Rescate de migrantes

“El espejo de la hipocresía de Europa"

Colau y Aragonès apelan a luchar contra el racismo en la presentación en Barcelona del 'Open Arms Uno'

La frase la ha dicho la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau: “Open Arms es un espejo de la hipocresía de las políticas europeas”. Resume un poco el espíritu de la inauguración, festiva pero seria, del nuevo barco de la ONG badalonesa, el Open Arms Uno. De hecho, cuando iba hacia la Rambla del Mar esquivando a turistas, y seguramente más de algún inmigrante que habría podido ser uno de los 63.000 rescatados por la ONG, la palabra hipocresía ya la tenía parpadeando en el cerebro pensando en lo que me podría encontrar en la inauguración de un barco de rescate con parlamentos de autoridades y actuación de La Fura dels Baus.

Ni una brizna de cinismo, sin embargo. Incluso el presentador, Santi Millán, se tuvo que disculpar por no usar el humor durante la presentación. El presidente del Port, Damià Calvet, habló de “responsabilidad moral” frente a “responsabilidad corporativa”, cosa que compromete la institución a dar las máximas facilidades y cobijo al barco, que tendrá su base en Barcelona. El mecenas Enrique Piñeyro, que ha dado esta espléndida nave, originalmente usada para dar apoyo a las plataformas petroleras del mar del Norte, habló de la responsabilidad europea en la depredación de la riqueza de la orilla sur del Mediterráneo y de cómo se expulsa la responsabilidad impidiendo, además, que otros, como Open Arms, puedan asumirla.

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Y si antes la alcaldesa había hablado del “racismo institucional” europeo, el president de la Generalitat, Pere Aragonès, recordó el racismo interno y la desigualdad que hay aquí.

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Sí, es cierto, todo ello puede ser buenismo, pero como también recordó Oscar Camps, no todos los migrantes tienen “la suerte” de poder huir de la guerra en avión o tren y la inmensa mayoría lo hacen en una pequeña barquita con la cual se juegan la vida mientras rezan porque un barco como el de Open Arms los localice y rescate. De manera simulada es lo que se representó ayer en las aguas calmadas del puerto de Barcelona. Después, mientras Joan Dausà y la mezzosoprano Mar Esteve se iban alternando en sus cantos reivindicativos o solemnes, miembros de La Fura hacían acrobacias colgados de una red en la grúa del barco. Todo muy bonito, como la nave, que todavía estará amarrada detrás del Aquarium un tiempo –el viernes hay un concierto benéfico para conseguir fondos para hacerla funcionar; el carburante no se lo regalan– hasta que en unas semanas pueda salir a hacer su trabajo. No lo tendrá fácil. Ni el barco para rescatar y llevar a puerto a la gente lanzada al mar, ni la gente rescatada para sobrevivir entre nuestro propio mar de hipocresías.