El nuevo 'Open Arms Uno', a punto para un año difícil de rescates en el Mediterráneo

La crisis alimentaria global, agravada por el ataque ruso en Ucrania, hace prever un aumento de las salidas

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El nuevo barco Open Arms Uno atracado al puerto de Borriana

BarcelonaPor mucho que ya no esté bajo el foco mediático, el Mediterráneo Central continúa siendo la ruta migratoria más letal del planeta: este año hasta 35.000 personas han llegado a Europa recorriendo las aguas que separan Libia de Italia y al menos 697 se han dejado la vida en ellas. La mayoría son tunecinos, egipcios, bangladesíes, sirios y afganos. Y nada apunta que el drama tenga vías de solución; al contrario, la crisis alimentaria global, que agravada por la invasión rusa de Ucrania tiene un impacto más marcado en África y el Próximo Oriente, augura un verano muy complicado. Los acuerdos renovados de control migratorio de España con Marruecos, cerrada la crisis diplomática del año pasado por el Sáhara Occidental, también abocarán a mucha más gente a esta ruta más peligrosa.

La ONG Open Arms lo sabe bien y después de meses de trabajo en los astilleros de Borriana ya tiene a punto su nuevo barco de rescate. Bautizado con el nombre de Open Arms Uno, el nuevo barco insignia de la organización badalonesa tiene más capacidad y permitirá que los náufragos, que huyen de la violencia y la miseria y en muchos casos tienen heridas, hipotermia u otras secuelas de situaciones extremas, puedan ser atendidos a bordo en mejores condiciones. El barco se presenta en el puerto de Barcelona esta tarde a las 20h, ante la estatua de Colón, con un espectáculo bajo la batuta de La Fura dels Baus, con la colaboración de Joan Dausà y la mezzosoprano Mar Esteve.

Antes de llegar a manos de la ONG, el barco servía como embarcación de rescate a las plataformas petroleras del mar del Norte, para evacuar a su personal en caso de incendio. Por eso cuenta con un hospital a bordo, equipado con 26 camas y tres para enfermos críticos, y está preparado para evacuar enfermos en helicóptero. En el antiguo Open Arms, que era un viejo barco remolcador, apenas disponían de una pequeña cabina en la cubierta para proteger de las inclemencias del tiempo a los náufragos con fracturas o heridas o demasiado tocados por el agotamiento. Las mujeres y las criaturas también podrán estar en el interior de la embarcación, no como hasta ahora, que tenían que estar a la intemperie en una zona reservada de la cubierta los días de las largas negociaciones para desembarcar a los refugiados.

Gerard Canals, coordinador de operaciones de Open Arms que participa en la entidad desde aquel no tan lejano 2015, cuando eran cuatro voluntarios en las playas de Lesbos, no esconde en declaraciones al ARA las ganas de ver el nuevo barco trabajando. "Es el mejor barco que hemos tenido. Es una mezcla de esperanza e ilusión, pero también de vértigo. Hace 5 años éramos una pandilla de socorristas y ahora tenemos un barco equiparable a las mejores embarcaciones de salvamento marítimo de la flota española: esto nos obliga a trabajar mucho más y también a conseguir muchos más recursos económicos".

Más grande y más rápido

El Open Arms Uno tiene casi el doble de eslora, y una superficie de cubierta más grande, donde se ha podido instalar un gran toldo para los náufragos que van en la cubierta con capacidad para unas 300 personas –pero que podría llegar a acoger a un millar en caso de emergencia– y una cocina. También navega más deprisa: hasta 12 nudos en lugar de los 9 del viejo remolcador.

El nuevo barco también permite ampliar la tripulación hasta 31 personas, con un equipo médico reforzado y más personal. La operativa de los rescates continuará siendo la misma, con un modus operandi que el equipo de Badalona ha ido perfeccionando en estos años de experiencia de rescate de embarcaciones precarias, de todas las formas y medidas, cargadas de gente que huye al Mediterráneo Central, entre Libia e Italia, la ruta migratoria más letal del planeta. Lo primero es localizar las pateras, a menudo largavista en mano (el puente del nuevo barco es mucho más alto, ahora será más fácil), o el aviso de otra embarcación a los centros de salvamento marítimo oficiales de Italia y de Malta, que son los países teóricamente responsables del rescate, pero no ponen suficiente esfuerzo. Una vez localizada la barcaza, las lanchas rápidas de Open Arms (en el nuevo barco habrá cuatro en lugar de dos) se lanzan al agua a buscarla: cuando llegan se aseguran todos los náufragos con chalecos salvavidas y se los traslada en grupos hasta el barco, donde reciben primeros auxilios. Si todo ha ido bien (es muy fácil que las barcazas se rompan o vuelquen durante el rescate o que simplemente la ayuda llegue demasiado tarde), empieza el periplo de la negociación con las autoridades de Roma o La Valletta para que autoricen un puerto seguro. El nuevo barco incluye algunos nuevos ingenios, como dos enormes redes que se pueden lanzar para recoger a hombres, mujeres y criaturas al agua en caso de un gran naufragio.

La nave es una cesión del filántropo argentino Enrique Piñeyro, que había organizado una ONG destinada a vuelos humanitarios y que hace unos años que colabora con la organización badalonesa. El nuevo barco supone también un nuevo reto financiero: casi 4 millones de euros al año que la organización tiene que encontrar sobre todo de aportaciones privadas para pagar los gastos de combustible y de tripulación, que pasará de las 20 personas actuales a 31. Además, el barco funcionará también como escuela, para las prácticas de estudiantes de facultades de náutica.

Trabas burocráticas

Desde la ONG aseguran que lo tienen todo a punto y que quieren poner el nuevo barco, que ya ha recibido el pabellón español, a trabajar cuanto antes mejor. "Estamoss preparados para zarpar, ahora todo depende de la administración", explica Canals, mientras la nueva embarcación continúa sometida a las inspecciones de la autoridad marítima. "Todo va muy lento y ya esperábamos que serían muy exigentes con nosotros, pero a veces lo son más que con su propio servicio público de Salvamento Marítimo", lamenta. "Tener el nombre Open Arms pintado en un lado no nos está ayudando precisamente a agilizar las cosas".

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