La verdad del ataque en Noruega: ni era yihadista ni mató con flechas
El atacante de Kongsberg, que asesinó a cinco personas, tenía problemas psicológicos
BarcelonaNi fue un ataque terrorista ni las víctimas murieron por heridas de flechas. Las explicaciones que la policía noruega dio pocas horas después del ataque en Kongsberg, que causó cinco muertos y tres heridos, han quedado refutadas. Tanto la propia policía como el servicio de inteligencia del país escandinavo aseguraron, pocas horas después del incidente, que investigaban el caso como un probable atentado terrorista, y hacían referencia a la conversión al islam del autor, Espen Andersen Bråthen, y a una supuesta radicalización. El mismo día, sin embargo, los medios locales publicaban los relatos de familiares y conocidos que advertían de que este danés de 37 años no tiene nada de yihadista, sino que hace años que arrastra graves problemas psicológicos.
Según los últimos detalles confirmados, el ataque se desarrolló en menos de una hora. A las 18.12 h del 13 de octubre, la policía recibe el primer aviso: un hombre está en un supermercado del centro del municipio disparando flechas. Cinco minutos después, la policía llega; él se defiende también disparándoles flechas, y consigue escaparse. Los agentes lo pierden de vista durante media hora. Durante este tiempo, el hombre se desplaza a una calle cercana, donde mata a cinco personas (cuatro mujeres y un hombre), algunas en la calle y a otras dentro de su casa. Según las autoridades, Bråthen llevaba tres armas, incluyendo el arco y las flechas, pero las heridas mortales fueron, en todos los casos, provocadas por otros "objetos punzantes" y no por las flechas.
Las primeras informaciones provocaron que en Dinamarca se aplazara indefinidamente el estreno de la nueva película de Thomas Daneskov, Vildmænd, por sus similitudes, aparentemente, con el ataque. El cartel promocional mostraba a un arquero en un supermercado; además, el protagonista es danés, igual que el atacante, que es de nacionalidad danesa, a pesar de que creció en Noruega y hacía años que vivía en Kongsberg.
En el primer interrogatorio, Bråthen admitió los hechos, pero no su culpabilidad. La policía lo vincula ahora a su condición mental. "La hipótesis que se ha reforzado más después de los primeros días de investigación es la enfermedad", decía el inspector Per Thomas Omholt. Desde el día del ataque, la policía ha hablado con más de 200 personas, y ahora quiere interrogar a conocidos de Bråthen y a otras personas que hayan tenido contacto con él durante los últimos diez años. Principalmente, quiere averiguar si arrastra también problemas de adicciones. "Animamos a las personas que hayan estado en contacto con el acusado en los últimos años a que lo notifiquen a la policía. Necesitamos saber qué ha hecho en los últimos 10 años", dijo Omholt este jueves en la rueda de prensa más reciente sobre el caso.
El debate sobre la salud mental
Los hechos han abierto un debate sobre la calidad de los servicios de salud mental en la sanidad pública noruega. Según un informe policial publicado este año, los ataques violentos vinculados a enfermedades mentales se han incrementado "significativamente" en los últimos años en el país. Concretamente, desde 2016, entre un 30% y un 45% de los homicidios o intentos de homicidio fueron cometidos por personas que tienen síntomas, han sido diagnosticadas o sobre las cuales hay sospechas de enfermedad mental. "La evolución es negativa. Cuando estábamos elaborando la evaluación de amenazas para el 2021, apareció una imagen muy clara de que este es un problema que ha crecido significativamente", afirmó la directora de emergencias de la policía noruega, Tone Vangen, a la cadena pública NRK. Según el informe, este incremento puede estar relacionado con los cambios en las condiciones del tratamiento obligatorio en determinados casos de problemas de salud mental desde 2017, cuando se aprobó una ley que limitaba los ingresos involuntarios. "Creo que necesitamos un debate sobre si las regulaciones que tenemos son lo suficientemente buenas", añadió Vangen.
Aún así, desde la Agencia Pública de Salud noruega aseguran que no se puede concluir que los cambios en la normativa sean la causa de este aumento de la violencia. "Si miramos las estadísticas, vemos que el número de admisiones forzadas ha aumentado", rebatía Johan Torgersen, director de la división de calidad del organismo, que remarcaba que las personas que suponen un peligro para ellos mismos o los otros pueden ser ingresados en contra de su voluntad.
El propio primer ministro noruego, Jonas Gahr Store, que tomó posesión al día siguiente de los ataques, se refirió a las deficiencias de los servicios de salud mental en una de sus primeras apariciones. Una de cada cuatro personas derivadas a psiquiatría no reciben tratamiento, reconoció. "Las últimas 24 horas nos han mostrado que tenemos grandes retos en este campo", admitió.