La autoridad de Johnson tambalea a raíz de una histórica derrota electoral en la Inglaterra más rural y conservadora
Los liberaldemócratas dan la vuelta a una mayoría de más de 23.000 votos en las generales de 2019
LondresLos problemas para Boris Johnson continúan amontonándose a las puertas de Downing Street y la autoridad del premier tambalea como nunca antes desde que hace dos años y medio llegó al poder. Inmerso en todo tipo de escándalos durante las últimas semanas debido a las fiestas ilegales en las que él mismo y el personal de su oficina han participado durante el confinamiento, el primer ministro británico ha vivido esta madrugada una histórica derrota electoral potencialmente muy peligrosa para su futuro como líder del partido.
La catástrofe para Johnson se ha consumado en la elección parcial celebrada este jueves en el distrito de North Shropshire, en West Midlands, un rincón extremadamente representativo de la Inglaterra más rural, conservadora y, desde 2016, favorable al Brexit. Solo en dos ocasiones desde 1832 la circunscripción no ha enviado a Westminster un representante tory. Una población muy envejecida y tradicional los había votado prácticamente siempre desde que el Reino Unido es una democracia.
Con una participación del 46,3%, la candidata liberaldemócrata Helen Morgan ha conseguido cambiar la mayoría de más de 23.000 votos de los conservadores en las últimas elecciones generales de 2019, cuando los ganadores de esta madrugada quedaron en tercera posición. El trasvase de sufragios ha sido del 30%, un dato del todo extraordinario. Morgan ha obtenido prácticamente la mitad de las papeletas emitidas (17.957), casi 6.000 más que el aspirante conservador.
En su parlamento de agradecimiento, la ya nueva diputada ha hecho un repaso sistemático de todos los escándalos que rodean la administración Johnson, ya sea el de la financiación de las obras de su piso o el de las mencionadas fiestas ilegales en confinamiento. No en balde, Morgan le ha dicho claramente que "la fiesta se ha acabado", un llamamiento explícito a poner fin a la impunidad con la que gobierna.
Mucho más que el habitual castigo
Tradicionalmente, las elecciones parciales suelen castigar al gobierno y al partido que tiene el escaño, pero, sobre el papel, en esta ocasión el aspirante patrocinado por Johnson se lo tenía que llevar y, además, de manera mucho más que confortable. Pero el liderazgo del premier está bajo sospecha y vive los momentos más complicados de su mandato desde que en julio de 2019 accedió al poder. La derrota, por lo tanto, solo es atribuible a sus incomprensibles errores.
Y la primera, de hecho la más sangrienta de todas, es que la celebración misma de las elecciones parciales la causó la manera en cómo el premier gestionó la crisis política que ha conducido a la jornada electoral de ayer y al terremoto de los resultados de esta madrugada.
Dos meses antes, el diputado titular del distrito desde 1997, Owen Paterson, fue condenado por el comité de ética del Parlamento a una suspensión de treinta días por haber violado las leyes antilobby. En vez de aceptar el veredicto, una diputada, exministra de Theresa May, quiso introducir un cambio en las reglas sobre cómo los Comunes velan por los estándares éticos de comportamiento de los diputados y abordan los problemas de corrupción.
En la práctica, aprobando la moción se evitaba el castigo contra Paterson, que habría podido recorrer el dictamen. Por orden expresa de Boris Johnson, el partido votó a favor. Inicialmente. Porque el escándalo que se generó fue tan mayúsculo que 48 horas después Downing Street se echaba atrás y presentaba otra moción para anular la que se había sancionado de entrada. Como es habitual, Johnson ofreció una cabeza antes que la suya, abandonó a Paterson a su suerte y el parlamentario no tuvo más remedio que dimitir. Automáticamente se convocó la elección parcial para sustituirlo. El partido no olvidará fácilmente el episodio.
El triunfo liberaldemócrata es el segundo de estas características después de la elección parcial de Chesham and Amersham, en el sudeste de Inglaterra, que se celebró a mediados de junio. En aquella ocasión, y en un distrito electoral sociológicamente muy diferente del de North Shropshire, la pérdida de sufragios de los conservadores fue un poco superior al 25%.
¿Supone esta derrota del Partido Conservador que se ha llegado al penúltimo capítulo de la era Johnson? No. No por ahora. Pero lo que es indudable es que su autoridad ha sufrido un golpe extremadamente duro.