El teletrabajo y la especulación vacían los rascacielos de Manhattan
Las empresas abandonan el 22% de las oficinas del centro neurálgico de Nueva York
WashingtonLas oficinas que llenan los icónicos rascacielos de la ciudad de Nueva York están en peligro de extinción. Esta es la alerta que han levantado los grandes rentistas del sector inmobiliario, que se encuentran con una tendencia difícil de revertir: cada vez más empresas optan por ahorrarse pagar un espacio físico para que sus trabajadores hagan el trabajo que podrían hacer en casa. Y esto es especialmente problemático en un distrito como Manhattan, que acoge el segundo mercado de oficinas más caro del mundo, que se ha encarecido por la especulación de las últimas décadas y la histórica inflación del último año.
Los datos baten récords: alrededor del 22% de oficinas están vacías, según la consultora inmobiliaria Cushman & Wakefield, la cifra más alta desde que empezaron los registros en 1984. Esto significa que en estos momentos hay casi 5 millones de metros cuadrados de espacio disponible en el conjunto de la ciudad de Nueva York, el equivalente a más de 40 rascacielos del tamaño del edificio Chrys.
Esta tendencia se extiende al conjunto de Estados Unidos, donde también se han registrado récords históricos, por encima del 20%, en ciudades como Washington DC y Los Angeles. Y en el conjunto de las 50 áreas metropolitanas del país el porcentaje de oficinas desempleadas asciende hasta el 18,8%, según los datos de Moody's Analytics. Es una cifra que se acerca peligrosamente a los máximos registrados durante la crisis de los ahorros y préstamos que sacudió al mercado inmobiliario estadounidense en los años 1980.
Un modelo de ciudad en crisis
Nueva York hace años que se ha convertido en un sitio prohibitivo para las rentas medias y bajas. Ahora lo es también para grandes empresas. La imagen del neoyorquino –al menos, la de las películas– ha sido durante el último siglo la de un trabajador cualificado, moderno, que se desplaza en metro a la oficina, situada en el 53 piso de un edificio del Midtown Manhattan.
Esta imagen, que sigue siendo fiel a la realidad, será cada vez menos habitual: la pandemia supuso un punto de no retorno para muchas firmas, que han visto en el teletrabajo una oportunidad para ahorrar y al mismo tiempo ganar productividad. El trabajador cualificado, moderno, que tiene un trabajo de ordenador para una gran empresa, ya no hace falta que se desplace hasta el centro de trabajo: se ha montado una home office, un espacio hecho a medida, cómodo y que le permite vivir en las afueras, en el campo o en un hostal para expats en Bali.
Y esto tiene unas consecuencias que van mucho más allá del mercado inmobiliario, de las grandes empresas y de los trabajadores cualificados. Es un problema que afecta al conjunto de los neoyorquinos, en una ciudad que se ha construido sobre un modelo oficiocéntrico: las oficinas generan el 21% del impuesto sobre los bienes inmuebles de la ciudad, un dinero que se destina a pagar escuelas, vivienda pública, bomberos, pensiones, parques y otros servicios esenciales para el funcionamiento básico de la ciudad. En definitiva, como en todas las crisis, la inmobiliaria también impacta especialmente a las clases trabajadoras.
El 'skyline' pierde valor
La crisis financiera del 2008, causada en gran parte por las dinámicas especulativas del mercado inmobiliario, abrió una nueva ventana de oportunidad a los especuladores, que se lanzaron a comprar espacios de oficinas en Nueva York y otras grandes ciudades de Estados Unidos. Pese a que les salió rentable en los primeros años, no esperaban la transformación drástica del trabajo que ha implicado la pandemia y la grave caída que ha supuesto para los alquileres de oficinas. Tampoco esperaban las subidas de tipos de interés más agresivas de las últimas cuatro décadas, que ha desplegado la Reserva Federal para frenar la inflación y han encarecido las hipotecas.
Cushman & Wakefield estima que el trabajo híbrido hará que las oficinas vacías en Estados Unidos superen un 55% los niveles previos a la pandemia en 2030. Los inquilinos de las oficinas suelen firmar contratos a largo plazo para asegurarse la estabilidad en el precio. Pero cada año vencen más contratos de los que se firman y, a raíz de la pandemia, muchas empresas deciden irse a espacios más pequeños o más alejados del prohibitivo Midtown.
La portada de el último número del New York Magazine ilustra esta nueva realidad: los rascacielos más icónicos del mundo, símbolo de la prosperidad de una ciudad que aspiraba a ser su capital, han perdido valor y atractivo y se encuentran en decadencia. "Hudson Yards: más de 2,5 millones de pies cuadrados disponibles; 452 Fifth Ave: HSBC ha huido a un sitio con menos espacio; 1740 Broadway: Blackstone ha devuelto las llaves", dice. Y con un llamativo titular alerta con mayúsculas: "HAN PERDIDO VALOR".