“¿Vosotros no queréis Catalunya primero?”

Miles de personas ovacionan al presidente en Pensilvania al grito de “¡Premio Nobel! ¡Premio Nobel!”

Sònia Sánchez
4 min
El president dels Estats Units, Donald Trump, va ser rebut per milers de persones a l’aeroport de Reading, al sud de Pennsilvània, en un dels quatre mítings que va fer dissabte en aquest estat clau.

Enviada especial en PensilvaniaEl Air Force One aterriza al lado de la multitud, que lo acoge con los móviles en alto y una emoción que se reserva para las estrellas del rock. Mientras ponen la escalera al avión, por los altavoces suena el tema de Village People Macho man, una selección que intuyo que no es casual. Miles de personas (a ojo podrían ser unas 4.000) han venido hasta el aeropuerto de Reading, al sur de Pensilvania, para ver en directo a su ídolo: Donald Trump. Y este es solo uno de los cuatro mítines que hizo el sábado en este estado clave para las elecciones de mañana.

Miles de personas que abuchean la pantalla cuando sale Joe Biden, que aplauden entusiasmados las palabras de Trump y que incluso corean “¡Premio Nobel! ¡Premio Nobel!” cuando el presidente les enumera sus esfuerzos en política exterior: “Hemos matado a Baghdadi, el jefe del Estado Islámico, hemos matado a Soleimani, hemos devuelto la capital de Israel a Jerusalén...” Y la multitud de Pensilvania lo ovaciona.

“El candidato de la paz”

“Él es el candidato de la paz, no entiendo cómo en Europa no os encanta. Obama empezó una guerra en Siria. Él no ha hecho ninguna guerra. Pero en Europa Obama tenía esta imagen cosmopolita que os gusta, y en cambio Trump estéticamente no os gusta. Pero si te pares a mirar lo que ha hecho, es mejor”, argumenta Zeb Stone, que ha venido desde Virginia, a dos horas y media de coche, para oír al presidente. Un joven con aspecto de intelectual que, al contrario de lo que se podría pensar sobre un seguidor de Trump, parece muy bien informado: “¿Verdad que en Catalunya tenéis la sensación de que Madrid no os respeta? Pues nosotros pensamos lo mismo de Washington”, dice, convencido de que Trump es el único que priorizará los intereses de la gente con su “América primero”: “¿Vosotros no queréis Catalunya primero?”

Son muchos los seguidores -más bien fans- de Donald Trump que no cumplen las expectativas. Entre la multitud que abarrota la pista del aeropuerto de Reading, entre sombreros, camisetas, chapas y bufandas con la cara del presidente o con el America great again, hay jóvenes, viejos, latinos, mujeres, familias con niños, algún negro (estos sí, minoritarios) e incluso un hombre amish que camina silencioso con sus dos hijos, que no deben de tener más de 12 años.

“Por favor, señor, quítese esta mascarilla o póngasela del revés. Dice “No more bullshit” (Basta de gilipolleces) y este es un acontecimiento familiar”, le dice un agente de seguridad a uno de los hombres que anda con la marabunta para acceder al recinto. “¡Esto parece un mitin de Joe Biden!”, dice en broma otro que lo ha oído, pero todos hacen caso de las indicaciones y se quitan sombreros o mascarillas que contengan palabrotas. Todo el mundo lleva mascarilla, la mayoría con eslóganes pro Trump, pero a los que no llevan les ofrecen una en la entrada, después de tomarles la temperatura.

Realmente resulta irónico que para entrar en un mitin de Trump no puedas llevar estampadas en la cara algunas de las frases que lo han hecho famoso. Un “lenguaje del hombre común” que le ha hecho ganar a muchos de los votantes que ahora están en Reading, aguantando un frío de 6 grados para ver el espectáculo trumpista. “La gente dice que esto es maleducado, pero para mí es solo decir las cosas como son. Al fin y al cabo, es neoyorquino, ¿no?”, me dice una mujer que ha venido con su marido y un hijo. Una y otra vez, los argumentos de los que adoran a Trump se repiten: alegan que “es un hombre de acción”, “mantiene sus promesas”, “honesto”, “dice lo que piensa”, “es el hombre del pueblo”...

“Pro vida y libertad de expresión”

“Por favor, explica que no todos los votantes de Trump son gente sin estudios. Yo soy enfermera, tengo un máster y voto a Trump”, me dice Elisabeth Scott, que trabaja en un hospital de niños en Filadelfia y asegura que el presidente les ha proveído todo el material para el covid-19 que han necesitado.

La América de Trump es ciertamente más diversa -y en algunos casos más sensata- de lo que se podría pensar. Una gente que aplaude entusiasmada cuando el presidente les dice que su voto “es pro vida y pro libertad de expresión”. Cuando les dice que Biden “destruirá Pensilvania” porque quiere prohibir el fracking, y reclama al gobernador demócrata de este estado “¡que abra las escuelas ya!”. Y también cuando dice que el enemigo es China, y que lo son también “las tecnológicas” como Twitter y Facebook que le censuran los mensajes y los grandes medios de comunicación, porque son “fake news”. Entre el público, una niña de unos 7 años, subida en una silla, hace ondear su banderita norteamericana y grita fuerte: “¡Trump! ¡Trump! ¡Trump!”

Y, evidentemente, no faltan tampoco los trumpistas estrambóticos. Como el actor de películas de terror Edward X. Young, que anuncia satisfecho que este es su mitin número 45 desde 2015. “Trump fue enviado por Dios para asegurar que la promesa de Abraham Lincoln de un gobierno para el pueblo no muera. Es el único con coraje para desafiar la tiranía de la corrección política y con suficiente fuerza para parar el liberalismo progresista que está destruyendo este país”, dice, con los colmillos afilados de haber interpretado a Drácula demasiado tiempo. Se ha dejado crecer la barba porque el covid ha parado la producción de sus películas. “Dicen que tengo pinta de loco, pero mi pinta refleja la locura de nuestro tiempo”. Está clarísimo que sí.

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