Guerra en Europa

Los drones de Ucrania que hacen la guerra contra Putin

Un operador ucraniano explica el uso de los aparatos no tripulados en el frente

Cluster, operador de drones ucraniano, a punto de volar un aparato.
03/09/2023
4 min

BarcelonaEl 30 de agosto, Ucrania lanzó su mayor ataque con drones contra territorio ruso: afectó a seis regiones de Rusia ya la ciudad de Pskov -a 700 kilómetros de la frontera ucraniana- impactaron en cuatro aviones de transporte estacionados en el aeropuerto. Y la madrugada del día 25, drones ucranianos habían atacado una base militar rusa en medio de la península de Crimea. Desde el inicio de la guerra, los drones han sido uno de los recursos del ejército ucraniano para defenderse del ataque de un enemigo mucho mayor y fuerte. Y, después de año y medio de guerra, su uso se ha intensificado.

Los ataques en territorio ruso llenan titulares y forman parte de una guerra psicológica que ha obligado al Kremlin a instalar incluso defensas antiaéreas en la azotea de la sede del ministerio de Defensa en Moscú o a intervenir la señal de GPS en la capital, para desesperación de conductores y taxistas. "Los ataques con drones en territorio ruso son sobre todo distracciones, mientras Ucrania lleva a cabo la contraofensiva. Además, evidencian el lío en el que se han metido: tras el fracaso inicial de la ocupación de Ucrania, año y medio después ni siquiera pueden defender su propia tierra y siguen malgastando a su gente y sus recursos", explica al ARA en una conversación Signal Cruster, un operador de drones del ejército ucraniano.

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Las misiones que realiza Cruster no son suficientemente espectaculares para ser noticia, pero sí suponen un auténtico quebradero de cabeza para el invasor ruso y son claves en la contraofensiva ucraniana. "Los drones son ojos en el cielo: pueden ver qué ocurre en el suelo, en primera línea, tras la primera línea, y también pueden lanzar artefactos explosivos", relata. Cada día destruyen depósitos de combustible o munición, carreteras o infraestructuras claves para la logística de los ocupantes. "Básicamente, tenemos tres funciones: guiar nuestra artillería para poder atacar con mayor precisión al enemigo, reconocer las posiciones enemigas para planificar misiones (saber dónde se concentran los soldados rusos, por dónde se mueven, cuánta infantería y vehículos tienen y cuáles son las vías de aproximación y retirada disponibles) y lanzar granadas y proyectiles sobre objetivos inaccesibles para nuestra artillería o que requieren mucha precisión", apunta. También pueden echar "objetos sobre el terreno para ayudar a compañeros o civiles que están en apuros". Y todo esto Cruster debe hacerlo en un rango de entre 1 y 4 kilómetros, o sea, muy cerca del enemigo.

Ojos en el cielo

El día a día varía dependiendo del tipo de misión. "A veces llegamos con mi unidad a la posición en cuanto sale el sol y nos instalamos en el sótano de una casa en ruinas. Ponemos en marcha el generador, instalamos el Starlink [el terminal para recibir la señal de internet de banda ancha por satélite de la empresa de Elon Musk] y todo lo que necesitamos. Y volamos hasta que oscurece. Pasamos la noche en el sótano o marchamos y volvemos al día siguiente. O a veces vamos allí por la noche para volar drones con cámaras térmicas hasta el amanecer... o en algunos casos nos movemos con mochilas con el equipo mínimo hasta la posición", explica. De una u otra forma, la idea es siempre tener ojos en el cielo: "Puedes poner en peligro un grupo de soldados enviándoles a reconocer el terreno o bien tener un juguete volante que te dará una imagen de lo que pasa allí donde te interesa", resume Cruster.

Los drones han ganado peso en la guerra. Los ucranianos cada vez disponen de más técnicos y especialistas que idean mejoras en los sistemas de vuelo y comunicaciones. También son cada vez más importantes los drones de ataque. Ucrania ha tenido que desarrollar su programa de drones para defenderse de una superpotencia en misiles, claramente superior al aire y en los ataques de largo alcance. Moscú, en cambio, no tenía un programa propio de drones y recurrió a los Shahed, los drones kamikazes de fabricación iraní. Ucrania ha optado por los Bayraktar turcos.

Hoy Ucrania sigue sin tener superioridad aérea y sabe que los cazas F-16 prometidos no llegarán hasta finales de año, a condición de que no se utilicen en territorio ruso. Por eso sigue apostando por los drones, que redes de voluntarios, empresas y organismos gubernamentales se apresuran a desarrollar. Los principales obstáculos son la carencia de financiación, las dificultades para conseguir los componentes electrónicos y el número limitado de expertos. Por su parte, Rusia también ha querido recuperar terreno y está construyendo drones de ataques Lancet, capaces de destruir el blindaje de los tanques Leopard, y ha aumentado su producción, al parecer, con una nueva fábrica de Shaheds en Tatarstán.

Fuentes del estado mayor ucraniano han explicado a The Economist que Rusia ha borrado la ventaja de que tenía Ucrania en el uso de drones tácticos al principio de la guerra y que los nuevos sistemas de interferencia de guerra electrónica instalados en tanques y otros aparatos limitan la capacidad de acción de los ucranianos. Sin embargo, Cruster se muestra optimista: "Rusia está encontrando maneras de luchar contra nuestros drones, pero nosotros seguimos yendo un paso adelante".

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