EE.UU. y Corea del Sur inician ejercicios militares con los ojos puestos en Kim Jong-un
La operación tiene lugar en plena escalada armamentista en la región y ante una posible prueba nuclear de Pyongyang
BarcelonaEn plena escalada armamentista en la península coreana, Estados Unidos y Corea del Sur han iniciado este lunes ejercicios militares conjuntos en la región con la mirada puesta en la amenaza nuclear que, según los dos países aleados, supone un régimen de Pyongyang cada vez más combativo. Este tipo de maniobras, sobre el terreno y a gran escala, no se celebraban desde el verano de 2018 y llegan en un momento marcado por la posibilidad de que el régimen de Kim Jong-un lleve a cabo su primera prueba nuclear desde 2017.
Concretamente, Washington y Seúl defienden que estos ejercicios buscan reforzar su sintonía e interoperabilidad como respuesta al programa adaptado el año pasado por Corea del Norte para modernizar su arsenal, que ha contribuido no solo a una escala armamentista en la región, sino a un incremento de la tensión entre las dos Coreas. Y todo hace pensar que la tensión continuará creciendo: Kim Jong-un suele considerar este tipo de operaciones un ensayo para invadir su territorio y, por lo tanto, una amenaza para su soberanía.
Los ejercicios, que fueron anunciados el 1 de agosto, durarán desde hoy hasta el 1 de septiembre y, a pesar de que se desconoce si utilizarán fuego real, incluirán el despliegue de tanques y activos aéreos, y la movilización de miles de soldados de los dos ejércitos. El operativo, básicamente, se centrará en hacer frente a un hipotético ataque norcoreano, defender las regiones surcoreanas y preparar y ejecutar hipotéticas operaciones de contraataque.
En este sentido, se trabajará sobre escenarios como la detección de operaciones de sabotaje con explosivos contra centrales nucleares o ataques sobre fábricas, aeropuertos o el sistema bancario nacional, según ha detallado el ministro de Defensa Nacional de Corea del Sur.
Más distancia, más tensión
En los últimos años Seúl y Washington habían evitado estos entrenamientos. Primero fueron reducidos y, más tarde, cancelados con el objetivo de favorecer el diálogo con Pyongyang durante el bienio de acercamiento que los tres gobiernos vivieron hasta 2019. Pero el rotundo fracaso que supuso la cumbre sobre desnuclearización en Hanoi, que tuvo lugar en febrero de aquel año entre Donald Trump y Kim Jong-un, volvió a distanciar los bloques. Además, el cierre total de la frontera decretado por el Norte –alegando la pandemia como motivo, y que todavía sigue– calentó todavía más las relaciones con Seúl y, de rebote, con la Casa Blanca. Y el plan quinquenal, aprobado en 2021 por Pyongyang, para desarrollar armas hipersónicas, más y mejores misiles o submarinos de propulsión nuclear fue la gota que colmó el vaso.
En este sentido, el Norte ha registrado un volumen récord de pruebas de misiles en lo que llevamos de año (más de 20) y todo parece indicar que está listo para realizar su primera prueba nuclear desde 2017. Según la información que se extrae de imágenes satélite, Pyongyang lleva como mínimo desde febrero preparando un nuevo test en su centro de pruebas de Punggye-ri, en el norte del país. Si se tienen en cuenta estas imágenes, ya está todo preparado desde hace semanas para ejecutar la prueba nuclear.
Ante este horizonte, Seúl y Washington subrayaron la semana pasada su intención de responder con el despliegue de activos estratégicos norteamericanos en la región, tal como Joe Biden prometió al nuevo presidente surcoreano, el conservador Yoon Suk-yeol, durante la cumbre que celebraron hace tres meses. La Casa Blanca vuelve a mirar a Asia, pocas semanas después de la gira asiática de Nancy Pelosi –con parada en Taiwán– que tanto molestó a la siempre pendiente China.