¿Putin se prepara para una nueva guerra?
Rusia se militariza a marchas forzadas y desafía a la OTAN, pero niega las ambiciones expansionistas de las que alerta Europa


MoscúDonald Trump está convencido de que conseguirá la paz en Ucrania, pero aquí todo el mundo habla de guerra: Vladimir Putin dice que no quiere un alto el fuego si no se asegura que después no le atacarán; Volodímir Zelenski teme que, si se desarma, Rusia volverá para rematar su trabajo y llegar hasta Kiiv; y la Unión Europea aumenta el gasto en Defensa en medio de un clima belicista desatado.
Varias agencias de inteligencia europeas, como la alemana o la danesa, han alertado recientemente de que Rusia se está preparando para una "guerra convencional a gran escala" en un plazo de cinco años. Éste es uno de los grandes miedos de los países que hacen frontera con el gigante eurasiático desde la invasión a Ucrania. Ahora bien, ¿el Kremlin quiere invadir nuevos países o es una alarma infundada? ¿A Putin le interesa un conflicto militar con la OTAN? ¿Podría sostenerlo?
El presidente ruso no ha amenazado directamente a Occidente, más allá de utilizar la estrategia de la disuasión nuclear en algunos momentos de la guerra. Ahora bien, el pasado 23 de febrero, cinco días después de la primera reunión con Estados Unidos, Putin aprovechó el Día de los Defensores de la Patria para advertir: "Vamos a seguir mejorando las capacidades de combate como componente esencial de la seguridad y la soberanía presente y futura de Rusia."
La retórica militar es una constante en el discurso público ruso. A finales del año pasado, el ministro de Defensa ruso, Andrei Beloúsov, afirmó que "hay que estar preparados para cualquier desarrollo de la situación, incluyendo un posible conflicto militar con la OTAN en Europa en la década entrante". Un planteamiento que comparte el entorno del ejército. Coincidiendo con los tres años del inicio de la invasión, el general Anatoli Kulikov, exministro del Interior, hacía unas declaraciones muy parecidas, incluso en caso de que llegue la paz: "Sin perder ni un minuto, tendremos que seguir analizando los acontecimientos militares", sacar conclusión la conclusión de la conclusión.
Esta semana Putin ha dado el pistoletazo de salida al reclutamiento para el mayor servicio militar de los últimos 14 años: 160.000 personas. En el 2023 ya subió la edad máxima para ser llamado, de los 27 a los 30 años, con el objetivo de alcanzar los 1,5 millones de soldados en el 2026. Los expertos militares rusos tampoco ven alternativa a la escalada. Vladimir Gundarov cree que "Rusia debe prepararse para una guerra global" y pide "nuevos reservistas" y "reequipamiento técnico". Por su parte, Ilya Mersh, bloguero con vínculos con el mando del ejército, avisa de que quienes esperan reducir la inversión en Defensa, si se acuerda un alto el fuego permanente, "están muy equivocados".
Y no se trata sólo del gasto en las fuerzas armadas. La invasión en Ucrania ha exacerbado las políticas destinadas a inculcar al militarismo en la sociedad. El ejemplo más claro es en las escuelas, donde además de controlar que a los niños se les adoctrina en el relato del Kremlin, a menudo se les introduce en la cultura militar a través de actividades como los juegos de disfraces de soldados, el envío de cartas al frente o la elaboración de redes de camuflaje.
¿Amenaza real o psicosis?
En la narrativa de Putin todos estos movimientos son defensivos y toda acción militar rusa está destinada a garantizar la seguridad nacional. De hecho, la agresión a Ucrania es, desde el punto de vista del Kremlin, una reacción para protegerse de la Alianza Atlántica. Por eso el gobierno ruso utiliza la retórica belicista occidental como una autojustificación y acusa a los líderes europeos de creerse Napoleón o Hitler, tal y como hizo el presidente ruso con Emmanuel Macron hace unas semanas.
El caso finlandés es especialmente ilustrativo. El país históricamente neutral se unió a la OTAN frente al precedente ucraniano y decidió fortalecer al ejército. Este viernes, el embajador ruso en Helsinki lamentaba en el diario digitalLenta.ruque en Finlandia se vive "una atmósfera de psicosis militar" y, en la misma línea, un profesor de la Universidad Estatal de San Petersburgo, citado en el mismo artículo, se quejaba de que "la propaganda sobre la existencia de una amenaza de Rusia tiene un impacto muy grande en la población".
A pesar de los tambores de guerra, algunos expertos no creen que Moscú esté en condiciones de enfrentarse a la OTAN. El analista Anton Barbashin explica al ARA que Rusia "no es tan fuerte como algunos temen" y "no tendría la capacidad de combatir en Ucrania y, simultáneamente, invadir a los Bálticos, Rumanía o Moldavia". Tampoco considera que Putin tenga "el objetivo real de hacerlo", pese a las ambiciones de "ciertas personas" del Kremlin.
Incluso los estudiosos más cercanos a las tesis del gobierno ruso alertan de los riesgos de construir una sociedad volcada en el esfuerzo bélico. En la revista Rusia en Global Affairs, publicación de referencia de la órbita del Kremlin, el profesor Andrei Tsygankov advierte de los límites para el desarrollo socioeconómico. "El militarismo puede llevar a carreras armamentísticas ruinosas, frenar la iniciativa empresarial, alimentar a la corrupción y nutrir una cultura de la fuerza", escribe. Tsygankov añade que un conflicto armado es una "solución temporal", pero que la construcción del estado ruso ha quedado "históricamente inacabada".
Putin negó hasta la víspera del ataque contra Ucrania que tuviera intención de ir a la guerra. Ahora Rusia camina con paso firme hacia un estado de movilización permanente, frente a un Occidente que se rearma y, a sus ojos, amenaza su seguridad. El Kremlin nunca admitirá que quiera atacar a Europa y, si lo hace, siempre podrá decir que ha sido una profecía autocumplida.