Budjak, la Ucrania que mira al Danubio

Esta región ucraniana, alejada de los frentes de guerra, es una de las más empobrecidas de Europa

Izmaíl (Ucrania)Al entrar en territorio ucraniano desde el sur de Moldavia, los campos encrespados que perfilan buena parte de las tierras moldavas ceden paso a la inmensidad de las llanuras de la región de Budjak. La amabilidad con la que te tratan los guardas de frontera al acceder a Ucrania desde Polonia, cientos de kilómetros al norte, camino de Lviv y de una Kiiv convertida en emblema de la resistencia nacional, contrasta con la severidad del interrogatorio al que los militares asignados al remoto punto fronterizo de Bolgrado someten a los extranjeros que desde el inicio de la agresión rusa tratan de entrar en el país.

La ola de calor africano que recorre el sur de Ucrania agrava el tedio estival que los soldados deben soportar a los checkpoints que hay esparcidos por las carreteras de Budjak. Situada en el extremo occidental de la gran estepa eurasiática, los extensos campos de fértil chernozem y las plantaciones de trigo, cebada y girasol de esta región se mezclan con los humedales de los estuarios de los ríos Danubio y Dniester y de la costa del mar Negro, sus fronteras naturales en el sur y en el este. Bautizado así a raíz de la palabra turca bucak (rincón o frontera distante), este enclave fue durante siglos periferia de imperios y poderes diversos. Hoy es la región étnicamente más diversa de Ucrania, y sus 40% ucranianos, 21% de búlgaros, 20% de rusos, 13% de moldavos y 4% de gagausos (cristianos ortodoxos de lengua turquesa), junto con decenas de etnicidades con menor presencia, configuran un pequeño universo multicultural donde el ruso ejerce todavía el rol de lengua de comunicación predominante.

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Ubicada en la orilla norte del bajo Danubio, su capital, Izmail, es una de las ciudades más desconocidas de Ucrania. No fue así en los siglos precedentes: era motivo frecuente de disputa por su gran valor estratégico. En 1812 los otomanos se vieron forzados a cederla al imperio ruso de Alejandro I, junto con toda la región de la Besarabia. Durante los últimos dos siglos Izmail ha vivido bajo dominio otomano, ruso, moldavo, rumano y soviético, y desde 1991 es el punto más suroccidental de la Ucrania independiente, separada de Rumanía por el límite fluvial que marca el río Danubio.

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La antigua mezquita construida en el siglo XVI es el único edificio que se conserva de la antigua fortaleza otomana de Izmail. Dentro aún hoy está expuesto un diorama de grandes dimensiones pintado en 1973 que revive el asalto de la ciudad-fortaleza en 1790 por parte de las tropas imperiales rusas lideradas por el general Aleksandr Suvórov. En la entrada ha sido instalada una pequeña exposición con objetos y fotografías que recuerdan a los caídos locales en la presente guerra de Rusia contra Ucrania. Fuera del recinto unas decenas de personas tratan de hacer más llevadero el calor remojándose en las tranquilas aguas del Danubio, mientras otras pescan parsimoniosamente. Desde la lejanía, del centro de la ciudad de vez en cuando llega el sonido de las alarmas antiaéreas. La forma de distopía que adopta la nueva normalidad bélica lo impregna todo de forma irremediable, y la guerra a menudo se convierte en un simple rumor lejano, casi imperceptible.

Budjak es uno de los territorios más empobrecidos del país y del continente europeo. También uno de los más aislados. Su destino está determinado, ahora como antes, por decisiones que se toman lejos. Rodeado por las fronteras con Moldavia y Rumanía, y por el mar Negro, sólo un estrecho paso terrestre a la desembocadura del río Dniéster lo conecta con el resto de Ucrania. El aeropuerto de Izmail fue cerrado de forma indefinida en el 2009. La conexión ferroviaria con Kiiv tarda 17 horas. Por carretera, la ciudad está a cuatro horas de Odessa ya unas seis tanto de Bucarest como de Chisinau.

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La población de setenta y cuatro mil habitantes que tenía la ciudad de Izmail antes de la guerra estaba compuesta por hasta 75 nacionalidades, con predominio de rusos y ucranianos. El aislamiento territorial forja su mentalidad y carácter. Al igual que ocurre con la fisonomía de edificios y calles, la apariencia y las formas de la gente han quedado en gran medida congeladas. Los efectos del paso de las décadas apenas son visibles. La aceleración de la historia que desde febrero del 2022 ha sacudido a Ucrania se vive aquí de forma menos intensa, y la pulsión ucranizadora nacional y lingüística que ha estallado en todo el país se manifiesta de forma menos palpable. Los efectos de la herencia rusificadora imperial y soviética pesan más que en otras zonas del sur y el este del país. La fatiga bélica empieza a sentirse con fuerza, especialmente por parte de quienes tienen familiares combatiente.

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Los relatos imperiales rusos, imperantes también durante el período soviético, se encuentran, sin embargo, en retirada, siguiendo la tendencia desrussificadora que atraviesa el país. La central avenida Suvórov ha sido renombrada calle de la Independencia, y la calle del mariscal ruso Mijaíl Kutúzov recibe ahora el nombre de los Cosacs ucranianos de Zaporíjia. A finales de 2022 el Ayuntamiento retiró la imponente estatua en honor a Suvórov que durante décadas había estado ubicada en medio de la ciudad, y su museo ha sido cerrado indefinidamente.

Izmail, blanco de ataques rusos

En el puerto fluvial, marineros de distintas nacionalidades se distraen y juegan a cartas en la cubierta de sus embarcaciones, entre carga y descarga. Junto con el de Reni, en el verano de 2023 el puerto fluvial de Izmail se convirtió en un hub para las exportaciones ucranianas de trigo y otros productos agrícolas hacia los mercados globales a raíz del nuevo bloqueo marítimo impuesto por Rusia sobre los puertos ucranianos del mar Negro. Como consecuencia, ese año el volumen de las exportaciones desde Izmail se multiplicó por seis respecto al 2022. Las extensas instalaciones portuarias se han convertido desde entonces en objetivo de frecuentes ataques nocturnos con drones por parte de las fuerzas rusas. Pese a la rotura del bloqueo marítimo conseguido por las fuerzas ucranianas hace unos meses y el descenso relativo de la importancia estratégica del puerto de Izmail, éstos han continuado ocurriendo.

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Cultural y emocionalmente anclada en épocas pretéritas como pocas en Europa, Budjak es una región antigua. Al dejarla atrás por carretera en dirección a la ciudad de Odessa, de vez en cuando la cúpula dorada de algún templo ortodoxo rompe la monotonía de humedales, campos labrados y granjas y pueblos de casas pequeñas y humildes, muchas abandonadas y en ruinas. Los cementerios llenos de nuevas tumbas con banderas ucranianas hacen de recordatorio del altísimo coste humano que el país está asumiendo para defender su soberanía. También lo recuerda el ataque aéreo con el que los rusos vuelven a castigar el puerto de la tranquila Izmail pocas horas después.