Estados Unidos se encamina hacia un retroceso en los derechos reproductivos

La mayoría conservadora en el Tribunal Supremo insinúa que limitará los abortos a partir de las quince semanas de gestación

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El Tribunal Supremo escucha el caso de aborto de Mississipí en Washington

WashingtonTodo apunta que los Estados Unidos vivirán dentro de unos meses el retroceso más grande en derechos reproductivos en casi medio siglo. El Tribunal Supremo tiene en las manos la posibilidad de torpedinar el acceso al aborto, y las señales que ha emitido este miércoles son que está dispuesto a hacerlo, aprovechándose de una mayoría conservadora que no ha dudado en expresar la voluntad de permitir la entrada en vigor de una ley de Misisipí que prohíbe interrumpir el embarazo más allá de las quince semanas de gestación.

La audiencia en el Supremo de este miércoles sobre este caso ha estado llena de tensión, con las dos almas ideológicas del tribunal defendiendo con uñas y dientes sus posiciones. Es en momentos como este cuando se nota el legado más profundo y duradero del gobierno de Donald Trump: la composición de un Supremo claramente conservador y con posiciones antiabortistas inequívocas.

Por lo tanto, no es extraño que, después de oír los argumentos del estado de Misisipí y de las clínicas abortistas, la sensación es que a los derechos reproductivos les queda poco tiempo, como mínimo tal como están establecidos actualmente. Ninguno de los seis jueces de la mayoría conservadora ha dado la impresión de querer mantener la situación actual, que prohíbe el aborto después del punto de viabilidad del feto, entre las 22 y las 24 semanas de gestación.

Realmente, la única duda que hay ahora mismo, después de las casi dos horas de audiencia y en un ejercicio de sacar la bola de cristal, es si la mayoría del Supremo se limitará a mantener la ley de Misisipí de las quince semanas o, directamente, suprimirá el precedente y dejará de garantizar el derecho al aborto. El sector de ideología más conservadora no ha dudado en expresar su deseo de acabar con todo directamente, cosa que dejaría en manos de los estados la decisión de legislar sobre derechos reproductivos en sus territorios.

Para saber la decisión se tendrá que esperar hasta finales de junio, y mientras tanto vivir en el suspense. En preparación para lo que pueda pasar, más de una veintena de estados, todos gobernados por republicanos, tienen ya terminadas leyes y medidas para prohibir casi de manera total los abortos, cosa que obligaría a las mujeres a viajar miles de kilómetros para llegar a estados que sí acepten la interrupción del embarazo.

Un asunto político

El tema del aborto ha traspasado los umbrales ideológicos y filosóficos y se ha convertido en un arma política más, fundamental en la lucha divisiva del país. El Supremo es consciente de ello, y la jueza progresista Sonia Sotomayor, una de las más vehementes en el debate para proteger los derechos reproductivos, ha alertado de las consecuencias que puede tener en la sociedad tomar una decisión por motivos ideológicos y no de acuerdo con la legalidad. "¿Esta institución sobrevivirá al mal olor que crea en la percepción pública que la Constitución y su interpretación sean solo actos políticos?", se ha preguntado retóricamente, con miedo al daño que se puede hacer a la reputación y a la credibilidad de la más alta instancia de la justicia norteamericana.

El asunto despierta pasiones en ambos bandos del espectro ideológico, y otra vez se ha demostrado en las escaleras del Supremo. Las proabortistas, de hecho, han convocado una manifestación y una acción de desobediencia civil que ha acabado con varias detenidas. El presidente Joe Biden, en una declaración pública poco después de acabar la audiencia, ha calificado de "posición racional" defender el derecho al aborto, y ha prometido que lo apoyará como siempre ha hecho.

Sea cual sea la decisión, el componente político será indisociable. Especialmente porque pocos meses después los norteamericanos van a las urnas en unas elecciones legislativas que seguro que cambiarán los equilibrios de poder en Washington.

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