La ciudad de los Peaky Blinders impone 'la tasa de las ratas' para salir de la ruina
Birmingham, segunda ciudad del Reino Unido, se aprieta el cinturón hasta el límite debido a una crisis económica sin precedentes
LondresEl alumbrado público reducirá la intensidad, la recogida de basura sólo se realizará una vez cada quince días, se cerrarán 25 de las 35 bibliotecas municipales de la ciudad, se suprimirá el servicio de transporte para adolescentes de 16 a 18 años con necesidades especiales, el 50% del presupuesto cultural se recortará en 2024 y el 100% en 2025, subirá también el precio de los entierros, se pondrán a la venta once centros sociales y también se incrementará la tasa por recogida de muebles, trastos viejos y electrodomésticos. Y todavía algo que sorprende mucho más, y que más bien evoca escenarios de la Birmingham de la conocida serie de la BBC Peaky Blinders(años posteriores al final de la Primera Guerra Mundial), y no la del siglo XXI: se introducirá la ya popularmente llamada tasa de las ratas,28 euros al mes en cada hogar para ayudar a sufragar el control de plagas, sobre todo de roedores.
Las desgracias no terminan aquí, sin embargo. En los próximos dos años los residentes de la segunda ciudad del Reino Unido, con 1,14 millones de habitantes, verán como el impuesto local (el council tax, al que deben hacer frente todos los domicilios del país) subirá el 21%. Todo ello para hacer frente a la quiebra más espectacular y grave de una autoridad municipal del país, y tener posibilidades de devolver los 1.460 millones de euros que el Ayuntamiento ha pedido de urgencia en Londres, y que, de momento, están bajo discusión.
Aún no hace dos años, Birmingham celebró a bombo y platillo los Juegos de la Commonwealth, una cita deportiva de segunda categoría en la que compiten los países y territorios –hasta 56, actualmente– que se sumaron a la resurgimiento de las cenizas del antiguo Imperio Británico en las dos oleadas sucesivas de ampliación posteriores a su fundación, a finales de los años veinte del siglo pasado.
La capital de la región de West Midlands, 194 km al noreste de Londres, con un área metropolitana que incluye otras siete ciudades además de Birmingham, hasta llegar a una población de seis millones de personas, parecía destinada, finalmente, a convertirse en un dinámico polo que compitiera con la capital del Reino Unido, y bien preparada para hacer frente al centralismo megalomaníaco de la City, Westminster y todo lo que le rodea. En la ola del optimismo desatado por la celebración de estos Juegos se apostó también por los Mundiales de atletismo del 2026, una competición que ahora cuelga de un hilo, justamente por todas las sacudidas económicas mencionadas.
Un problema conocido
En septiembre del pasado año el Ayuntamiento de Birmingham anunció que no podía equilibrar sus cuentas públicas –había un agujero efectivo y para satisfacer enseguida de 101 millones de euros– y, en la práctica, no tenía más remedio que declararse en quiebra. El comunicado del consistorio hacía responsable a una serie de "pasivos financieros relacionados con demandas de igualdad salarial".
En este sentido, la declaración aseguraba que estas reclamaciones de igualdad salarial de trabajadoras del municipio suponían "alrededor de entre 760 y 890 millones de euros" a los que hacer frente. Además, esta cantidad generaba entre 5,85 y 16,40 millones de euros al mes de lo que decía la "responsabilidad continuada acumulada". En otros términos, intereses. Hace dos semanas el consejo de gobierno municipal tuvo que ratificar unos recortes por valor de 350 millones de euros, efectivos a partir del próximo abril, cuando comienza el año fiscal en Reino Unido.
El caso del Ayuntamiento de Birmingham no es el único, pero sí el más conocido. A finales del 2023 eran seis las ciudades que se habían declarado en bancarrota, entre otras, también Nottingham. A principios de enero, una cuarentena de diputados conservadores pidieron al primer ministro Rishi Sunak que las rescatara, petición que no fue atendida en la presentación de los presupuestos generales el pasado 6 de marzo.
El gobierno Sunak insiste en hablar de mala gestión y, en consecuencia, hay que pagar su penitencia: asistencia financiera sí, pero a cambio de recortes, que evocan los del 2010 y el primer gobierno de David Cameron. Que el próximo 2 de mayo haya elecciones locales, y que Birmingham tenga un líder laborista –la ciudad no tiene alcalde, propiamente dicho–, no es ajeno, tampoco, al toma y daca entre Downing Street y el municipio.
Cuestión de género: otra manera de mirárselo
La explicación de los problemas financieros elegida por el jefe laborista de Birmingham, John Cotton, no ha satisfecho a los sectores feministas de la sociedad, lo que ha añadido aún otro elemento de distorsión al asunto. Argumentar que la quiebra deriva de la necesidad de pagar el mismo salario a hombres y mujeres es, en palabras de la columnista y escritora Samira Shackle, asumir "que las mujeres deberían aceptar un salario menor por el bien común".
La cuestión de la equiparación salarial entre trabajadores y trabajadoras públicas de Birmingham –y de otras ciudades del Reino Unido– se arrastra desde el 2005, cuando se presentó la primera demanda judicial al respecto.
En el 2012 el consejo municipal perdió un recurso al Tribunal Supremo, y acabó pagando 1.290 millones de euros en compensaciones. Para financiarlo, ya hubo que vender activos, incluido el Centro Nacional de Exposiciones. Pero tras la sentencia de 2012, el gobierno local no revaloró las funciones laborales de sus empleados para asegurarse de que fueran coherentes con la ley de igualdad y el dictamen del Supremo. Esto abrió la puerta a nuevas demandas por discriminación.
La criatura llora por ahí, pero también, claro, por los recortes de los gobiernos conservadores. Las subvenciones de Londres a los ayuntamientos se han reducido el 40% en términos reales desde 2010, al tiempo que ha aumentado la demanda de servicios sociales de todo tipo, en un pez que se mordía la cola. Las inminentes elecciones locales y las siguientes generales marcarán el futuro de Birmingham y el país. Sin embargo, las deudas habrá que satisfacerlas de una manera u otra.