Engaños y coacciones: cómo Putin envía a los jóvenes que hacen la mili a morir en Ucrania
Los comandantes obligan a los reclutas a firmar contratos con la falsa promesa de que no irán al frente
MoscúEl 10 de junio comenzó una pesadilla para la familia del recluta ruso Mikhail Vévier. Faltaba poco más de dos semanas para que el chico terminara el servicio militar obligatorio cuando sus padres recibieron una llamada en la que les explicaba que había firmado un contrato para ir a luchar en Ucrania. La madre, Anastasia, entrevistada en el medio independienteViorstka, recuerda que en ese momento el mundo se le cayó encima: "Ya estábamos preparándole el recibimiento con globos y pasteles, pero cuando oí hablar del contrato, no quería vivir, no sabía dónde huir".
En un vídeo compartido en la red, la mujer asegura que su hijo lo hizo bajo coacción de los superiores. "Supuestamente, le encontraron mensajes en los que pedía pastillas a unokontraktniki[un soldado por contrato], pero él no le pagó dinero ni recibió nada a cambio", explica. A continuación, tres oficiales le amenazaron que, si no se avenía a enrolarse en el ejército, le encarcelarían y se convertiría en carne de cañón en un batallón de presos. En cambio, si firmaba, le garantizaban que se quedaría.
Su caso no es excepcional. La ley impide que los chicos que hacen la mili sean enviados a Ucrania. el ARA cómo funciona esta estratagema de abusos y engaños que conduce a los chicos a una muerte casi segura. a los jóvenes se les intenta persuadir para que se alisten a las fuerzas armadas con la promesa de cobrar un buen sueldo y tener unos horarios fijos. "Les convencen de que les destinarán a la unidad militar donde ya están sirviendo oa la retaguardia", apunta el abogado. Si no acceden, ponen en marcha las extorsiones. "Les imponen ejercicios físicos hasta el agotamiento", asegura Vaskin, les maltratan casi hasta el extremo de la tortura, con el objetivo de que no puedan soportar la situación y, desesperados, opten por firmar el contrato. O, como en el caso de Mijail, "les preparan un montaje, una provocación, algo ilegal relacionado con drogas" que les fuerce a elegir entre alistarse o acabar igualmente en el frente tras pasar por la cárcel.
El abogado admite que, aunque la ley "no permite a nadie presionar a una persona y obligarla a firmar un contrato", alentarla a firmarlo no está prohibido. Lo ilegal es que se le espolee a base de mentiras. La primera falsedad, según Vaskin, es la afirmación de los oficiales de que los contratos son de corta duración. La realidad es que el decreto presidencial sobre movilización prevé que la vinculación "pueda prorrogarse" hasta que el Kremlin lo considere oportuno. La segunda mentira es que, pese a asegurarles que les enviarán a un lugar seguro, "el mando puede transferirlos a cualquier otro sitio sin ningún problema".
Todavía existe un tercer método para engañar a los jóvenes: falsificar su firma. "El recluta recibe un pliego de papeles, estampa la firma sin leérselos, creyendo que es burocracia, y luego resulta que entre los documentos había un contrato", advierte Vaskin. A veces, las víctimas se dan cuenta de la estafa cuando inesperadamente reciben su primer sueldo como voluntarios. Los abogados les aconsejan devolver inmediatamente cualquier pago, pero incluso si lo impugnan y les dan la razón al cabo de un tiempo, puede ser demasiado tarde para los chicos.
Evitar cómo sea el reclutamiento
La recomendación de las organizaciones de derechos humanos es directamente evitar ser reclutado para el servicio militar obligatorio. El último llamamiento, de abril, afectó a 160.000 rusos de entre 18 y 30 años, el mayor desde el 2011. A todos ellos les recomiendan solicitar aplazamientos, exenciones por motivos de salud y alargar los trámites tanto como puedan porque, mientras se resuelven las investigaciones, no pueden movilizarlos.
Las dos opciones más radicales son, por un lado, optar por la evasión. La consecuencia es la apertura de un caso penal, una multa que puede pagarse a plazos y, en definitiva, la opción de ganar tiempo. Por otro, huir al extranjero, pero las entidades reconocen que es una vía que requiere mucho coraje y que puede acarrear muchos riesgos. Según datos del diarioMediazona, más de 20.000 soldados rusos son perseguidos por haber desertado del frente de Ucrania.
Algunas madres, como Anna, lamentan que sus hijos se dejen deslumbrar por las falsas promesas de sus comandantes, como le ocurrió a su hijo Serguei. "¿Por qué escribo a las madres? ¡Porque están engañando a los niños!", exclama aViorstka, y añade: "¡No les deje firmar contratos! ¡No los deje unir al ejército! A los comandantes no les importa, no son sus hijos los que van". Serguei murió en febrero abatido por un dron. Mientras, Anastasia espera que el eco del caso de su hijo Mikhail le ayude a volver a casa sano y salvo.