El duelo que ya está en marcha en Reino Unido: Sunak vs Starmer

El Partido Conservador y el Partido Laborista arrancan seis semanas de bronca por las claves de Downing Street

LondresNadie ha perdido el tiempo. La campaña electoral del Reino Unido ya estaba en marcha este jueves, horas después de que Rishi Sunak anunciara el miércoles por la tarde el adelantamiento de los comicios. El premier acusaba al líder laborista, Keir Starmer, de no tener un plan de futuro para el país mientras aseguraba, en cambio, que él sí lo tiene. Starmer, a su vez, decía que ha llegado la hora del "cambio" y de acabar con el "caos" de catorce años de desgobierno.

Quizás sí que Sunak tiene un sólido plan de futuro, pero ni él mismo, ni ninguno de sus asesores, previeron una alternativa en caso de lluvia en el momento de comunicar a los británicos que estaban llamados a las urnas de aquí a seis semanas. El resultado fue una pobre imagen de improvisación y que premier quedara bien empapado. Como si Sunak gobernara a la intemperie, y no desde la comodidad del 10 de Downing Street. Hasta cierto punto, una metáfora de la situación con la que el Partido Conservador arranca la campaña: entre 20 y 22 puntos por debajo en las encuestas en relación a la oposición laborista, que encabeza Keir Starmer. Ésta es la única buena noticia para Sunak. Porque difícilmente se hundirá más, y en el mejor de los casos podría recortar distancias.

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Como ha definido en las últimas horas Craig Oliver, ex director de comunicaciones de David Cameron –premier conservador entre 2010 y 2016–, "Sunak ha lanzado una granada de mano en medio de la habitación para generar el caos […], sabiendo que perderá las elecciones, pero lo ha hecho así porque cree que es la forma de evitar perder las elecciones de forma arrolladora". El mal menor, pues.

Desde este punto de vista, la convocatoria electoral ha cogido por sorpresa a mucha gente en Westminster, tanto del mismo gobierno como de la oposición. El inesperado adelanto –se había especulado con que las elecciones serían en otoño– también ha cogido a los laboristas un poco con el paso cambiado. El partido aún tiene que nombrar unos ochenta de los candidatos que se presentarán a los 650 escaños en juego el próximo 4 de julio. Una fecha, en todo caso, que no les ha pasado desapercibida, y que les ha permitido espetar el primer eslogan oficioso de la campaña: "Será, de una vez por todas, el día de la independencia de los tories", proclaman en las redes los partidarios de Starmer.

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Una muerte y una pandemia

Además de por la muerte de Isabel II y el ascenso al trono de Carlos III –hechos no relacionados con la bronca política–, los catorce años tories se han definido, primero, por la austeridad; después por el Brexit y el caos político generado (2016-2019); más tarde por el populismo desgarbado y chapucero de Boris Johnson (2019-2022); por la pandemia y las fiestas ilegales en Downing Street, que provocaron su caída; por el relieve muy breve, caótico y catastrófico de Liz Truss, que hundió la economía del país, y, finalmente, por la estabilidad que llegó de la mano de Sunak (octubre de 2022).

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Y estabilidad y seguridad, y vuelos de deportación a Ruanda –una forma de culpabilizar de todos los males del país a los migrantes que llegan a las islas por el Canal de la Mancha– es lo que Sunak vende a los británicos para que le renueven el alquiler del 10 de Downing Street.

¿Estos otorgarán la confianza a Sunak? Motivos no parecen tener muchos. En catorce años, su nivel de vida ha caído estrepitosamente. Los servicios sociales –sanidad y escuelas– se han deteriorado por la falta de inversiones; también se han derramado en los ríos decenas de miles de litros de aguas contaminadas; la falta de vivienda es un problema sin solución que afecta a los más jóvenes y menos favorecidos. Y la inmigración, sobre la que quiere jugar fuerte Sunak, tampoco les favorece, pese a las deportaciones.

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Si en el 2010 David Cameron prometió que la cifra se situaría en sólo "decenas de miles" de personas, este jueves se han conocido las cifras oficiales de los llegados legalmente al país en el 2023: en total, 685.000, el doble que en 2005, cuando llegaron los recién llegados del este de la Unión Europea. Unos datos que no ayudan a Sunak.

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Desde el primer momento, la estrategia de combate de los dos únicos aspirantes reales a premier ha quedado bien definida. Los laboristas quieren destacar el conjunto de los catorce años tories como un caos, y que para hacer frente es necesario un cambio. Sunak quiere confrontar su opción personal y su supuesta seriedad en comparación con las dudas y las incertidumbres que, para la izquierda del laborismo, despierta a Starmer.

Ésta, a pesar de la ventaja en las encuestas y el desgaste de materiales que afecta a los conservadores, no puede dar nada por garantizado. Y puede sufrir duro si le destacan sus giros de guión. El líder laborista se ha echado atrás en promesas claves: 28.000 millones de libras para la transformación verde; eliminación de las tasas universitarias; recuperación de la libertad de movimiento; prohibición de los contratos de cero horas; abolición de la Casa de los Lores. También ha dudado mucho a la hora de pronunciarse sobre la guerra de Gaza, excluyendo muchos votantes musulmanes. Todo ello le podría pasar cierta factura. Los niveles de popularidad del líder laborista, además, son los peores jamás vistos para un jefe de la oposición, de acuerdo con las encuestas de Ipsos Moris.

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La Eurocopa y los debates electorales

Empezaron seis semanas apasionantes para los medios de comunicación, los periodistas y los comentaristas políticos. Quizás no tanto para la mayoría de los británicos. Sunak, como cuando anunció las elecciones, se encuentra a la intemperie: casi setenta diputados no se presentan a la reelección, en las últimas semanas otros dos se han añadido a la bancada laborista y el oráculo de las encuestas le augura una derrota casi segura.

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El premier necesita no sólo un milagro, sino que todo le vaya de cara. Y empezó con mal pie. El miércoles le llovió a cántaros mientras decía: "Vótame a mí, que Starmer no tiene ningún plan de futuro". Sin embargo, de fondo se sentía a todo trapo el himno laborista de 1997, Things Can Only Get Better, la canción de D:Ream que precedió la victoria abrumadora de Tony Blair.

Y este jueves, en Gales, ha patinado con un grupo de trabajadores. Con el tópico por bandera, les preguntó si esperaban el inicio de la Eurocopa para ver los partidos de fútbol. Pero le han recordado que Gales no se ha clasificado. Todo ello, la prueba del nuevo que los ingleses toman la parte, Inglaterra, por todo, Reino Unido; que tienden a la centralidad, y que el plan de Sunak tiene grietas. Una Eurocopa que, además, puede desbaratar la propuesta tory que se ha conocido este jueves de celebrar un debate televisado en cada una de las seis semanas de campaña. Y es que entre el 14 y el 26 de junio habrá partido cada noche en la BBC o en ITV. ¿Quién mirará entonces un debate electoral?