Boris Johnson sobrevive malherido a la moción de censura
El Partido Conservador apoya al 'premier' con 211 votos a favor y 148 en contra, un resultado peor que el de Theresa May en 2018
LondresBastante malherido. 211 votos a favor, 148 votos en contra. Como preveían la mayoría de los analistas, el primer ministro británico, Boris Johnson, ha sobrevivido formalmente este lunes por la tarde a la moción de confianza sobre su liderazgo, que ha tenido lugar en el Palacio de Westminster. Lo han promovido al menos 54 de los diputados del grupo parlamentario conservador (el 15%) en los últimos días y semanas como culminación del malestar acumulado por el escándalo del Partygate, las fiestas ilegales durante los confinamientos por el covid, y otros desacuerdos en relación a la falta de rumbo del país y las medidas impositivas.
Pero a pesar de la victoria numérica, que de momento le permite continuar en Downing Street, Johnson sale muy malherido políticamente de la moción, y su autoridad bastante debilitada.
De momento, por cálculo político, por falta de coraje o de alternativa, el Partido Conservador ha ligado su futuro inmediato al de Johnson, a pesar de que según la web Conservative Home, de referencia para los tories, el 55% de los militantes consideran que los parlamentarios se tendrían que haber deshecho del premier.
Perocomo ha tenido lugar en el pasado con sus predecesores, el primer ministro no está, ni de mucho, a salvo. Lo mismo le pasó a Theresa May en diciembre del 2018. Aunque formalmente ganó la moción de confianza con el 63% de los votos, seis meses después fue forzada a dimitir por los pesos pesados de su partido.
Johnson supo el domingo a mediodía que se había llegado al umbral necesario para sacar adelante la moción de censura, según le comunicó Graham Brady, el diputado que preside el Comité 1922, el órgano que reúne a los diputados de segunda fila del partido y que vela por la pureza del mecanismo del relevo de liderazgo en caso de que un número significativo de parlamentarios lo consideren necesario.
Johnson y Brady hablaron por teléfono y convinieron que el proceso se anunciara y se completara en unas pocas horas. De este modo, el primer ministro pretendía que los rebeldes tuvieran el mínimo tiempo posible para organizar un movimiento coordinado que amenazara más seriamente su liderazgo. Una de las características de la revuelta es que no ha sido orquestada de forma conjunta, sino que ha obedecido a las decisiones individuales de los diputados que han votado no, y que consideran inaceptable la actitud de Johnson ante el Partygate. Por esta razón el resultado es todavía más perjudicial para Johnson, pese a la victoria.
Bajada de impuestos
A primera hora de la mañana, Boris Johnson se había dirigido por carta a los diputados del grupo para prometerles una especie de cambio de rumbo político que pasa, principalmente, por una reducción de impuestos, uno de los motivos de su impopularidad entre las bases conservadoras, según la web de referencia del partido, Conservative Hobe.
En su carta, Johnson aseguraba que "en las próximas semanas", con la colaboración del ministro del Tesoro, Rishi Sunak, "estableceremos todas las maneras en las que utilizaremos los principios conservadores para aprovechar nuestras nuevas libertades [se refiere a las supuestas libertades del Brexit], reducir costes e impulsar el crecimiento". Estos capítulos, aseguraba Johnson, incluirán la reducción de costes para las familias tomando medidas sobre "cada partida importante del gasto del hogar".
Y ha añadido: "Por descontado, dedicaremos toda nuestra energía a reducir el gasto familiar más grande de todas: la factura fiscal. Tiene que bajar, y lo hará, porque es la mejor manera de conseguir el crecimiento que necesitamos". A primera hora de la tarde, en la reunión que ha mantenido en los Comunes con sus parlamentarios un par de horas antes de que empezara el proceso de votación, ha adquirido el mismo compromiso. Según uno de los presentes, también ha dicho: "Neguémonos a bailar la música de los medios de comunicación [en relación a las revelaciones del Partygate]. Os volveré a traer a la victoria y los ganadores serán la gente de este país. No es el momento de rebajarnos a luchas fratricidas. No es el momento".
Doble elección parcial clave
La primera prueba para demostrarlo será el 23 de junio, cuando tendrán lugar dos elecciones parciales que, a estas alturas, las encuestas pronostican que pueden ser desastrosas para los conservadores.
En los dos casos tienen lugar por la renuncia de los titulares tories de las circunscripciones. En West Yorkshire, en el norte de Inglaterra, Imran Ahmad Khan fue condenado el 23 de mayo a dieciocho meses de prisión por acoso sexual a un chico de quince años en 2008. Ahmad Khan fue uno de los diputados del red wall que entraron en el Parlamento en 2019, y el doble escándalo –el de la condena y el del Partygate– no hace prever una victoria conservadora. En función de la magnitud de la derrota, se podría medir la capacidad de resistencia o el futuro derrumbe de Johnson en esta zona, clave para mantener su mayoría. Las encuestas dan como ganador al laborismo.
El otro diputado que ha dimitido es Neil Parish, en Devon, en el suroeste de Inglaterra. Renunció el abril pasado después de que fuera descubierto en el interior de la Cámara de los comunes viendo pornografía en el móvil. Las encuestas en este caso apuntan a una victoria liberal-demócrata.
Si bien el deseo de Johnson era, como ha expresado a través de su portavoz, cerrar una etapa en relación al escándalo del Partygate, la relativamente pírrica victoria que ha conseguido no permite cerrar la cuestión de su supervivencia política futura. Ni tampoco la del Partygate, porque está pendiente del resultado de una investigación parlamentaria para aclarar si minitó o no al Parlamento. El resultado se sabrá en octubre.
En tres semanas, el futuro inmediato del premier quizás se habrá aclarado un poco. Porque aunque, según las reglas del partido, no puede haber otra moción de confianza hasta dentro de un año, también podría pasar lo mismo que pasó con Theresa May. El partido la amenazó con cambiar las reglas para hacer otra si no dimitía. Y May prefirió dimitir antes de ser sometida a una enésima humillación.