América Latina

El conservador Lasso gana las elecciones en un Ecuador polarizado

Se ha llevado el 52,5% de los votos, cinco puntos más que su rival

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Guillermo Lasso, al proclamarse ganador desde Guayaquil.

BarcelonaEl ex banquero Guillermo Lasso, candidato de la alianza conservadora CREO-PSC, ha ganado la segunda vuelta de las presidenciales de este domingo en Ecuador, pero no deja atrás la profunda polarización que vive el país. El conservador se ha llevado el 52,5% de los votos, cinco puntos por encima de su rival, el correísta Andrés Arauz, que ya ha reconocido la derrota. El resultado pone fin a 14 años de la experiencia que protagonizó el expresidente Rafael Correa (2007-2017), que había seguido la campaña desde Bélgica, donde vive desde que fue condenado por corrupción. El país centroamericano se distancia así del giro a la izquierda que se había vivido en América Latina, con las victorias de Alberto Fernández en Argentina y de Luis Arce en Bolivia. Pero el sistema ha dejado fuera al candidato indígena Yaku Pérez, que ha obtenido un resultado histórico con su llamamiento al voto nulo: un 16,25% (casi 1,7 millones de votos), y se apunta así una victoria política.

El triunfo de Lasso ha sido contra pronóstico, después de que Arauz hubiese ganado en la primera vuelta con una diferencia de casi 13 puntos. Lasso había perdido contra Correa en 2013 y también contra el actual presidente, Lenín Moreno, en 2017. Su triunfo en las urnas tiene dos lecturas: que ha sabido aglutinar el sentimiento anticorreísta, y el peso del voto indígena, que era el gran interrogante de las elecciones y que está viendo surgir nuevos liderazgos. El pasado sábado Jaime Vargas, presidente de la Confederación Nacional Indígena (Conaie), rompió con el movimiento para alinearse con Arauz. Aún así, el voto nulo casi equipara el resultado que obtuvo Pérez en la primera vuelta.

"Correa se ha implicado mucho en la segunda vuelta, planteándola como un plebiscito. Ha polarizado mucho y esto ha hecho que un sector que no confiaba en Lasso lo haya votado para evitar que Arauz llegara al poder. Y el voto nulo también ha sido importante. La mala relación de Correa con el movimiento indigenista ha sido determinante y esto ha hecho ganar a los conservadores. Se ha sumado tanto el anticorreísmo del sector más de derechas como de los sectores indígenas, que al principio habíab apoyado a Correa, pero que hace años que se han distanciado", explica Ana Ayuso, investigadora sénior del Cidob. "La gente no quería volver a la manera de hacer política sin negociación de Correa y ha habido un voto de castigo a su candidato". Los votos de Yakub Pérez y del otro candidato social liberal, Xavier Hervas, en la primera vuelta demostraban que mucha gente no quería volver a la situación anterior. "Es una derrota para Correa pero no para su movimiento, y ahora tienen a otro líder y quizás ahora veremos el correísmo sin Correa", añade. En cuanto a la lectura regional, Ayuso destaca que "una victoria de Arauz habría consolidado el giro a la izquierda en América Latina, después de lo que ha pasado en Argentina y en Bolivia, pero ahora lo que vemos es que las dinámicas nacionales también son importantes".

Resultado sorpresa

La campaña se ha decidido en el último tramo: en el debate entre Lasso y Arauz el 21 de marzo y cuando se hizo público que el candidato correísta había estado en nómina del Banco Central hasta el agosto pasado, aunque estaba de excedencia. El candidato conservador ha aglutinado el apoyo del centro, de mujeres y jóvenes y de grupos que se habían distanciado del gobierno como los colectivos LGTBI. A pesar de que el actual presidente, Lenín Moreno, era el sucesor de Correa, había roto con él e impulsado un nuevo partido. "Lo que ha dado la victoria a Lasso es haberse movido al centro", explica desde Quito el periodista Rodolfo Asar. "Y también el voto por Lasso de sectores indígenas de clase media tradicionalmente de izquierda y de centroizquierda, además de la abstención de los indígenas que han seguido a Pérez con el voto nulo", añade. "Arauz ha vuelto a ganar en sus feudos tradicionales en pueblos y pequeñas ciudades de la costa".

"Los ecuatorianos han optado por un nuevo rumbo, muy diferente del de los últimos 14 años", ha dicho Lasso desde Guayaquil, su ciudad natal, donde ha prometido "asumir con responsabilidad el desafío de cambiar Ecuador". En un discurso lleno de referencias religiosas, el presidente electo ha dejado claro que no piensa legalizar el aborto en el país, como reclaman los grupos feministas. "A las mujeres jóvenes embarazadas les digo que con mi mujer las protegeremos, para que puedan continuar en los colegios y en la universidad". El presidente electo no ha dejado pasar la ocasión de criticar a Correa por su autoritarismo y los episodios de corrupción: "Yo no entré en política ni para enriquecerme ni para perseguir a nadie".

Arauz, que ha hablado desde Quito a la misma hora que su rival, ha dicho que "es fácil pensar que la división la genera solo el otro, pero es la hora de la democracia y de acabar con la persecución política: lo invito a respetar el estado de derecho". Los candidatos del presidente Lenín Moreno han sido castigados por el impacto de la pandemia, que ha dejado imágenes escalofriantes de muertos en las calles de Guayaquil.

El peso de los indígenas

A diferencia de lo que ha pasado en Bolivia (donde el triunfo del MAS permitió el regreso de Evo Morales) o en Argentina (con la recuperación de la Casa Rosada por el kirchnerismo), el correísmo no ha sabido aglutinar el voto popular. El desencanto con la política lo ha capitalizado el partido indigenista Pachakutik, de Yaku Pérez, que en la primera vuelta obtuvo 1,8 millones de votos, solo 30.000 menos que Lasso. Sus candidatos a la Asamblea se impusieron en 13 de las 24 provincias del país, cosa que lo convierte en la segunda fuerza parlamentaria del país, por detrás del correísmo. Lasso solo tiene 12 diputados en el Parlamento, de forma que las alianzas se imponen. La realidad es que más indígenas han votado a Lasso que a Arauz, cosa que ha sido determinando en la derrota del correísta. El indigenismo abre claramente una tercera vía que prescinde de Correa y que tiene la llave de la gobernabilidad en el mandato del presidente conservador.

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