Irán

Ebrahim Raisi, un radical que defendía los castigos físicos y la segregación por sexos

El mandato del presidente iraní se ha caracterizado por la represión y las detenciones a raíz de la muerte de la joven Mahsa Amini

Ricard G. Samaranch
y Ricard G. Samaranch

AtenasA sus 63 años, el presidente iraní, Ebrahim Raisi, encarnaba perfectamente no sólo los ideales de la teocracia que creó el ayatolá Jomeini tras la revolución iraní de 1979, sino también la deriva ultraconservadora que ha experimentado el régimen en los últimos años. El presidente iraní ha muerto este domingo al estrellarse el helicóptero al que viajaba "debido al mal tiempo", según explican los medios iraníes. El ministro de Exteriores del país, Hossein Amir-Abdollahian, que viajaba con él, también murió.

Raisi, un reputado teólogo ultraconservador, fue elegido presidente del país en el 2021, después de haber ido subiendo los distintos escalafones de poder de la jerarquía del régimen, en unas polémicas elecciones que la oposición boicoteó. De hecho, incluso sonó como posible sustituto del veterano Ali Jamenei, el Guía Supremo, la figura más poderosa del régimen.

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Sus tres años en la presidencia del país han estado sobre todo marcados por la revuelta popular desatada a raíz de la muerte de la joven Mahsa Amini en una comisaría después de ser arrestada por no llevar el hiyab o velo islámico. El levantamiento fue uno de los más masivos a los que ha hecho frente el régimen iraní, que reaccionó al igual que en anteriores desafíos de esta naturaleza: con una fuerte represión. Se calcula que al menos unas 600 personas murieron en los enfrentamientos con la policía y otras 20.000 fueron arrestadas, si bien la mayoría fueron puestas en libertad en las semanas o meses posteriores.

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A nivel internacional, su presidencia se asocia a una política de confrontación con EE.UU. y de consolidación de las relaciones con varias milicias árabes afines al régimen, la mayoría de confesión musulmana chií, la misma del régimen. Es el caso de los houthis en Yemen y de Hezbollah en Líbano. Sin embargo, la milicia que ha provocado una confrontación directa, hasta ahora limitada, entre Irán e Israel es la palestina Hamás. A raíz del bombardeo del consulado iraní de Damasco por parte de Israel, que se saldó con la muerte de varios altos cargos militares iraníes, el régimen de los ayatolás reaccionó con un bombardeo masivo contra el estado hebreo que hizo temer el estallido de una guerra regional en todo Oriente Medio .

Aunque en Irán la última palabra en una decisión como ésta corresponde a Jamenei –así como las referentes al programa nuclear que enoja a la comunidad internacional–, la gestión de la crisis encaja perfectamente con el talante de Raisi. El presidente pertenecía a la rama más conservadora dentro del régimen que se ha impuesto al sector aperturista que representaban figuras como el expresidente Mohamed Jatami o el candidato perdedor de las elecciones del 2009, Mir Hussein Moussavi. De hecho, buena parte de los líderes reformistas están en prisión o en arresto domiciliario y ya no pueden presentarse a las elecciones.

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La ideología ultraconservadora de Raisi se manifestaba en su posición en asuntos como la segregación por sexo, que defendía con vehemencia, o la aplicación de los castigos físicos prescritos por las más estrictas interpretaciones del islam. Por ejemplo, definió como un “honor” la amputación de una mano a un ladrón. Asimismo, apoyaba la censura de materiales considerados inmorales en internet o la necesidad de evitar la penetración en Irán de la cultura occidental.

Raisi nació en 1960 en Mashad, una ciudad en el noreste del país, en el seno de una familia de clérigos que tendría entre sus ancestros al profeta Mahoma. La Revolución fue una experiencia transformadora para el joven Raisi, que entonces estudiaba en un seminario de la ciudad sagrada de Qom. De acuerdo con la ideología del régimen, que sitúa en el centro del ordenamiento jurídico la ley islámica, disponía de las credenciales religiosas para convertirse en juez, siendo nombrado en esta posición en 1981.

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Pena de muerte para los disidentes

Gracias a un rápido ascenso, pocos años después ocupaba ya la posición de mano derecha del fiscal de Teherán. Numerosas fuentes vinculan a Raisi con el comité que en 1988 condenó a la pena de muerte a miles de disidentes políticos, aunque él nunca confirmó este hecho. La mayoría pertenecían a una milicia de extrema izquierda que intenta derribar al régimen, los Muyahidins-e-Qalq. Por ello, su nominación como candidato a la presidencia fue polémica, y figuraba en la lista de altos cargos del régimen sancionados por EEUU por haber cometido graves violaciones de derechos humanos.

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Tras la muerte de Jomeini, el nuevo Guía Supremo, Jamenei, le nombró fiscal de Teherán, un cargo que le propulsaría después, en el 2004, a la posición de número dos de la cúpula judicial iraní. Considerado ya miembro del círculo más cercano a Jamenei, en 2017 decidió entrar en política y se presentó en las elecciones como representante del ala más conservadora del régimen. Aunque el presidente Rouhani logró la reelección con una clara victoria, Raisi fue capaz de pasar a la segunda vuelta y obtener más de 15 millones de votos, un 38% del total.