacidad de acabar forzando un cambio de régimen.

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¿Se puede comparar con Tiananmen?

La masacre de la emblemática plaza central de Pekín, en 1989, cuando los estudiantes salieron a la calle en pleno derrumbamiento de la URSS a reclamar libertades, se dio en un contexto muy diferente. "La URSS, que era el país fuerte del bloque socialista, se estaba abriendo a las reformas de Gorbachov. Ahora lo que vemos son protestas contra unas políticas restrictivas que son surrealistas". En todo caso queda claro que pase lo que pase en China en los próximos días o semanas, no podrá ser silenciado como pasó hace 33 años, cuando después de la icónica imagen de un joven parando una hilera de tanques todas las luces de la plaza se apagaron de golpe.