La convención demócrata reaviva el recuerdo de las protestas del 68 en Chicago

Se han convocado dos grandes manifestaciones contra la guerra de Gaza al borde de la convención

WashingtonUn baño de masas o un ensordecedor abucheo para Kamala Harris. La ciudad de estadounidense de Chicago (Illinois) acogerá esta semana la convención nacional demócrata, en la que, simbólicamente, Harris será nominada. Formalmente, la candidatura se había cerrado ya antes del 7 de agosto. Pese a que la euforia por la irrupción de Harris en el lugar de Joe Biden ha eclipsado a buena parte de los votantes, hay un grupo que continúa con la vista puesta en la guerra de Gaza. El lunes y jueves, el primer y último día de la convención, están convocadas dos grandes manifestaciones propalestinas que amenazan con reavivar el recuerdo de los alborotos de 1968.

El fantasma de aquella convención no hace más que revisitar a los demócratas. La renuncia de Biden a finales de julio ya recordaba a la de Lyndon B. Johnson, el candidato de ese año, que renunció de forma abrupta, lo que obligó a hacer una convención abierta. Ahora las manifestaciones convocadas en contra de la guerra de Gaza reviven las protestas en contra de la Guerra de Vietnam. Durante esos días las calles de Chicago se llenaron de policía que cargaba contra los manifestantes, con un balance de 100 heridos y unos 600 detenidos. "El mundo nos está mirando", gritaban hace 56 años los manifestantes.

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La convención de Chicago, más que una fiesta de coronación como la que tuvo Donald Trump en Milwaukee, probablemente será una prueba de fuego para la candidatura de Harris. En las últimas tres semanas los demócratas han vivido inmersos en una burbuja de alegría que ha dejado en un papel secundario algunos de sus puntos débiles, como las políticas económicas y la guerra de Gaza. Harris está intentando alargar al máximo este "lugar seguro" y, pese a que ha comenzado su gira con mítines en diferentes ciudades clave, todavía no ha realizado ni una sola entrevista con ningún medio.

Concreción de la campaña

Enfrentarse con un periodista es una actividad menos controlada que un acto de campaña: cuando lo haga será una prueba para ver si Harris está a la altura y es capaz de seguir alimentando esa euforia. Porque el reto hasta el 5 de noviembre es éste: sostener la energía. Hasta este viernes tampoco se sabía propuesta concreta alguna de su campaña, más allá de restaurar el derecho al aborto. El equipo de Harris es consciente de ello y está intentando hacer aterrizar suavemente la campaña: en Raleigh (Carolina del Norte) Harris prometía que si era elegida lucharía contra el encarecimiento del coste de la vida. La demócrata presentaba dos medidas estrella: una ayuda de 25.000 dólares para los nuevos compradores de vivienda y una prohibición contra la especulación con el precio de los alimentos.

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En Chicago Harris deberá rendir cuentas sobre Gaza y hacer explícita su postura más allá de mostrarse distante en la foto con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. O al menos eso es lo que intentarán los manifestantes que se concentrarán en el Union Park, muy cerca del estadio United Center donde desfilará la plana mayor del partido demócrata y los delegados. Entre otros ponentes, se espera que el martes el expresidente Barack Obama suba al escenario para hablar.

La complicidad estadounidense con las acciones militares de Israel que ya se han cobrado la vida de 40.000 palestinos sigue siendo un problema latente para los demócratas y dentro de la arena política. En las últimas semanas, el principal lobi proisraelí de Estados Unidos, el AIPAC (American Israel Public Affairs Committee), ha sacado pecho de haber conseguido dejar fuera del Congreso a dos congresistas demócratas que se habían posicionado en contra de seguir enviando armas a Israel . Se trata de Cori Bush (de Missouri) y Jamaal Bowman (de Nueva York).

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Miércoles la rectora de Columbia, Nemat Minouche Shafik, dimitía después de meses de tensiones en el campus por las acampadas contra la guerra de Gaza. Shafik se había enfrentado a las acusaciones de los republicanos de permitir "el antisemitismo" en el campus y en las críticas por parte del alumnado por haber pedido a la policía que desalojara el campus. Sin resolver la cuestión sobre el derecho de protesta en los campus, y pocas semanas antes de la reanudación del curso universitario, no se puede descartar un otoño caliente en las universidades en medio de la recta final de la campaña, para mantener la guerra de Gaza en el foco.